6 octubre, 2024

Centenarios

En el  «El shock del futuro»  un libro escrito por Alvin Toffler.en 1970 describe el estrés y la confusión que las personas experimentaran en el siglo XXI  debido al cambio acelerado en la tecnología, superando su  capacidad de adaptación lo que provocará  ansiedad, desorientación y un sentimiento de pérdida de control, ya que la gente se enfrentará a una cantidad de información y cambios tan rápidos que les resultará difícil adaptarse.

Toffler examina cómo el cambio rápido modificará el mundo del trabajo, incluyendo la automatización y la necesidad de habilidades en constante evolución.

Refería que  Japón era el país con más longevos en el mundo pues tenía unos 100,  abrumadora cantidad, parecía exagerada para la época, Vilcabamba no tenía más de 6.

Según el banco de datos del registro civil en Ecuador hay más de 2.700 personas mayores de 100 años. El seguro social atiende a 760 jubilados  mayores de 100 años que cobran jubilación al  IESS, algunos tienen el don de la omnipresencia pues cobran hasta  cuatro pensiones a la vez, hay incluso  4 o más   centenarios a quienes el IESS  les deposita mensualmente su jubilación,  en  el mismo banco y mismo número de cuenta.  

La palabra geriatra se usó por primera vez en 1909 y esta especialidad médica es relativamente nueva en Ecuador.

La esperanza de vida de los seres humanos ha variado considerablemente a lo largo de la historia debido a una serie de factores como avances médicos, condiciones sanitarias, guerras y cambios en el estilo de vida. 

En la prehistoria se vivía entre  20-30 años: en la Antigua Grecia y Roma,  de 25-35 años. . en la Edad Media, la esperanza de vida seguía siendo relativamente baja, aproximadamente 30-40 años, en el Renacimiento, la esperanza de vida comenzó a mejorar lentamente, pero aún estaba en el rango de 35-40 años. Los avances en la agricultura y algunas mejoras en la medicina contribuyeron a esta ligera mejora.

Durante los siglos XVII y XVIII, la esperanza de vida continuó en un rango de 35-40 años en la mayoría de los países europeos. Sin embargo, las diferencias entre las clases sociales eran significativas.

Con la Revolución Industrial, la esperanza de vida creció a  40-50,  a lo largo del siglo XX, la esperanza de vida aumentó en países desarrollados, que en  promedio puede superar los 80 años, mientras que en países en desarrollo puede ser significativamente menor debido a factores como la pobreza, el acceso limitado a la atención médica y las enfermedades infecciosas.. 

En conclusión, la vejez no es el fin de la diversión y puede llegar a ser la etapa más feliz de nuestra existencia, rica en matices, sabiduría y, por supuesto buen humor. Aprendemos a disfrutar la familia, a valorar la compañía de amigos, a encontrar alegría en las cosas simples, a compartir y dejar de preocuparnos pues el 90% de las cosas que más temíamos, nuca nos pasaron.

Anciano de 145 años, atribuye su avanzada edad a un error de tipeo.



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Donde hay árboles hay paz

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Sembrar un árbol es multiplicar vida. El árbol es una vida superior. Nos regala oxigeno, verdor, frescura, frutos, su regocijada sombra. Son mudos observadores del drama humano, han sobrevivido las tragedias de todos los tiempos. Son anti bélicos y solo viven en paz y si tienen un deseo, es que los dejemos en paz, tranquilos. Poseen un lenguaje mudo pero universal, son nuestros amigos siempre afectivos y cariñosos. Hay árboles altísimos que pueden llegar al cielo, que viven mil años y que le cantan a la vida con la belleza de sus colores, sabores, olores. Sembrar un árbol es sembrar cordialidad, armonía. Con esto quiero resaltar que la Corporación municipal de Samborondom está impulsando ahora sembrar cinco mil árboles en todo el cantón. Esto es una acción de ternura ilimitada, es sembrar miles de corazones latiendo y creciendo al ritmo de la vida buena. Se están sembrando cinco mil árboles nativos y tres mil árboles de la especie Nim, hasta convertir al cantón en una plenitud de vida: árboles en todas sus calles, al pie de las casas, al pie del lindo malecón, en las faldas del cerro Santa Ana. Árboles para la sombra, la salud y el bienestar.

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