19 abril, 2024

La cárcel del encanto

La Cárcel 4 fue constituida para acoger a presuntos ciudadanos ilustres y refugiar a otros de algún interés político acusados de cometer delitos o crímenes. Llámese como quiera o sitúese dónde sea no deja de ser un centro de reclusión desde el cual no debería existir contacto con exteriores. La imposibilidad de ejercer mandato debería causar la pérdida del cargo previamente sustentado. Lo insólito es que desde esta prisión se ejerzan funciones públicas. Esto comprueba la existencia de ciudadanos cuya simbólica alcurnia, política o socioeconómica, les permite obviar las cárceles comunes.

En un país de hechos consumados los cargos en ejercicio se han presuntamente legitimizado a través de la práctica burocrática. Así fue que Celi heredó la Contraloría de manos de otro pillo que ni siquiera se graduó legítimamente de bachiller. La coyuntura legal es por demás compleja porque los hechos y los tiempos desbordan la dirimencia constitucional y jurídica de un Estado institucionalmente endeble. No obstante, podemos concluir sin prevaricato comunicacional alguno que Celi es un contumaz delincuente cuyo poder se diluye entre ínfulas devaluadas y subordinados de pacotilla, pero cuyos crímenes lo llevarán inequívocamente a un pabellón más digno en Latacunga.

Hay mucho por hacer para corregir las mútltiples falencias jurisdiccionales. Empero, una solución inmediata a este indiscutible discrimen ciudadano sería el cierre de este criminoso centro de absurdismos. Si argumentos les faltara, por salubridad republicana bastaría.

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Me parece que este Gobierno en ciertas actitudes parece discriminar a los ciudadanos. Creo en la igualdad entre todos los ecuatorianos: indios, mestizos montubios, negros, mulatos, blancos, chinos, ricos, pobres, afiliados, no afiliados, amigos, enemigos, serranos, costeños, nacionales, importados, campesinos, citadinos, etc., etc., etc.

Pero veo que a Guayaquil, se lo sectoriza, lo que no se hace con Quito, por ejemplo, para las fiestas de Guayaquil, pese a que una mayoría de guayaquileños vive en zonas de extensión de Guayaquil, como Durán Samborondón o Daule y a que muchos de los Colegios de los guayaquileños están así mismo en esos Cantones, la ordenanza de festividades impide que los guayaquileños puedan salir por las fiestas guayaquileñas, ya que aunque los trabajadores tienen vacaciones, sus hijos tienen clases. En Quito, para las fiestas del 10 de agosto y del 6 de diciembre, es fiesta en todo el Quito metropolitano. Siendo una necesidad urgente, incluso para el tráfico nacional, los puentes que unen la zona de Samborondón con Guayaquil, se niega la obra, aparentemente porque el Gobierno no está de acuerdo con la elección de Alcalde que hicimos los guayaquileños (no veo ni he leído alguna otra causa). Para aumentar el calado para el Puerto de Guayaquil, tiene que pagar el Municipio, cuando es el principal puerto de entrada marítima nacional.

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