Los nacidos en diciembre fuimos concebidos entre abril y mayo, aproximadamente, comenté a mi esposo en una de nuestras tertulias. A pesar de que está acostumbrado a escuchar las locas teorías y deducciones que tengo sobre la vida, me contestó que, en su caso, nunca se le habría ocurrido sacar esa cuenta. ¿Estás aburrida?, dijo. Claro que no, en serio, es un dato importante para mí, refuté, considero que de ello dependió gran parte de cómo sucedieron las cosas, aunque parezca una tesis contraria a la razón.
Han pasado unos días desde que cumplí 50 años, y aún sigo reflexionando todo lo que he vivido hasta ahora y, pese a que ciertas cosas no resultaron como lo había soñado, me siento satisfecha por haber subido al quinto piso, escalón por escalón, no en ascensor de manera rápida, porque me hubiese perdido las lecciones que debía aprender de la vida. Doy gracias a las personas que formaron parte de este recorrido y que fueron necesarias para valorar a quienes se quedaron.
Cada rol desempeñado ha sido fundamental en mi crecimiento interior, principalmente, el ser madre, ya que como hija, hermana, esposa, amiga, tía, la apreciación va ligada al trato con terceros, pero el de mamá es una responsabilidad exclusiva, en la que no se pueden seguir manuales estrictos, debido a las variables que se presentan en el camino.
Si bien es cierto que llegar hasta este punto no ha resultado fácil en algunos aspectos, solo puedo estar agradecida con el Todopoderoso, y con los ángeles que han guiado cada uno de mis pasos, asimismo diferenciando entre el bien y el mal se ha forjado la persona que soy en la actualidad, aunque necesite constantes ajustes.
Resumí en el muro de Facebook lo que ha significado este largo trayecto, desde el 11 de diciembre de 1974:
¡Y llegué a mis 50!
A veces rota, a menudo incierta, siempre apasionada, en cierto grado coherente, altamente imperfecta; sin duda, una humana en continuo aprendizaje y frecuente reconstrucción.
¡Gracias, gracias, gracias a Dios por tanto y por todo!
Debo agregar y dar el mérito correspondiente a mis padres, estoy segura de que fui el fruto del amor mutuo que sintieron un día, eso se ha manifestado en los afectos recibidos, en medio de los torbellinos emocionales a los que estuve expuesta, imagino que las consecuencias por ser concebida en los meses de fuertes precipitaciones eran inevitables.
El ciclo hasta llegar al quinto piso se ha cerrado, para dar inicio a una nueva etapa de vida en la que las perspectivas han cambiado, no solo el cuerpo se transforma día a día, sino también el estado de ánimo, pero lo que siempre mantendré firme son los valores inculcados y esas ganas de vivir a plenitud, asimilando nuevas experiencias, creyendo en la magia de hacer realidad los sueños, estableciendo nuevas metas; conocer personas y lugares que me permitan crear historias para contarlas al mundo, ese que todavía queda por descubrir.