19 abril, 2024

Mi persona favorita 

Subimos la loma en bicicleta, cada una en la suya y nos acompañaba Molly, la perrita. Estábamos en una parte bastante alta e inclinada y decidimos dar la vuelta y bajar. Al hacerlo sentí pánico, al ver atónita, como el timón de la bicicleta de Kary se salía de su lugar y tanto el timón como sus manitas se quedaban suspendidos en el aire, mientras ella y el resto de la bicicleta rodaban sin control cuesta abajo. Solo atiné a pedalear con fuerza lo más rápido que pude, al darme cuenta de que no la iba a alcanzar, salté de mi bici, la deje a un lado del camino y corrí con todas mis fuerzas hasta tratar de alcanzarla. Molly corría junto a mí. Las dos llegamos tarde. Kary rodó sin parar hasta el inicio de la subida de la loma. Gracias a Dios, solo fueron golpes leves y magulladuras, pero no podía caminar, un poco el dolor, un poco los nervios. Yo trataba de que Molly me entendiera y fuera a pedir ayuda a la casa, que estaba a unas treinta cuadras de donde nos encontrábamos. Pero Molly solo daba vueltas y ladraba alrededor de nosotras. Así que tuve que decirle a Kary que se apoye en mí (no podía cargarla porque ella ya estaba grande, casi de mi tamaño) y entre medio arrastrarla y semicargarla, con Molly caminando a nuestro lado, llegamos a la casa. Ya en la puerta grité: ¡Ayuda!, tuvimos un accidente. 

No era el primero de ese tipo que vivíamos juntas; hemos tenido algunas experiencias muy terribles, que gracias a Dios tuvieron siempre un final feliz. Y gracias, gracias a Dios, porque Kary es la luz de mi vida, mi motivo para seguir adelante, el ser más bello que he conocido, la niña de mis ojos, una niña especial, mi persona favorita. Con la que río y recobro la alegría de vivir, gracias a sus ocurrencias. 

“Desde, el día en que te vi
Sentí como que ya te conocía
Un minuto fue suficiente y ya sentía quererte
Me encanta que seas tan ocurrente
De repente dices cosas que me vuelan la mente simplemente
Pero siempre estás presente
Aunque no pueda verte
De locura casi estamos igual
De un día a otro me volví tu mega fan…” 

Así como las películas, los libros y las circunstancias inspiran, las canciones también lo hacen. Y esta canción “Mi persona favorita” de Río Roma, me inspira a diario cuando pienso en ella. 

Se parece mucho a mí, no físicamente, pero si en las cosas que pasan por nuestra cabeza. Tenemos muchas cosas en común, como por ejemplo, nuestro personaje favorito de las princesas: Blanca Nieves. 

Los hijos suelen heredar muchísimas cosas de sus padres, también de sus abuelos; no solo los rasgos físicos y las enfermedades, como se cree comúnmente. También los gustos, las emociones, hasta las esperanzas. Físicamente, Kary es muy parecida a mi mamá; pero tiene cosas de la Nona (la abuela paterna) que muy al estilo “Reina Elizabeth”, no suelta nunca su cartera. 

Cuando estaba embarazada de Kary, me pasaba el día entero escuchando una canción de Nino Bravo, “Noelia”. ¡Me gustaba tanto esa canción! Suponía, mientras la cantaba, que así se iba a llamar mi hija. Pero no todo pasa como uno lo prevé. El papá de mi niñita, fue la registró como Karyna María y mis expectativas de otro nombre, se quedaron en eso, expectativas. Kary nació a los ocho meses de embarazo, con su piel blanca como la nieve, su cara roja como la sangre y su cabello de un color café oscuro, casi negro; debo agregar sus bellos ojos color miel. 

Su historia, brevemente,  la contaré con toda la fuerza del amor. Y lo hago, intentando perdonar y perdonarme y también para contribuir de alguna manera con aquellas personas que puedan transitar por situaciones parecidas… como ya sabemos, nadie es perfecto y no nacemos con un manual de cómo ser buenos padres, bajo el brazo. Aprendemos al andar… 

A los cuatro meses mi hijita tuvo que ser sometida a una cirugía abdominal por hernias bilaterales. Ella gemía en las noches, desde muy tiernita, del dolor… 

De esos accidentes como el del inicio del relato recuerdo dos tremendamente horribles, como para pararle el corazón a cualquiera. 

Una tarde, regresando de mi trabajo, abrí la puerta de entrada del departamento en que vivíamos, desde la cual se podía ver el amplio balcón. Ahí sentadita estaba Paula, la hermanita mayor de Kary, quien puso su dedito índice en la boca indicándome que haga silencio. Levanté la mirada y vi a Kary trepada en la jardinera; su zapatito estaba enganchado en la rama de una planta, el resto del cuerpo estaba suspendido en el aire del cuarto piso, a donde vivíamos. Kary gritaba: “Madona, Madona”, llamado a un caballito que vivía en un patio en la casa de al frente. Paula intentaba ver como la sostenía para que no cayera, movía lentamente su mano para tratar de alcanzarla, sin que Kary lo note. Yo viví la distancia más eterna de mi vida, desde la puerta hasta el balcón. Mis piernas pesaban como si fueran de plomo. Llegué con las completas, agarré su pierna y lancé a la niña contra mi pecho mientras caíamos en el piso del balcón. Luego, con la niña abrazada a mí, me senté al lado de Paula, mientras sentía que el corazón se me salía, el cuerpo me temblaba y por unos segundos, la vida se me iba de las manos. Al día siguiente fue el señor que puso rejas en todo el balcón. Pero, la pregunta es: ¿Y la niñera? ¿A dónde estaba? No lo sé, no recuerdo ni quién era. Lo cierto es que cuando hay niños en casa, hay que tomar miles de precauciones, incluso estando uno ahí, más aún si hay que salir a trabajar. Por favor, mamás del mundo, no se confíen de nadie, ni de nada, y ninguna medida por exagerada que parezca lo es, si se trata de cuidar la vida de nuestros hijos. 

Y la otra experiencia similar pasó a en la terraza del departamento, había un juego de columpios. A Kary le encantaba mecerse superfuerte, y a mí me parecía peligroso. Me puse a mecerla, estaban ahí las niñeras de las dos niñas, Paula, Kary y yo. No sé qué me pasó, porque inexplicablemente, la mecí muy fuerte. Impulsé demasiado hacia delante y arriba al columpio, distraída en una conversación, cuando debí estar concentrada en la niña. Vi a la niña como aflojaba sus manitas del columpio y salía volando por el aire mientras yo caía desmayada. Ella cayó y se golpeó la carita. Le hicimos exámenes y todo estaba bien. Pero el trauma se quedó grabado en mí y lo comparto, porque hay que saber que en ocasiones pueden ocurrir cosas inexplicables, por las que tenemos que perdonarnos, ya que si las mantenemos ahí flagelando nuestro pensamiento, todo el tiempo acaban enfermándonos y haciendo mucho daño. 

Kary creció, y tuvo que pasar por pruebas muy duras, en una etapa de su vida, puesto que ella no era la típica niña, como todas, ella era una niña especial para muchas cosas, como por ejemplo, habló después que el común de los niños y debió acudir todas las tardes a una terapista de lenguaje y a otra de motricidad. Leía y escribía diferente, pintaba paisajes extraños, y hasta ahora lo hace, a ella le gusta la pintura abstracta. Se le hacían exámenes frecuentemente para ver que todo vaya bien a nivel cerebral, y gracias a Dios, así fue. Sin embargo, y pese a que tuvo excelentes tutoras y profesores en los colegios en donde estudió, también hubo personas que no supieron valorar el inmenso corazón de Kary, su inteligencia diferente y su voluntad para superar las cosas. Fue sometida a presiones absurdas e inclusive en el colegio a donde curso la primaria fue víctima de un bullying horrible; dos de sus compañeros se orinaron en su termo, su mochila y le destruyeron un diccionario que ella usaba (con letras grandes que le facilitaban la lectura). Su papá y yo hablamos con la autoridad del plantel, pero todo fue en vano. Otro bullying adicional sufrió en el bus que la llevaba y traía a casa. Yo era de la idea de sacarla y ponerle una profesora particular, pero su papá decía que ella debía afrontar la vida como era… 

Fueron momentos muy difíciles para todos, viéndola acostada en su cama, deprimida y con fiebre del terror que estaba viviendo. 

Una amiga maravillosa nos ayudó los últimos meses de ese horroroso año escolar, para sacarla del bus. Kary iba con ella y volvía a casa con su papá. Así termino la primaria, pero creo que la sometimos a una tortura innecesaria. Los niños que hicieron esos actos de vandalismo y terror, la verdad, no recuerdo sus nombres, y mejor, no quiero guardar rencor en mi corazón. Kary mismo ha escrito sobre eso y ha perdonado, lo que ha sido un aliciente para su corazón y un bálsamo para sus sentimientos. 

Algunas personas nos sugirieron llevar esto a los tribunales, pero decidimos no someterla a más enfrentamientos, sabemos que ese colegio tiene algunas demandas y ahí sigue en pie. Pero, bueno, agradecemos por lo bueno, y que de lo malo Dios los perdone. 

Kary, mi compañera de caminatas, de baile, de clases de natación, de CrossFit, y de casi todo; la que me hace reír, la que me pidió que le busque a un príncipe chino para casarse con él. La que me dijo que iba a vivir como hippie por las veredas y yo pasaría con mis amigas y tendría que conformarme diciendo: miren a mi hija, es ella. La que me cuenta historias de sus artistas favoritos y “sus fanes”. La que ama a sus mascotas y son sus mejores amigos. Ha publicado dos libros de cuentos cortos (los dos premiados) y ya casi está por terminar su carrera de arte. 

Su vida es un ejemplo de motivación para todos quienes la conocemos y la amamos. Para mí, es el motor que me hace pensar que un instante más de vivir a su lado, para apoyarla y reír con ella, vale la pena. Yo la veo como la niña más preciosa del mundo. Ella lo vale todo, es linda por fuera y por dentro, tiene una capacidad de razonar que nos deja a todos sin palabras y cuando estuve muy mal, por problemas de salud, me enviaba por Instagram un hermoso video que decía algo así: “¿Crees que es coincidencia de que tantos millones de mujeres en la tierra, tú hayas sido mi mamá?” 

Kary es mi mayor bendición y mi más grande tesoro. 

Madres y padres del mundo, ¿un hijo especial? ¡Todos los hijos son especiales!, hay unos que son más que especiales porque son superhumanos porque no se adaptan a lo común y son demasiado auténticos. Siguen sus reglas, no las absurdas reglas que la sociedad quiere imponer, y viven bajo el lema de la sinceridad y la autenticidad. Amen a esos hijos con toda la fuerza de su corazón, que ellos sean su orgullo y la motivación para sus vidas, pues de ellos aprende toda la familia, aprende la sociedad, mucho más de lo que uno pudiera imaginar. 

“… Ya eres mi persona favorita
Cada minuto a tu lado es genial
Y no hay nadie en el mudo mundial
Que ame más que estar contigo
Cada momento lo haces especial
Tú eres mi persona favorita
Y aunque no siempre lo ando diciendo
Es buen momento decirte que te quiero, te quiero y siempre así será
Y siempre así será y siempre así será”.

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Siendo tan iguales somos tan distintos…

Mi vida ha sido bendecida con muchos regalos de dios. Uno de los más hermosos fue tener a mi padre como padre. Aparte de ser mi papá, fue mi hermano mayor y los años cercanos a su muerte; mi hijo.

Por encima de todo lo que este ser maravilloso significó para mí existencia; fue sin duda alguna mi mejor amigo. Era un hombre carismático y poseedor de una sonrisa que iluminaba las oscuridades. Tenía el optimismo personalizado bajo su piel y su accionar solo tenía sentido si lo hacía para dar sentido al accionar de los demás.

Muchos de sus problemas personales fueron los problemas personales de otros, que los hizo suyos debido a la imposibilidad de no poder dejar de hacerlos suyos.

La gente lo quería. Acompañarlo a cualquier parte significaba estar al lado de un hombre al que constantemente la gente saludaba o abrazaba para testimoniarle su cariño. Tuvo mucho éxito en lo que hacía y fue muy reconocido por ello. También hubo personas que por envidiarlo no lo querían.

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