28 marzo, 2024

A veces cuando te miro me callo y suspiro…

Muchos hombres no expresan lo que sienten.

Creen que al comunicar su amor se convierten en sujetos frágiles. 

Piensan que es mejor ser duros y no exteriorizar aquello que los enternece.

Cuando era niño mientras para otros chicos lo importante era el jugar, para mí lo trascendental era el amar.

Las circunstancias que evidenciaban carestías sociales despertaban mis sentimientos y me estremecían. 

Todo lo que involucrara mis afectos, me volvía sensible. 

Reaccionaba afectivamente hacia muchas cosas que percibía.

Ser de esta manera me permitió disfrutar con más intensidad lo que me gratificaba. 

Igualmente me dolía más aquello que me lesionaba.

Traté de cambiar ya que el ser de esa manera era una desventaja frente a la mayoría.

Para compensar esa debilidad me volví peleonero. 

En todo donde la confrontación física era indispensable, estaba el camino para demostrar mi rudeza y con ello silenciaba mis emociones.

Vivía en un perenne conflicto entre la razón y el corazón.

Quería ser tierno, pero actuaba duramente.

A los muchachos les daba lo que esperaban de mí. 

Era admirado y respetado por mí forma de pelear.

Que equivocado que estaba.

Con el tiempo aprendí que la mayor fortaleza del hombre es su ternura.

Los que tenemos la capacidad de enternecernos, somos mucho más fuerte que los fuertes.

Ahora soy un hombre realizado que no tiene ningún sueño que no haya sido conseguido.

Soy tierno cuando debo y luchador cuando lo tengo.

Al paso del tiempo pude descubrir el propósito de mi existencia.

Lo comencé a entender cuando mis hijas dormían siendo pequeñitas. 

Las besaba y luego las tapaba. 

Mientras lo hacía yo sentía que me encontraba junto a dios.

Hoy daría mi vida por la vida de cualquiera de mis nietos. 

Sin dudarlo me moriría si ese fuera el precio que deba pagar para que puedan vivir mis angelitos.

Mantengo una fuerza inconmensurable de fraterna fusión, cuando veo a los de mi sangre.

Saberme hijo de mi madre y hermano de mis hermanos, me provoca profundas cargas afectivas que se consolidan sentimientos sin la cercanía física.

Desde que era pequeño soñaba con alguien como tú.

Le has dado a mi vida un significado que no merecía.

Has sido la razón de mí corazón.

Eres la prueba tangible de la presencia del amor de dios sobre la tierra.

Gracias a ti le doy significado a lo que pueda percibir.

Los sentimientos que me iluminan, solo se generan por ti.

Adoro tus sonrisas; respeto tus prisas. Cada cosa que te alegra; me alegra.

Todo lo que te entristece; me entristece. No existe lo que no se  acompañe de ti.

Soy un eco sin voz que grita tú nombre.

Eres el milagro de mí realidad. 

La vida de mi vida; la razón de mí razón, 

El mundo de mi mundo; mi bien,

Por eso a veces cuando te miro me callo y suspiro…        

 

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