9 diciembre, 2024

Medardo Ángel Silva y Evangelista Calero

Ambos vivieron en Guayaquil, ciudad que en 1896 había sido destruida por un dantesco incendio, pero seguía siendo lugar de oportunidades. Razón por la cual Calero, nacido en Guaranda había decidido buscar futuro en nuestra ciudad. Ambos representan el lado opuesto de las aspiraciones del ser humano. Décadas atrás Laurence Peter publicó un libro titulado Principio de Peter en el que afirma que en toda sociedad hay una jerarquía de aspiraciones. La gráfica de su principio es una escalera en la que las personas se van quedando en los diferentes escalones y muy pocos continúan subiendo. En palabras del autor el rato en que una persona decide no continuar trepando “ha alcanzado un nivel de incompetencia”. Su estado mental, conocimiento y habilidades le impiden seguir en su camino ascendente. Para analizar la mencionada jerarquía seleccioné a Silva Rodas y Calero Gaybor.

Calero Gaybor representó al auténtico emprendedor, sin recursos económicos y con terribles desventajas, como no saber leer ni escribir, se auto educó y convirtió en uno de los más prósperos empresarios de Guayaquil de las primeras décadas del siglo XX. Nació en Guaranda y viajó al puerto a los 10 años; se empleó como mandadero, luego trabajó en una carpintería y en una zapatería donde aprendió el oficio. En 1895 estableció una fábrica artesanal de zapatos, donde elaboraba 50 pares diarios. Como era analfabeto contrató un profesor, quería instruirse. Un incendio destruyó su almacén, pero no perdió tiempo lamentándose, logró recuperarse y hacia 1909 ya era dueño de una zapatería que tenía un capital de 40,000 sucres. En 1923 estableció la Compañía Anónima Sociedad Manufacturera de Calzado (SMC)que funcionaba en Riobamba con un capital de 400,000 sucres. La maquinaria fue estadounidense, así como el técnico que contrató, para manejar la producción. El calzado Calero fue adquirido por todas las clases sociales en el país. En esta inversión entraron como accionistas, empresarios guayaquileños: Efrén Aspiazu, José Santiago Castillo, Francisco Urbina Jado y Jaime Puig Arosemena. Para 1926, el capital había aumentado a 800,000 sucres. Con los años compró a los inversionistas todas las acciones de SMC. En 1933 fue legislador suplente en representación de los industriales y posteriormente concejal del Municipio de la ciudad. En Guayaquil su almacén estaba frente al Correo en la calle Aguirre, lo recuerdo, mi madre me llevaba a comprar zapatos. Abrió sucursales en las principales ciudades del país. A través de los años adquirió valiosas propiedades en el centro de Guayaquil y construyó un edificio de 8 pisos, uno de los más altos de la ciudad en su época. Circa 1945 daba trabajo a 500 personas. Como había tenido una niñez muy triste construyó el Teatro Calero. Falleció en 1954 y pocos años después sus negocios desaparecieron. Calero no tuvo ningún interés en quedarse en los primeros peldaños de la escalera de aspiraciones. Nunca estuvo satisfecho con lo que hacía, quería hacer más.

Silva Rodas fue todo lo contrario. Nació pobre, pero no tanto como Calero. Fue profesor de escuela, periodista en diarios y poeta; es considerado como uno de los grandes. Él no vio a Guayaquil como ciudad de oportunidades, fue solitario, se aisló de sus propios colegas. Sus escritos están llenos de pesimismo, sufría y como señala Michael Handelsman, “su prosa fue su vehículo de protesta” Sus escritos dan la impresión que Silva Rodas estaba en contra del progreso que se veía en Guayaquil desde fines del siglo XIX; estaba en contra de los “hombres prácticos” y a los que querían prosperar los llamaba burgueses. Handelsman comenta que en uno de sus escritos condenó a todos: “No es para ti burgués que llevas por corazón un dólar yanqui a cuyo precio venderías a tus hermanos y negarías a tu padre y a tu madre…” Silva termina su vida suicidándose. ¿Cuáles fueron las aspiraciones de este poeta? ¿Qué quiso hacer de su vida?

Lamentablemente en Ecuador tenemos muy pocos que no se cansan de seguir subiendo y hay muchos que se quedan en los primeros peldaños,satisfechos con lo que son y hacen.



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2 comentarios

  1. Lamentable realidad. Sin embargo, me aferro a la idea de que Guayaquil brillará. Espero vivir lo suficiente para verlo. Excelente su artículo como siempre Sr. Arosemena.

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