18 abril, 2024

“José de Villamil y la anexión de las Islas Galápagos a la República del Ecuador” del historiador Benjamín Rosales.

Título atractivo para invitarnos a su lectura fundamentada en amplia como detallada bibliografía de quién fue el general José de Villamil y su anhelo de que las islas encantadas pertenezcan al Estado de Ecuador (1831), lo cual me ha permitido -creo debe ser la labor de todo investigador histórico imparcial- aclarar, reafirmar, corregir, cualquier distorsión que infunda y pretenda parcializar el verdadero acontecimiento histórico ejecutado por nuestros antepasados.

Esta labor apasionada del general Villamil, debo manifestar me era casi desconocida, no  lo ateniente a la actividad política en el proceso independentista octubrino en cuya casa de fraguó la Declaración del Nueve de Octubre de 1820, proceso al cual me referiré brevemente con la anuencia del historiador.

Nos ha trazado una revisión del quehacer del general Villamil en cuanto al procedimiento de anexión de las Islas Galápagos y avanzar en la colonización de los ríos amazónicos, para lo cual ha tenido la múltiple prolijidad de hallar no en uno sino en varios autores y documentos y narrarnos los momentos agobiantes o pletóricos de nuevos ideales por esta patria sentida como propia. 

Ejemplo, la tenacidad para lograr dicho encomio a través del proyecto colonizador sea por la explotación de orchilla, desarrollo de agricultura y ganadería, pesca de ballenas, explotación de carbón de piedra y de guano, es decir, apuntaba a varios pretendiendo sembrar interés en las autoridades ecuatorianas para justificar su anexión territorial. Verdad, no ocurrió ninguno de esos quehaceres ni poder atraer a socios amigos, debiéndose frustrar momentáneamente sus planes a costa de exponerse a la disminución de sus propios recursos económicos.

No fue hasta el 12 de febrero de 1832 que, oficialmente, es integrado el archipiélago a la soberanía ecuatoriana mediante la expedición comandada por el coronel Ignacio Hernández dispuesta por el general Flores en calidad de presidente del Estado del Ecuador y del Prefecto de Guayaquil, el prócer José Joaquín de Olmedo, organizador de la misma.

Y, ¿qué decir respecto al Oriente o Región Amazónica y sus ríos?

En su viaje hacia su lugar natal (New Orleans) y navegar por el río Misisipi observó a los navíos a vapor. Regresado al Ecuador propuso establecer puertos libres en los afluentes del Amazonas tal como lo hacían Perú y Brasil. Ante esta circunstancia es obvio preguntarnos ¿cuál hubiera sido la suerte de nuestro Oriente de haberse puesto en práctica dicha iniciativa? 

Respuestas podría surgir muchas; pero, ante la realidad nacional vemos lo negativo que resultó la casi ninguna integración del Oriente Ecuatoriano.

Sobresale la identificación patriótica de un personaje sin ser ecuatoriano de cuna, lo fue por sentimientos de fidelidad e identidad, procurando el afianzamiento de nuestra futura República del Ecuador respecto al Oriente y las Galápagos, éstas últimas constituye en la actualidad la vigésima cuarta provincia ecuatoriana.

Para el caso del general José María Villamil, personaje decisivo, diría, en la Gesta del Nueve de Octubre de 1820, no se justifica dejar de mencionar, brevemente, la actuación interrelacionada con Bolívar y nuestro personaje.

Bolívar arrasó y aplastó “manu militari” el proceso constitucionalista de la provincia Libre de Guayaquil el 13 de julio de 1822 defenestrando a los miembros de la Junta de Gobierno, proclamándose dictador y estableciendo un gobierno de facto.  Podríamos indicar fue el primero en nuestro medio, quedando históricamente de mal ejemplo para las posteriores autoridades. 

A pesar del tiempo y la tecnología existente, conocer más documentos investigativos en extensa bibliografía, más apertura de archivos, aún se mantienen la creencia equivocada manifestada en expresiones como “Guayaquil debe mucho, todo a Bolívar, su independencia no fue sola…”, lo cual hiere, indudablemente, la sensibilidad cívica y facilita mantener mentiras históricas, permitiéndonos recordar hechos inequívocos y que contradicen lo antedicho como: 

La situación política-jurídica que vivía la Provincia Libre de Guayaquil permitió el arribo de tropas colombianas al mando de Sucre (6-mayo-1821) a la Punta, así llamada en esa época a la hoy Provincia de Santa Elena en donde España no tenía presencia, precisamente, por el proceso constitucionalista octubrino, primero la Declaración del Nueve de Octubre de 1820; luego, se afirmó y ratificó con la convocatoria hecha por el prócer Olmedo a 27 jurisdicciones de la Provincia a fin de nombrar delegados, llegando a un número de 57 diputados de dichas localidades teniendo como finalidad: nombrar autoridades y promulgar la carta magna, el Reglamento Provisorio Constitucional de la Provincia Libre de Guayaquil, acaecido en los días 8 al 11 de noviembre de 1820.

Afianzado el proceso constitucionalista inmediatamente se formó la División Protectora de Quito, integrada y financiada por los dirigentes guayaquileños, cuya finalidad fue la de lograr la independencia de toda la territorialidad de la Real Audiencia de Quito y, desde ahí a pesar de los reveses militares sobreponiéndose, conquistar el triunfo el Veinticuatro de Mayo de 1822, donde actuaron a más de guayaquileños una conjunción de colombianos, venezolanos, peruanos y algunos extranjeros.

José de Villamil se interesó por el anhelo independentista y de su integración territorial, lo cual nos da una visión de estadista hacia una tierra que no era suya sino por afinidad y fidelidad donde había formado su hogar con una dama guayaquileña, anclaron su personalidad en este suelo que debe ser bendecido por todos los que nos llamamos ecuatorianos no solo por nacimiento sino por afectividad. 

Hoy más que nunca necesitamos valorar a nuestros próceres y mártires y con ello valorarnos a nosotros mismos en la esencia de nuestra ecuatorianidad. 

Gracias. Votos porque siga fructificando más estudios sobre el particular.

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