El descalabro de la nación no es accidental. Una notable merma en los ingresos fiscales acecha al paÃs, sobre todo por la decreciente producción petrolera. La minerÃa es aún marginal al erario mientras la industria gasÃfera dormita. Las restricciones a la inversión extranjera (banca y demás) y los excesivos tributos comprimen al contribuyente. El Estado (FF.AA. y PN incluidas) ha sido cooptado por los narcos, un atentado a la seguridad fÃsica. La inseguridad jurÃdica complementa un tétrico escenario con la deuda aproximándose al 100% del PIB junto con una desbordante informalidad por el alto desempleo, la ruina de la Seguridad Social, un alto Ãndice del riesgo paÃs y una alarmante crisis energética.
Soluciones inmediatas no existen, peor sin sacrificios. Los mercados deben desplegarse con crecimiento económico, bajando impuestos, reduciendo el IVA y aplicando un arancel mÃnimo y universal. Petroecuador y las Eléctricas precisan someterse a auditorÃas forenses para abrir su capital a la inversión con nuevos modelos de gestión. Las fuerzas del orden requieren una depuración sistémica para barrer a los infiltrados y hacer del narcotráfico una operación de tan alto costo que se derive a otras latitudes. Una labor quirúrgica entre el SRI y la UAFE desguarnecerÃa a los criminales públicos (jueces incluidos) que viven por fuera del nivel de sus burocráticos ingresos. Los resultados son reversibles a largo plazo en mandatos de cambios estructurales, pero sin integridad ni convicción toda espera será solo mayor desazón.