No hay duda de que la mejor forma para comprender la evolución de un país, sus características esenciales y las razones particulares que lo llevaron a la situación en que se encuentra actualmente, es leer lo que escriben sus nacionales. En el caso particular de Colombia, nación tan ligada a Ecuador por múltiples lazos, existe un libro titulado Retratos bajo la tempestad, en el que su autora, Ketty Cuello Lizarazo, relata la manera como, poco a poco, esa República fue cayendo bajo la terrible influencia del narcotráfico.
En la obra se describe detalladamente los innumerables atentados terroristas, las muertes de periodistas que se opusieron a los narcotraficantes, así como también los asesinatos de políticos y magistrados. Describe también la manera como la influencia de los capos de las distintas organizaciones de narcotraficantes se fue extendiendo, al punto de tener bajo sus órdenes a personas que eran figuras clave en los distintos estratos de la sociedad colombiana.
La historia se ha dicho siempre: sirve para que saquemos lecciones de los hechos ocurridos en el pasado. En pocas palabras, nos advierte lo que está ocurriendo en el Ecuador y la gravedad de lo que puede venir si no se toman a tiempo los correctivos necesarios.
Si a esta cultura de la violencia se le agrega el efecto corruptor de ganancias multimillonarias que ofrece el narcotráfico, capaces de inducir al delito a personas que no habían delinquido anteriormente, el cuadro se llena de sombras, alertándonos de la necesidad de tomar medidas a tiempo.
Ojalá esto no ocurra y que en el Ecuador no aparezcan los nuevos retratos bajo la tempestad.