24 abril, 2024

La felicidad

Todos la quieren, la anhelan, la buscan. Es lógico, fuimos creados para alcanzarla, el error común de los hombres, es que la buscamos en cosas o lugares equivocados, precisamente en aquellos que no la pueden dar.

El hombre fue creado para trascender, somos cuerpo y alma; fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, tenemos inteligencia y sobre todo libertad. Nuestro fin último, es volver a Él, pero escogiendo libremente la opción de vivir de acuerdo a la leyes morales de la Sociedad y de Dios. Estamos hechos para preferir el Bien, la Virtud, el Amor, para conmovernos con la Belleza, la Virtud, el Heroísmo, en definitiva con toda acción o sentimiento noble.

Platón dice que el bien es la idea suprema y que el mal, la ignorancia, lo opuesto. Sócrates identificaba la bondad con la virtud moral y a ésta con el saber. La virtud es inherente al hombre por naturaleza y los valores éticos son constantes, el mal es el resultado de la falta de conocimiento. Según Aristóteles, el ser humano tiende naturalmente a la felicidad, es evidente, no necesita explicación. “Y aunque es bueno perseguir el bien de cada uno, es mejor y más elevado perseguir la felicidad de todos”. Así, Etica y Política se dan la mano, porque nuestras acciones deberían estar acompañadas de aquellas, que busquen que los demás también tengan una vida igualmente feliz.

Santo Tomás agrega que el objeto de la voluntad humana es necesariamente el bien y que el hombre fue creado para contribuir a él. La humanidad, sin embargo busca la felicidad donde no está, algunos lo quieren encontrar en el Poder, la mayoría para beneficio personal; otros en la Riqueza, muchas veces mal habida o de dudosa procedencia. Estos, si los adquirimos o usamos indebidamente, poco favor nos pueden hacer. El Poder y la Riqueza, si los llegáramos a tener, los deberíamos usar para servir o ayudar a resolver los problemas de los demás.

La riqueza bien usada es bendecida, especialmente para producir mayor riqueza, dar empleo y mejor calidad de vida a todos, retribuyendo justamente y compartiendo sus beneficios, permitiendo a nuestros colaboradores crecer humanamente. La Riqueza, aplicando la Justicia, sin engañar, perjudicar o explotar a nadie.

La búsqueda de placeres y satisfacción propia es otra equivocación, de querer encontrar la felicidad donde no está. Una vida desenfrenada, de vicios o placeres, normalmente termina en mayores males, en nuestra propia destrucción y en una vida vacía de significado o de utilidad. La lucha permanente de liberarnos de nuestras miserias y todo tipo de egocentrismo debería ser otra prioridad.

Está comprobado que una conducta recta, el cumplimiento de la ley, las buenas costumbres y el respeto a los demás, nos permiten individualmente y como sociedad, ser más felices; llevar a cabo una vida más plena, dejar un legado positivo a la sociedad. En definitiva, se trata de vivir la vida con el ideal de volver a Dios, nuestro Creador y hacer Su voluntad.

El Papa Francisco insta a los ciudadanos honestos, bien formados, que no se abstengan de participar en funciones públicas, por el contrario pueden dar ejemplo y ser agentes activos de contribuir a que La Sociedad en su conjunto, sea más feliz.

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