22 enero, 2025

#8M: Entre elecciones y pandemia

Quisiera que algún día la dejemos de gritar, pero eso es lejano. En 2021 ya tenemos 20 femicidios.

Esa es una de las consignas que gritamos en las calles cada vez que salimos a marchar. Quisiera que algún día la dejemos de gritar, pero ese momento se ve lejano por ahora. Solo en 2021 ya contamos con 20 femicidios.

Ha sido un año revelador, la pandemia nos demostró -con toda la fuerza que pudo- que continuamos invisibles para el estado. Se disparó la violencia de género, la tarea del cuidado en el que estamos encasillada históricamente se reforzó y la precariedad laboral nos dejó ver sus dientes. Y no solo eso, el escenario se volvió un poco más complejo con la campaña electoral, donde hasta el momento los candidatos han decidido usar nuestros derechos como comodín, regresándonos a ver porque ‘les toca’. En este país, las mujeres estamos acostumbradas a vivir en adversidad.

Es por este escenario desolador, que nos continúan viendo en las calles. Hoy con más fuerza que nunca. Nos llaman ‘radicales’ por exigir el mínimo urgente de nuestros derechos.Por decirles en redes, en las calles y en otros espacios políticos que nos dejen decidir sobre nuestros cuerpos. Radicales por solicitar el respeto a los derechos humanos de los grupos vulnerables. Radicales por no querer dialogar con el oportunismo. Radicales por solicitar posiciones claras y rechazar la tibieza. Radicales por no quedarnos calladas. Si ese es el concepto que tienen sobre el radicalismo, me declaro públicamente radical, porque es esa radicalidad la que me ha permitido seguir escribiendo y a otras mujeres continuar publicándome.

Hoy marcho para que recuerden que los movimientos de mujeres vamos a estar vigilando cada acción y palabra de quienes pretende gobernar y legislar en nuestro nombre, porque este día es todo sobre nuestra conquista por los derechos, y nada sobre  ‘feliz día’. Porque de los políticos no necesitamos felicitaciones por la lucha, si no respaldo, voluntad política y compromiso genuino con la causa. Si quieren dar flores, que sea en los puntos de encuentro hoy en las marchas a nivel nacional, donde recordamos a nuestras hermanas que murieron porque el estado se quedó de auspiciante de la violencia de género.

El 8 de marzo es el recordatorio que el camino por la conquista de nuestros derechos es largo pero reconfortante en sororidad, el recordatorio que luchamos por una sociedad justa con nosotras en todos los aspectos, que necesitamos una justicia eficiente y libre de estereotipos. El 8M es el sencillo recordatorio de que somos seres humanos con derechos, que nuestra agenda no se debe esconder en el cajón del escritorio del político de turno. El 8M es todo sobre equidad, justicia y oportunidad de desarrollo y nada que ver con oportunismos. El 8M nos recuerda que el feminismo salva, que será ley y que al patriarcado lo haremos caer.

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Austeridad

En 41 años de explotación petrolera, con ingresos petroleros sobre los $160.000 millones (más de la mitad de ellos ingresados durante 6 años y medio de la administración presente), no se ha erradicado la pobreza en Ecuador. ¿Saldremos de la pobreza con la explotación del Yasuní, que a $100 por barril equivale a $18.000 millones, recaudados en décadas de explotación (menos de $1.000 millones anuales), considerando nuestro déficit presupuestario de $6.366 millones, deuda total alrededor de $25.000 millones (incluyendo por lo menos $8.000 millones al IESS) y deudas por litigios internacionales, sentenciadas en principio y potenciales, por miles de millones de dólares?

¿Debe la ciudadanía sacrificarse, aceptando eliminaciones de subsidios, para que continúe el incontrolable gasto gubernamental, aún a costa de hipotecar nuestras últimas reservas petroleras en el Yasuní? ¿O debe exigir al Gobierno la aplicación de una política de austeridad?

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