7 octubre, 2024

Hablemos de lo importante…

En la actualidad solo hablamos de problemas. La política o el poder es lo que nos preocupa.

Lo trascendental en el ser humano es el amor… La paz es la consecuencia del amar.

Nadie habla de paz, nadie habla de amor, nadie tiene paz. Si en lugar de pelearnos, habláramos del amor, viviríamos en  un clima de tranquilidad.

Con el sosiego resultante de esto, conseguiríamos un equilibrio social permanente.

No existe en la humanidad un sentimiento que haga más infeliz a un  ser humano, que el amor no correspondido.

Cuando se quiere sin ser querido, el sentimiento de tristeza lleva a la desesperación y a tomar decisiones de no querer vivir.

Para quien ama y no es amado, no existe la vida.

El sentimiento de soledad y desasosiego es causado por la indiferencia del amado.

También  si el que no es amado, ve que su amado ama a otra persona, su amor se convierte en  odio.

En cuestiones de amor, solo se odia lo amado que no se tiene.

Es algo parecido al hielo y el vapor que son solo variantes de la misma temperatura.

El odio y el amor son solo variantes del mismo sentimiento.

La felicidad del ser común, es egoísta.Somos dichosos con aquello que nos hace felices.

Amamos porque nos sentimos amados.

Cuando el ser humano habla de amor, se refiere a su amor y cómo lo aman.

Para estas personas comunes el amor es sinónimo de la felicidad que se recibe de quien los ame.

Han existido seres extraordinarios que con su forma de amar nos han demostrado que el amor es todo lo contrario al amor común.

Este sentimiento  no puede ser egoísta.

Mientras la mayoría aman para que los amen, los seres extraordinarios solo aman para amar a quienes aman.

Estos seres aman por amar y no por recibir amor.

Sentir de esa manera es el más puro amor y lleva en su interior el auténtico sentido del sentir.

Jesús es un ejemplo de ello.

Durante su vida habló de amor y murió por él.

Encontró su felicidad en el dar sin recibir.

Para este extraordinario ser, amar era dar y su realización era mayor mientras más lo entregaba.

Esta forma de amor expresada en la época que vivió, convulsionó los cimientos del poder de los dueños del poder.

Los obligó a replantearlo todo. Lo hiso de tal manera, que se convirtió en un peligroso  anarquista que desestabilizaba las leyes de ese entonces. En un mundo de abusos y prepotencias, se apareció como un hombre extraordinario que hablaba de amor y de paz.

Llegó a ser tan peligroso el responsabilizarse por su muerte, que se montó la pantomima legal dentro de un juicio armado de antemano, para que sea el mismo pueblo el que decida la vida o la muerte entre el criminal Barrabás  y el loco que hablaba de un amor que no era de este mundo. 

Eso sí, para asegurarse que se eliminara al peligroso demente que hablaba de amor, mandaron a dos mil solados vestidos de civiles para que gritaran por la libertad de Barrabás. Lo hicieron sabiendo que la turba enardecida actúa como un atado de borregos que siguen al que les garantiza el mayor espectáculo de sangre.

Por eso murió Jesús; por hablar de amor.

Por eso fue tan peligroso;  había que matarlo.

En lugar de hablar de obediencia ciega al emperador, habló de amor entre hermanos y de la paz del reino de los cielos.

Hay otros seres para los que el amor está sobrentendido.

Es decir que se saben amados mientras se sobreentienda que son amados. Para estas personas amar significa que todo está bien.

Nunca dicen que aman a quién debieran.

Si la situación económica es buena, si hay salud y todo está donde debe estar, a pesar de no hablar 

de amor; eso es amor.

Yo por el contrario, pienso que el amor que no se dice es como el amor que no se tiene.

No me pertenezco al grupo de los amadores comunes, ni tampoco al de los amadores sobrentendidos.

Soy de los que necesitan amar para vivir y decirlo para subsistir.

Pertenezco a los que su realización se basa en amar a la persona amada.

Mi amor lo digo, lo trasmito y lo expreso a quien amo.

Como consecuencia de ello, quién lo recibe se siente amado por recibir ese sentimiento.

Concibo el querer como una pasión incontenible que fluye por sí mismo y nace del sentimiento que se lleva por dentro.

No puedo entender el sexo sin amor, así como tampoco la convivencia por conveniencia.

Uno no puede dar lo que no tiene y lo que se tiene es lo único que se puede dar.

Si se ama con brutal intensidad, solo se recibirá lo mismo.

Cuando uno ama; es amado.

Esta forma de amar no es común.

Para amar de esta manera se debe tener inteligencia y pasión.

En mi caso amé desmesuradamente a todos los que amé.

Esto puede ser un problema, ya que si no nos 

aman de la misma manera que amamos, recibiremos un amor común que jamás llenará el extraordinario amor que damos.

La forma cómo amo a quién amo, la he hecho sentir cada vez que he podido y en la forma que he tenido.

Lo he tenido que expresar en todas las formas existentes.

El que da más recibe más. El que da menos recibe menos.

El que ama de forma común necesita un amor de forma común.

El que ama con el amor sobreentendido, que busque un amor sobrentendido.

Soy un rebelde del amor.

Un ser sin limitaciones que si debe morir para vivir amando; morirá.

El amor es la energía que mueve el universo.

Es la fuerza que da sentido a la existencia.

Es el sinsentido que le da sentido a nuestra vida.

Amemos cada día como si fuera el último día para amar.

No sobreentendamos nada.

El amor es inteligencia y pasión.

Amar es la vida misma.

Es la razón por la que vivimos.

Amar es tan vital, que el mismo Cristo murió por amor.   

 

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Acaricio la campana y empiezo a escuchar el despertar de su silencio. El sonido son los latidos de su corazón. Su cantar pausado, continuo y rítmico sale de su boca abierta a la vida que da a conocer su presencia. La campana siempre es campana: avisa, enciende, revela, convoca, despierta, acompaña, abraza, suelta todo lo que se ha guardado, no deposita nada, da, entrega todo lo que es y no espera nada a cambio. Sólo ser campana, campana para cantar, campana para la vida.

La campana me anuncia que mientras la tengo en mis manos está conmigo, cuando la dejo en el rincón, duerme su vida olvidada. La campana es la cenicienta de los cuentos de hadas: duerme el sueño de vivir y vive la retumbar de estar despierta. Para despertar necesita ayuda, sola no puede despertarse, ¡pobre campana echada en un rincón o colocada en lo alto de la torre pendiente de la soga de quien se acuerde de tocarla! Sola en la esquina es el recuerdo de que puedo alcanzar pero puesta en manos es la alegría de ser campana y soltar maravillosamente sus dones, su vibrante cantar. Sonando es la alegría de ser campana, tirada en el piso es el olvidar que estamos vivos para ser fuego y tierra, bronce y circulo, agua y cebras corriendo sobre la selva virgen de los deseos.

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