28 marzo, 2024

Senescyt: entre los conceptos y las definiciones

Los seres humanos -los ecuatorianos en particular- nos preocupamos siempre por las definiciones, queremos definirlo todo y buscamos en los diccionarios de la lengua española tales asertos. En las escuelas y colegios se le exige a los niños y jóvenes usar un diccionario, siendo hoy más que nunca el dirigirse a la web lo indicado para encontrar la información. Sin embargo, hay mucho más… 

Mis estudiantes universitarios utilizan para la investigación las definiciones reales o las operacionales, muy poco las definiciones semánticas y librescas a las cuales estamos acostumbrados; sí amigos, aquellas que pueden ser producidas por el intelecto humano, sin buscar el diccionario, siempre y cuando -al puro estilo aristotélico- conozcamos las características esenciales de los conceptos pensados, de los fenómenos, de las patologías. Así se definen los términos en los trabajos de titulación y en las tesis de grado. Defiendo pues en mi acción como docente e investigador que no podemos seguir pensando en las definiciones en detrimento de debatir acerca de los conceptos y peor aún confundir los términos que suele ser lo más común.

Cuando escuchamos las declaraciones del Presidente Electo del Ecuador con respecto a la vida del SENESCYT; para quienes estamos involucrados en los temas educativos, siempre fue claro que no se refería al concepto, sino a las definiciones, a las funciones -si el análisis realizado es de tipo funcional-. Se refería al famoso examen de admisión el cual, desde hace casi catorce años me parece, se viene tomando a los jóvenes ecuatorianos que aspiran a ingresar a la Educación Superior. 

Conceptualmente tengo claro que se necesita un ente coordinador, evaluador de la calidad universitaria, promotor de la investigación científica y propulsor del apoyo a quienes como docentes queremos superarnos… y que esas son funciones -entre otras- del grupo académico al que le pusieron por nombre SENESCYT. Si lo que al momento queremos hacer es una evaluación de los organismos creados en la década pasada, hay que tener claro que emitir un juicio de valor requiere de un proceso mental en el cual hay que considerar criterios internos o externos previamente establecidos y luego comparar con lo hecho por el organismo evaluado de manera sea fidedigna la postura. Adicionalmente se debe evaluar cada función cumplida para emitir un punto de vista lo más cercano a la realidad.

Como siempre, en estos casos, el problema nunca es de los entes u organizaciones que puedan o no nacer de una manera pertinente y positiva. Siempre el tema debe pasar por la gestión humana de quienes lo dirigieron y deben dar cuenta de lo que hicieron para llevar adelante una labor en la cual no sólo se pusieron enormes expectativas sino que además se “invirtieron” grandes cantidades de dinero, tiempo y esfuerzo.

Paladinamente acepto que se requiere ese organismo -llámese como se llamare- independientemente de su nombre -de su definición-; es el concepto en lo que creo estamos todos de acuerdo.

El detalle “neurálgico” diríamos en medicina es el sistema de admisiones y puntualmente el famoso examen de ingreso, que a mi manera de ver nunca debió ser concebido ni ejecutado de la forma en la cual se ha hecho en los últimos catorce años. En fin, sus autoridades sabrán explicar las dudas que muchísimos ecuatorianos tenemos acerca de su pertinencia y eticidad. Ahora es posible pues se respira cierta libertad que faculta a quien retroalimente con sobriedad y con respeto a la dignidad de los retroalimentados el dar una opinión que contribuya a la mejora continua y que afiance hacia la mejora continua al sistema educativo Superior del Ecuador.

 

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1 comentario

  1. Muy bien explicado y razonado, así es no se debe eliminar por eliminar, si bien es cierto es una oferta de campaña, cuando ya se analice se debería ver si es necesario o no eliminar ésta institución o ver que cambios se deben realizar.

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