6 diciembre, 2024

¿Qué hace “buena” a una Universidad?

Responder a la pregunta de qué hace buena a una universidad puede parecer sencillo, pero tiene algo de trampa, porque dependerá del modelo de universidad que se considere adecuado (Arrondo y Egido, 2009).  Por ejemplo y sin pretender encasillar en un modelo único, una Universidad como Massachusetts Institute of Technology (MIT) o como Cambridge preponderantemente se han inclinado hacia la investigación y lideran en ese campo.  La de Oxford prioriza la excelencia en la docencia y la preparación de los estudiantes para el mercado laboral.  Caltech centra su modelo en la formación práctica y técnica de sus estudiantes (Navarrete y Pomeda, 2015).

También dependerá de la percepción social y subjetiva del consenso de la opinión pública la calidad de cada institución. En Ecuador, según el QS World University Rankings del 2024, entre las 100 mejores universidades de América Latina y el Caribe, se encuentran la Universidad San Francisco de Quito, la Escuela Politécnica del Litoral y la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.  El indicador de reputación académica representa el 40% de la puntuación total y se basa en las opiniones de expertos en educación superior.

Y por supuesto que también dependerá de los presupuestos. Aquí las diferencias entre las universidades mencionadas son, literalmente, incomparables con las ecuatorianas: 

Universidad Presupuesto (2023) 
Harvard University $6.1 mil millones (a)
University of Texas System $29.1 mil millones (b)
Yale University $40.7 mil millones (c)
Universidad San Francisco de Quito $43 millones (2021) (d)
Escuela Politécnica del Litoral $64.5 millones (2020) (e)
Pontificia Universidad Católica del Ecuador $40 millones (2023) (f)
  1. Fuente: Harvard University, 2023.
  2. Fuente:  University of Texas System, 2023.
  3. Fuente: Yale University, 2023.  
  4. Fuente: Universidad San Francisco de Quito, 2021. 
  5. Fuente: Observatorio de Gasto Público, 2020.
  6. Fuente: Pontificia Universidad Católica del Ecuador, 2023.

Pero mi intención no es opinar sobre los indicadores medibles que permiten comparar el desempeño de las universidades y evaluar objetivamente su calidad.  Para ello está el Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CACES) que es el organismo encargado de hacerlo sobre la base de la gestión, infraestructura, principios y valores, docencia, personal académico y estudiantes, investigación e innovación, vinculación con la sociedad y la capacidad que tiene la universidad para asegurar su calidad por sí misma. 

Mi intención es más humilde.  Les propongo 6 elementos que, aunque estén en presentes en los indicadores de calidad citados en el párrafo anterior, hacen en mi parcial y falible opinión de una universidad, una buena universidad.

  1. Los conocimientos que adquieren los estudiantes

Dentro de la calidad académica se podría “medir” a través de los conocimientos adquiridos por los egresados, cuánto han aprendido en la universidad y para qué les ha servido.  Y no se conviertan las primeras experiencias laborales en verdaderos descubrimientos, inéditos aprendizajes y frustraciones por la imposibilidad de aplicar lo aprendido.  Para ello los docentes universitarios deben estar en pleno contacto con el mundo laboral dónde desempeñarán futuros trabajos sus estudiantes.  Me parece inconveniente que haya docentes médicos, docentes en pedagogía, docentes ingenieros que no estén, cada uno respectivamente, en contacto diario con la salubridad, el vasto campo educativo de la educación inicial, primaria y secundaria o  el mundo de las ingenierías, a nivel público y privado, desde puestos de liderazgo y puestos operativos.

  1. La empleabilidad: de la Universidad al trabajo

La empleabilidad es otro indicador crucial. Si los graduados de nuestras universidades encuentran trabajo rápidamente y dignamente remunerado después de terminar sus estudios, indica que su formación es valorada por el mercado laboral. Con mayor frecuencia tristemente escucho testimonios de jóvenes profesionales que no encuentran fácilmente trabajo en su área o que tienen que dedicarse a trabajar en tareas poco relacionadas con su titulación de tercer nivel porque el sueldo a recibir es significativamente menor a ser chofer de Uber, traer encomiendas de USA o ponerse un negocio propio totalmente alejado de su formación universitaria. Si la universidad maneja índices altos de una inserción eficaz en el mercado laboral de sus egresados, si se tienen datos sobre la vivencia gratificante de su vocación, la Universidad hará cumplido uno de sus principales cometidos y será una “buena Universidad”.

  1. El sentirse orgullo de su alma mater

Quienes reconocen la importancia de su alma mater en sus trayectorias profesionales y lo ponen de manifiesto con frecuencia, aunque sea de una universidad no de élite, ni la más costosa, constituyen un indicador que tiene que ver la asunción propia del reconocimiento y prestigio de su universidad. Una buena universidad debe ser reconocida antes que nadie por sus propios estudiantes.  Y cuando se gradúen y trabajen o accedan a cargos públicos se les escuche cuánto se enorgullecen de haberse formado en su universidad, los profesores eminentes de quienes recibieron sus clases magistrales.  Hoy cada vez menos, pero siempre siento una gran admiración cuando a un profesional le escucho decir: “Yo fui alumno del profesor tal” o “El profesor tal elogió mi artículo o mi ponencia”.  Eso es también ser una “buena Universidad”.

  1. La investigación de “alto impacto”

No se trata de colisionar contra nada o ser violentos.  Se trata de producir investigaciones que realmente sirvan a la colectividad, fomenten la creación de nuevos conocimientos, ayuden a la producción nacional con bienes y servicios de calidad y nos ofrezcan elementos para ser más humanos y para la práctica de la ética. Estudios como el de Jiwon Han (2016), que analizó qué ocurre en una taza de café cuando una persona camina marcha atrás. Como el de Saxe (2019) que pretende contestar, entre otras, a estas preguntas de investigación “¿Qué es la historieta anal? ¿Puede haber una ciencia anal? ¿Qué sería una ciencia anal?”; como el de Zorrilla (2017) titulado “Las aventuras sado-masoquistas de un lion en cage: una lectura queer de la obra El mendigo chupapijas” -es un desperdicio hacer un comentario-; o el trabajo sobre la personalidad de las piedras de Avis et al., (2014), creo que sirven para poco, muy poco o nada. Las instituciones que no generan investigación seria, útil, ética y relevante difícilmente podrán ser consideradas “buenas” en términos de calidad académica. 

La creación de conocimiento es una de las principales funciones de una universidad y para ello, se debe producir investigaciones innovadoras y de alta calidad no solo para avanzar en el saber, sino también fortalecer la enseñanza, fomentar el pensamiento crítico y la resolución de problemas sociales y científicos. Sin investigación significativa, una universidad pierde su capacidad de influir positivamente en la sociedad y de formar profesionales competentes y comprometidos con el progreso. Una universidad que carece de este tipo de investigación no es una “buena universidad”.

  1. La biblioteca, el faro de la universidad

La infraestructura y los recursos disponibles también juegan un papel crucial. Una buena universidad debe contar con laboratorios modernamente equipados y el uso de la tecnología debe ser lo cotidiano, los espacios rodeados de naturaleza y los destinados para el deporte y la vida artística contribuyen al desarrollo integral de los estudiantes.  Pero me detendré a reflexionar sobre un lugar que, lamentablemente, ha ido perdiendo su lugar privilegiado en las universidades ecuatorianas: la biblioteca universitaria. Hace pocos años, era común ver a estudiantes y docentes leyendo libros sentados en el pasto o en la cafetería de la universidad.  Hoy este tipo de lectores son una especie en extinción, quizá el faro de la universidad se esté apagando. 

Es cierto que los millones de libros electrónicos disponibles en repositorios bibliográficos son un recurso invaluable. Sin embargo, una universidad cuya biblioteca tenga una dotación reducida de libros físicos, que no adquiere textos nuevos con regularidad, que dispone de pocas publicaciones escritas y editadas por sus propios docentes, y que no ofrezca espacios cómodos, silenciosos y funcionales para la lectura o escucha de libros físicos y electrónicos, difícilmente podrá considerarse una buena universidad.  Bibliotecas universitarias que permitan el acceso a la ciudadanía, que preste -o regale- libros con facilidad, que estimulen la lectura, que tengan un horario extendido más allá de la jornada laboral son rara avis en nuestros contextos locales. Personalmente conozco algunas bibliotecas como la de la Universidad San Francisco de Quito, de la Universidad del Azuay, de la Universidad de las Américas, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y la Universidad Técnica Particular de Loja, ellas son algunos ejemplos de bibliotecas de una buena universidad.  

  1. La inclusión y la diversidad

La inclusión y la diversidad son esenciales para crear un ambiente educativo enriquecedor. Las buenas universidades fomentan un entorno donde se respetan y valoran las diferencias culturales, étnicas y socioeconómicas. Por razones de longitud de texto, me limitaré tan solo a decir unas pocas ideas sobre la inclusión.  Las universidades que se adaptan para recibir a estudiantes no videntes, con dificultades auditivas, con escasa movilidad e incluso con dificultades cognitivas, siempre las he considerado como buenas universidades.  Universidades que se adaptan a las necesidades de estudiantes universitarios quichua hablantes son también un ejemplo de inclusión y diversidad.  Conozco pocos docentes universitarios con discapacidades.  En la Universidad Tecnológica Indoamérica, donde últimamente presto mi servicio a la docencia, el director de publicaciones es un colega no vidente.  En la Pontificia Universidad Católica también conocí a una docente que, debido a una enfermedad, tenía dificultades para movilizarse.  En ambos casos, no solo eran testimonios vivientes de superación sino también de excelentes docentes.  Seguramente como ellos hay más, pero todavía son pocos. Imaginémoslo por un instante: Habría una verdadera revolución educativa si existiesen más docentes así, y para ello la universidad necesita abrirse a recibir a más estudiantes con esas características.  Eso solo lo hacen las buenas universidades.

 

Trabajos citados

Arrondo, V.M., y Egido, L.T. (2009). Tres modelos para la Universidad. Revista De Educación, 477-489.

Avis, M., Forbes, S., y Ferguson, S. (2014). The brand personality of rocks: A critical evaluation of a brand personality scale. Marketing Theory14(4), 451-475.

https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1470593113512323

Consejo de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior (CACES). (n.d.). Universidades y escuelas politécnicas. Recuperado de https://www.caces.gob.ec/universidades-y-escuelas-politecnicas-3/

Han, J. (2016). A study on the coffee spilling phenomena in the low impulse regime. Achievements in the Life Sciences10(1), 87-101. https://doi.org/10.1016/j.als.2016.05.009

Harvard University. (2023). FY23 financial overview.

https://finance.harvard.edu/files/fad/files/fy23_financial_overview.pdf

Navarrete, F.C., y Pomeda, J.R. (2015). Cambios y tendencias en la Educación superior: Los retos para la Universidad. http://www.encuentros-multidisciplinares.org/Revistanº49/Fernando_Casani,_Jesús_Rdez._Pomeda.pdf

Observatorio de Gasto Público. (n.d.). El presupuesto de las universidades: Dinero bien gastado. Recuperado el 14 de julio 2024, de https://www.gastopublico.org/informes-del-observatorio/el-presupuesto-de-las-universidades-dinero-bien-gastado

Pontificia Universidad Católica del Ecuador. (n.d.). Rendición de cuentas. Recuperado el 14 de julio 20204, de https://www.puce.edu.ec/calidad-en-la-puce/calendario/

QS Top Universities. (n.d.). Latin America and Caribbean overall. Recuperado de https://www.topuniversities.com/latin-america-caribbean-overall 

Saxe, F. N. (2019). Historieta anal: cuando el cómic nos abre el culo (y nos gusta). https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/136179

University of Texas System. (2023). FY 2024 operating budget summaries. Recuperado de https://www.utsystem.edu/sites/default/files/documents/report-state/2023/operating-budget-summary-system-fy-2024/fy-2024-operating-budget-summaries.pdf

Universidad San Francisco de Quito. (2021). Estados financieros auditados PWC al 31 de diciembre de 2021. Recuperado de https://www.usfq.edu.ec/sites/default/files/inline-files/Estados%20Financieros%20Auditados%20PWC%2031%2012%202021%20web%20%281%29.pdf?itok=SKe6yvNZDa

Yale University. (2023). FY24 public budget book. Recuperado de https://your.yale.edu/sites/default/files/fy24-public-budget-book.pdf

Zorrilla, N. L. (2017). Las aventuras sado-masoquistas de un lion en cage: una lectura queer de la obra El mendigo chupapijas. Orbis Tertius22. https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.7835/pr.7835.pdf

Artículos relacionados

Dos pasitos p’adelante y uno para atrás

Es el sistema comunista.

Acá es una copia, hecha baile, en que los ineptos del gobierno se enredan entre si, para pisar los juanetes de los ciudadanos: ¡Que si subo, no subo! ¡Que no pago, y sí pago! ¡Que no hay fraude, y hacen fraude!…

Una muestra de la ignorancia es la actitud de Vallejo: ¡Al diablo el pueblo, si yo estoy bien! Que ignora que las “Doras” las adquieren la gente de escasos recursos por motivos esenciales: Lavan para otros y ganan alguna cosa; lavan su ropa y tienen tiempo de ir a trabajar (claro que ahora ellos van a liquidar las fuentes de empleo);

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×