Pongamos en contexto el tema de la cultura electoral:
Si bien ha crecido la tecnología de la información y hasta en algunos países de primer mundo hace unos 10 años se utilizaba la Inteligencia artificial para optimizar las aplicaciones tecnológicas y que han servido por ejemplo para la comunidad Europea para reco
En Ecuador nuestra gente se queja que pulula la desinformación en los procesos de elecciones y que estamos siendo engañados por la Inteligencia artificial y por las mañas burocráticas que producen fraudes desde el CNE o desde plataformas privadas paralelas vinculadas con el poder económico que maneja la polarización del país y los procesos eleccionarios.
En un viaje de observación a Europa en la Universidad de Navarra España la nueva era de la identidad digital es una herramienta de la inteligencia artificial para crear lo que ellos llaman *Avatares realistas*, que permite generar representaciones digitales que emulan rasgos humanos con precisión, permiten crear rasgos faciales y animaciones lo que las convierte en soluciones ideales para diversos usos y abusos.
En Ecuador los avatares ya se comercializan sin ningún rubor y los especialistas en márquetin digital y trols pagados están manipulando imágenes de candidatos, creando contenidos falsos.
Es decir, la capacidad de los avatares permite crear campañas publicitarias personalizadas subliminales y engañosas para manipular cifras de los encuestadores denigrando a sus contendores políticos con tal de ganar votos, ocultar votos y ganar una elección desnaturalizando el voto del electorado.
Por esta situación anómala, la inteligencia artificial utilizada sin responsabilidad social es un arma de doble filo y el votante tiene que ser un ciudadano con cierta preparación y cultura electoral, porque además que los candidatos te venden humo con la inteligencia artificial hasta en la sopa, las ofertas parecen reales y caes en el engaño.
El votante debe saber distinguir entre la publicidad engañoso y la publicidad o márquetin real que se utiliza hasta en el conteo de votos y debe regirse por un código moral y ético que sea compartido por sus ciudadanos que organizan debates, difunden encuestas falsas y deba tener claro que su decisión afectará al presente y futuro de la colectividad ecuatoriana.
El votante debe analizar las propuestas de sus postulantes; exigir a los organismos del estado transparencia en los procesos de selección y demandar a los medios de comunicación la difusión de ideas y proyectos de trabajo sin el facilismo del voto en plancha.
El voto debe convertirse en un privilegio por el cual sus ciudadanos se esfuercen en alcanzarlo y mantenerlo, porque el voto educado es el cimiento de una verdadera sociedad democrática y progresista que nos puede permitir librarnos de perfiles del engaño de tanto oportunista de la política.