28 marzo, 2024

Entre la mentira y el poder

Existe quienes se “arrugan” cuando se enfundan una determinada divisa; sin duda, unas pesan más que otras. Sobre la insignia ecuatoriana sopesa hoy la extrema necesidad de enterrar al socialismo y combatir la corrupción en medio de una generalizada adversidad. La tarea es sencillamente monumental y no admite “arrugados”.

El país requiere librar no una batalla más contra la corrupción, debe declararle una guerra sin cuartel a los corruptos y sus sistemas de descomposición social si es que habremos de reconstituirnos como una ejemplar sociedad desde los escombros de una revolución parida internacionalmente y aterrizada localmente por una lacra humana que no duda en volver por más de lo que siempre queda.

La nación demanda transitar por un sendero de paz solventado por una institucionalidad que soporte a una sociedad que no aguanta más atropellos provenientes inclusive del máximo órgano de control. Este es el momento en que los honestos puedan marcar la cancha de los corruptos, y no al revés, en una lucha contra el tiempo. Para el efecto el Estado requiere de una CGE* calificada con funcionarios provenientes de una Academia propia que sea la precursora de una carrera institucional labrada a través de excelencias. Estos procesos impedirán que profesionales del control, respaldados por el Estado, acaben “arrugándose” ante los gangsters del poder público. La propuesta fue efectuada en acto institucional, pero al Contralor de turno no le interesaba. ¡Siempre supimos porqué, ahora constituye solo una evidencia criminal!

* Contraloría General del Estado

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