19 marzo, 2024

“Apadrina una escuela” o ¿La disimulada ausencia del Estado en la Educación?

La joven Ministra de Educación soltó, hace pocas semanas, la noticia que las instituciones educativas podrán recibir de empresas, gobiernos descentralizados y gente de buena voluntad: útiles escolares, equipos tecnológicos y de conectividad, alimentación escolar, materiales o mano de obra para construcción y ayuda económica, para repotenciación de infraestructura, acompañamiento pedagógico, dotación de mobiliario y equipamiento didáctico.  Toda esto, mediante una “estrategia solidaria”, coordinada por Ministerio de Educación, denominada “Apadrina una Escuela” (Ministerio de Educación, 2021).

La ministra reconoció que esta forma de colaboración no es nueva.  Efectivamente, en el pasado muchas escuelas pobres, particularmente de sectores rurales y urbano marginales, se organizaban con los padres de familia y, liderados por los docentes, juntaban lo que podían para dotar con lo indispensable (marcadores, arreglo y pintura de pupitres, colocación de puertas, arreglos de techos y baños) al centro educativo donde acudían sus hijos.  No solo se colaboraba con dinero -porque muchos padres apenas contaban con ingresos para la subsistencia, sino con sus propias manos, trabajando en lo que se necesitaba para que la escuela pueda iniciar sin mayores inconvenientes.  A veces, esta labor solidaria se lo hacía en silencio, a escondidas, para evitar que algún funcionario se entere e imponga alguna llamada de atención a los directivos que coordinaban este tipo de colaboración con los padres de familia. Algunos centros educativos secundarios, por ejemplo, los técnicos, establecían convenios con empresas para recibir equipos en desuso y los estudiantes puedan acceder en sus clases a las prácticas de electricidad, mecánica, administración, entre otras, con equipos que, aunque viejos, eran algo menos obsoletos en comparación con que poseían habitualmente para aplicar sus conocimientos.  A veces, los insumos que ya tenían o los que recibían como donación, eran más unas reliquias que verdaderos recursos didácticos.

Todas estas ayudas siempre fueron bienvenidas y no influían decisivamente en la gestión de las escuelas.  Antes de la pandemia, por lo menos se contaba con lo indispensable y la mayoría de los centros educativos, con poco o con mucho, iniciaban el curso escolar.  Ahora en cambio, tristemente se puede observar que con la Covid-19 muchos países han recortado sus presupuestos educación y en Ecuador se les ha ocurrido que se tiene que pasar el sombrero a las personas de buena voluntad para que regalen algo, porque sencillamente el Estado carece de recursos para financiar la educación.  Y es que, según la UNESCO el porcentaje de países con bajo y bajo-medio ingreso que disminuyeron su presupuesto en educación pasó del 47.1% Pre-Covid al 64,7%  Post-Covid (UNESCO-EFW, 2021).  Lo peor de todo es que muchos de estos países lo están haciendo de manera desproporcionada, afectando aún más la precariedad presente y futura de las poblaciones estudiantiles más vulnerables.

Con “Apadrina una Escuela” se abre la puerta a que el sector privado provea oficialmente con recursos materiales o económicos a la educación pública. Me pregunto entonces, ¿qué pasará si los que apadrinan una escuela son empresas que provienen del mercado de las bebidas alcohólicas, cigarrillos o tienen prácticas muy discutibles con la conservación de la naturaleza? ¿No estamos ante la renuncia del Estado a su capacidad de ocuparse de los principales problemas que adolece la educación y atenderlos integralmente? ¿Qué alguien nos diga cuánto se espera recibir por esas ayudas solidarias y cuánto va a invertir el Estado en sueldos para los docentes, en infraestructura, tecnología y capacitación?

Los que me conocen saben muy bien que he sido muy crítico con la híper regulación del Ministerio de Educación.  Ahora, según parece, se añaden otra tarea más, regular la caridad de las personas particulares y de las empresas. Pero, lo que más me preocupa es que se puede caer, quizá de buena intención, en dar apertura al inicio de un proceso de privatización de la educación.  La ministra ha sido muy tajante y lo ha desmentido, pero me temo que con este impulso a la filantropía se abra la puerta a privatizar la política educativa convirtiéndola en un nuevo mercado emergente donde los productos y marcas de las empresas se direccionen preferentemente a consumidores infantiles y jóvenes en los centros educativos con la anuencia del Estado.

En definitiva, tengamos mucho cuidado con la educación de nuestro pueblo.  Ahora que estamos entrando de lleno a la era post-Covid es más necesaria la inversión del Estado en educar a la población estudiantil.  Recuperar el tiempo perdido, nivelar los aprendizajes, fomentar la convivencia, la investigación, y dotar con los bienes muebles e inmuebles no se hacen con discursos sino con recursos.  Y esos recursos no deben venir de McDonald’s, ni de Coca-Cola, ni de Marlboro, porque la educación no es privilegio ni un favor, sino un derecho de la niñez y juventud y una responsabilidad ineludible del Estado. 

Trabajos citados

Ministerio de Educación. (agosto de 2021). https://educacion.gob.ec. Obtenido de https://educacion.gob.ec/ministra-de-educacion-presenta-la-estrategia-apadrina-una-escuela/

UNESCO-EFW. (2021). Education Finance Watch 2021. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000375577

 

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