Presidencias anteriores, en especial aquellas que mataron al país en los últimos períodos, fueron quienes convirtieron la paz en un anhelo y la heteronomía en una realidad; la seguridad en un deseo a estrellas fugaces, y la corrupción en detonantes que erupcionaron en nuestro tierra, una que se supone, debe ofrecer estabilidad a sus ciudadanos, unos que tienen las manos magulladas por todas las piedras de construcción social que han ponderado.
Años de lucha, años de sufrimiento, años donde una sociedad se ha ido degradando al punto en que solo quedaron los sueños de avanzar como país, uno que cayó hasta reducirse en los escombros de un sol que nunca apreció, y una oscuridad que nos consumió. La corrupción, la peor arma que ha impulsado a la juventud ha desertar su nación en lugar de confiar en ella, pero, ¿quién no lo haría con tantas promesas vacías? Promesas que se convirtieron en perdición, y una perdición que convirtió a nuestra patria en un nefasto medio lucrativo.
Sí, la economía debe ser una prioridad, pero el mayor objetivo a lograr, es evitar que la vida de los niños sea un privilegio, cuando se supone que es un derecho. Su objetivo, debe ser escuchar a los adolescentes, quienes no solo son un futuro venidero, sino que más importante, se constituyen como un presente que se debe vivir dignamente. En lugar de suponer lo que piensa el pueblo, debemos escucharlo.
Nuestra nación fue construída a raíz de una base democrática, una que se traduce como la Constitución, misma que en lugar de emplear tinta, fue redactada con lágrimas de frustración como consecuencia de las dolencias de la opresión; ahora, aquellas letras magnas que nos amparan, se constituyen como la sangre del color de la altiva bandera que por los cielos flamea soberana, y con orgullo corre por mis venas.
La Patria no es una alternativa, sino nuestra única vía. Con esto, señor presidente, no sin antes desearle mis mejores deseos en su segundo período, uno que impidió que la corrupción de izquierda siguiera propagándose, con el mayor de mis respetos, exijo que usted como líder político de la mayor fuerza política en la Asamblea Nacional, garantice el fiel cumplimiento de esta Constitución, donde el derecho que debe primar, es la vida desde la concepción. Sin niños, no hay nación.
Me encantó el que hay puesto el dedo en la llaga de un dolor lacerante de nuestro país. Debemos cuidar a nuestros niños y luchar porque vivan, se eduquen, sean felices y conserven su inocencia