29 marzo, 2024

Vivimos una creencia falsa… 

Parecería que todo lo creado ha sido hecho para que lo conquistemos.

La verdad es que solo somos un accidente evolutivo que no fue planificado.

Peor aún que eso, constituimos una especie algo evolucionada y con una rudimentaria inteligencia.

Por simple deducción, en alguna otra parte de lo que denominamos universo o en los millones de otros universos que existen, debe haber alguna o algunas especies mucho más inteligentes que nosotros y con conocimientos que hacen primitivos a lo que ahora pensamos que son nuestros pensamientos supremos.

Sería absurdo pensar que somos la especie más evolucionada del universo y que seamos poseedores de un conocimiento tan grande que nos pone a nivel de una deidad.

La verdad de nuestro “infinito saber” es que ni siquiera hemos descubierto la cura para la resaca después de una noche de vinos.

Hay un sin número de circunstancias donde no podemos participar y mucho menos cambiar.

Una simple gripe no tiene cura.

Estamos desprotegidos frente a las agresiones de la naturaleza.

El conocimiento está dado por el aprendizaje.

Cada día sabemos más y conocemos menos.

Debemos volver nuestros ojos hacia nuestro interior para encontrar las respuestas a nuestras propias preguntas.

Sabemos cómo hacer llegar una nave espacial al planeta Marte, pero desconocemos de dónde venimos y a dónde vamos, después de morir.

Cada día descubrimos más cosas; cada día sabemos menos de ellas.

La razón de nuestra presencia en la vida, es el aprendizaje.

El sentimiento que matiza nuestra vida es el amor.

Este se presenta en todas las especies y se manifiesta en diferentes formas de expresión. 

Amar y aprender son la clave de todo.

La vida carecería de sentido sin el sentido de amar y saber.

Para encontrar a Dios, debemos buscarlo dentro de nosotros.

Somos una especie en constante evolución.

Así como somos más inteligentes que una cucaracha, hay especies en otros planetas más evolucionados que nosotros, con mayor conocimiento y también con otras formas de amar.

Es absurdo creer que el Dios que hizo el universo fue hombre, judío, chino o árabe.

La deidad es el más simple de los principios universales.

Es una energía suprema que creó todo y siendo infinita, cada día sigue igual que nosotros, aprendiendo y cambiando.

El amor, el conocimiento y la pasión, es lo que nos asemeja a la divinidad.

Cuando al morir evolucionemos a otro estado, con nuevas leyes físicas y formas diferentes, deberemos llevar en nuestra memoria el recuerdo de todo nuestro sentimiento vivido como amor.

De otra manera sería un sinsentido la vida y el sentir.

Somo una parte del todo.

El que no sabe todo no sabe nada, puesto que todo es parte de todo.        



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