25 junio, 2025

Rompiendo el Círculo:  La inversión estratégica en el desarrollo rural como palanca contra la pobreza urbana

En el complicado tejido del desarrollo territorial, a menudo se pasa por alto un hilo crucial para fortalecer nuestras ciudades y provincias: la inversión decidida y estratégica en el sector rural.  Lejos de ser territorios separados, los centros urbanos y las áreas rurales están íntimamente conectados por flujos económicos, sociales y ambientales.  Ignorar el potencial de las zonas rurales y su capacidad para incidir directamente en la reducción de la extrema pobreza en las ciudades es una visión miope que limita el progreso integral de nuestras regiones. 

La extrema pobreza, concentrada significativamente en los márgenes urbanos, tiene raíces profundas que a menudo se extienden hacia las dinámicas de las zonas rurales. La falta de oportunidades económicas, el acceso limitado a servicios básicos, la degradación ambiental y la migración forzada desde el campo hacia las ciudades contribuyen a engrosar las filas de la pobreza urbana. Romper este ciclo vicioso requiere una comprensión sistémica y una estrategia de inversión que reconozca la interdependencia entre lo urbano y lo rural. 

¿Cómo podemos, entonces, promover una inversión efectiva en el desarrollo rural que impacte positivamente en la disminución de la extrema pobreza en nuestras ciudades y provincias? Aquí algunas sugerencias que considero claves para avanzar: 

  1. Fortalecimiento de la Agricultura Sostenible y la Seguridad Alimentaria:  Invertir en la innovación de la agricultura a pequeña escala, promoviendo prácticas sostenibles y la adopción de tecnología, puede aumentar la productividad y generar ingresos dignos para las familias rurales.  Esto no solo mejora su calidad de vida, sino que también garantiza un suministro de alimentos más estables y asequibles para los centros urbanos, mitigando la inseguridad alimentaria que afecta desproporcionadamente a las poblaciones de bajos ingresos. Programas de apoyo técnico, acceso a crédito y fomento de la asociatividad son herramientas fundamentales en este eje. 
  2. Desarrollo de cadenas de valor rurales y diversificación económica:  Mas allá de la agricultura tradicional, es crucial impulsar la diversificación económica en las zonas rurales. Esto implica apoyar el desarrollo de emprendimientos en áreas como el turismo rural sostenible, la artesanía con valor agregado, el procesamiento de productos locales y los servicios ambientales.  La inversión en infraestructura básica -vías de comunicación, energía y conectividad- y en la capacitación de la población rural son esenciales para conectar estos productos y servicios con los mercados urbanos y nacionales, generando nuevas fuentes de empleo e ingresos. 
  3. Inversión en capital humano y acceso a servicios básicos:  Reducir la brecha entre las oportunidades en las áreas rurales y urbanas requiere una inversión significativa en educación de calidad, acceso a servicios de salud, agua potable y saneamiento básico en las comunidades rurales. Esto no solo mejora el bienestar de la población rural, sino que también reduce la presión migratoria hacia las ciudades, donde la demanda de servicios básicos a menudo supera la capacidad instalada. Programas de becas, incentivos para profesionales que trabajen en zonas rurales y la implementación de tecnologías para la educación y la salud a distancia son estrategias relevantes.  
  4. Fomento de la gobernanza local y la participación ciudadana:  Un desarrollo rural exitoso se basa en la participación activa de las comunidades locales en la toma de decisiones. Fortalecer las capacidades de los gobiernos parroquiales, promover la transparencia y la rendición de cuentas, y apoyar la creación de organizaciones de la sociedad civil son decisivos para asegurar que las inversiones respondan a las necesidades reales de la población y se gestionen de forma eficiente y sostenible.
  5. Conectividad y Acceso a la información:  La brecha digital entre las áreas urbanas y rurales es un obstáculo significativo para el desarrollo. Invertir en infraestructura de conectividad (banda ancha, telefonía móvil) y en programas de alfabetización digital permite a las comunidades rurales acceder a información, mercados, educación en línea y nuevas oportunidades económicas, acortando distancias y fomentando la inclusión.

En conclusión, la inversión en el área rural no es un acto de caridad ni una política aislada; es una estrategia inteligente y necesaria para sacudir desde la raíz la problemática de la extrema pobreza que afecta a nuestras ciudades y provincias. Al fortalecer las económicas rurales, mejorar la calidad de vida de sus habitantes y reducir la migración forzada, estamos construyendo territorios más equitativos, resilientes y prósperos para todos.  Los tomadores de decisiones, administradores de las ciudades y provincias, la academia y el sector privado deben reconocer esta interdependencia y priorizar inversiones que siembren oportunidades en el campo, cosechando así un futuro más justo y equitativo para nuestros territorios. 



4 comentarios

  1. Definitivamente un excelente artículo que debería llegar al Ejecutivo para toma de decisiones en políticas públicas, felicitaciones!!!

    1. Gracias Ana María! Espero que llegue donde pueda llegar y así contribuir con mi granito de arena en el desarrollo de nuestro hermoso país.

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