Son tantos los reclamos y quejas que no cuesta admitir que poco o mucho no se está haciendo bien, como debe ser. Y hay que decirlo, se trata de añejos reclamos y quejas, para nada solamente actuales. En todos los casos, los dardos han sido direccionados, principalmente, contra quienes, en distintos tiempos, han estado al frente de las entidades deportivas y, por supuesto, al frente del organismo gubernamental, secretaría o ministerio, rector de la materia en el país.
El éxito requiere de la entrega total del ser humano, convencido de que esa es la única manera de concretar el objetivo. Pero, ¿eso es suficiente? No. Es imprescindible que ese deportista reciba, asimismo, el apoyo total de la institución, local y nacional, encargada de su preparación. El esfuerzo personal o colectivo, según sea el caso, reflejará mejores resultados cuando los responsables de su progreso no descuidan sus obligaciones, por ejemplo, con sedes apropiadas para el entrenamiento, entrenadores, hospedaje, alimentación, nutrición, transportación, indumentaria e implementos, profesionales médicos, fisiatras, psicólogos, motivadores y todo lo que cada disciplina demande para su claro desarrollo.
Desde hace buen tiempo ya, deportistas ecuatorianos ponen en alto el nombre del país. Corredores, marchistas, pesistas, ciclistas, boxeadores, luchadores, entre otros, hombres y mujeres, conquistan grandes premios regionales, mundiales y olímpicos. Destacan y provocan verdadera alegría en toda la población. Sin embargo, algunos de ellos tras alcanzar la gloria se apuran en afirmar que estos triunfos se lo dedican a ellos mismos y no al país porque, aseguran, han recibido poco o ningún apoyo nacional. Inclusive, unos pocos han ido más lejos y al tiempo de censurar a directivos y al gobierno central de turno, casi-casi dicen sentirse avergonzados de ser ecuatorianos. Entonces, cuando esto sucede, este comentarista que reconoce la existencia de fallas en el manejo deportivo, rechaza categóricamente esas declaraciones y sin empacho los exhorta, respetuosamente, a quedarse callados o a renunciar oportunamente a la representación nacional.
Las penurias económicas del Ecuador, que no son de ahora y que datan de largos años, afectan a toda la población y el sector deportivo también sufre sus efectos. Ideal sería que la administración de todas las entidades deportivas luzca por su eficiencia, honradez y honorabilidad, cosa que no sucede y eso merece cuestionarse. Las autoridades y directivos de ministerios, secretarías, federaciones, asociaciones y más, claro que sí, dejan mucho que desear. Hay que cambiarlos, sancionarlos si hay mérito para ello, pero en ningún caso quienes participan en los distintos eventos deportivos representando a Ecuador tienen que renegar por ello. Aun conociendo todas las limitaciones los soldados van a la guerra dispuestos a todo, y ni la derrota y menos el triunfo les sirve para avergonzarse de su patria.