29 marzo, 2024

Fiesta

Recuerdo en mi primera juventud el ansia por ir a la fiesta. Quería bailar, ver chicos, escuchar la música de Andy y de los Bee Gees, quería ser feliz, sin duda, metiéndome en un mundo ficticio, el de la fiesta, en la cual todo era una ilusión de felicidad. No siempre fue así, en ocasiones la fiesta era un chasco, personal, sobre todo. Me recogían temprano para volver a casa, cuando recién todo comenzaba a prenderse. Y entonces solía recurrir a los sueños de mi imaginación, en donde, la pasaba bomba, divirtiéndome a más no poder, rodeada de amigos y amigas, vestida superespectacular, y por supuesto, en una madrugada sin fin en la cual no tenía por qué ni para qué regresar a casa.

De niña, era algo diferente, la fiesta era estar con la familia, sobre todo, y no entiendo el sentido (talvez eso es amar de verdad), era estar con mis abuelos. Verlos, escucharlos, mirarlos, saber que estaban ahí en la fiesta, y que por eso y solo por eso, yo estaba feliz. Se unían otros personajes, primos, tíos y hasta el personal de servicio. No voy a negar que también los regalos le daban un toque único a la fiesta. Recuerdo tres de manera especial: un tocadiscos portátil de tapa roja, una muñeca que movía la cabeza a quien bauticé con mi nombre y aún conservo y una bicicleta Caloy color vino (aunque yo pedí una Chopper). Cada uno en distintos años, por supuesto, mi infancia fue una linda etapa en donde aprendí el valor de la austeridad.

Cuando estuve en la universidad, la fiesta era más deseada. No solo quería, necesita divertirme, vivir. Cuando la diversión era la farra, el alcohol y el cigarrillo. Una diversión insana, pero era la del momento. Pienso que tal vez no me perdí en el mundo caótico en el que se perdieron algunos, porque en mi casa se mantenía la tradición de llegar máximo a las 12 am, cuando todo recién se prendía, yo debía volver para acostarme a dormir.

Llegó el matrimonio y la fiesta se tornó muy aburrida. Era una joven esposa, con un esposo nada farrero, y casi de inmediato con una niña en brazos, que debía adaptarme a ir navidades y años nuevos a casa de mis suegros… Todo lo significativo para mí lo debí pasar a otro plano, mamá, papá y abuelos quedaron para después. Y así año tras año, hasta que un día decidí que las cosas iban a cambiar, desde ese año, iría a pasar Año Nuevo a la playa pase lo que pase y muera quien muera. Así lo hice, por lo general mi mamá nos acompañaba en Año Nuevo, aunque no fue la mejor idea, ya que no podía disfrutar al cien por ciento mi independencia. Ella seguía ahí para inspeccionar mi forma de llevar la vida e intentar de imponer la suya.

Un año llegó en que mi mami tuvo que ser internada en el hospital, pasé con ella la Navidad, pero para Año Nuevo me fui a la playa, y ese fue el último Año Nuevo de mi mamá aquí en la Tierra, y el primero en el que fui realmente independiente.

Ahora me pregunto ¿qué y para quién es la fiesta? La fiesta es ese momento en el que simplemente eres feliz. Este año será tan reducida, sin el pianista, sin el abuelo que nos queda, solo los de casa… En toda la historia de la fiesta de mi vida, aprendí que el mejor lugar para disfrutar es el corazón, el mejor regalo es la misma vida; ahí debes bailar y gozar y no permitir que nadie lo arruine. Al fin y al cabo, la fiesta de la vida es algo personal y hay que aprovecharla, ya que nunca sabrás cuál será la última.

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El cofre y la joya

Cierta vez un Príncipe persa, recibió como regalo un hermoso cofre que guardaba en su interior un anillo con el diamante más fabuloso y perfecto que se haya encontrado en todo el mundo. Era un brillante puro, bella y delicadamente cortado, cuyo brillo hería la vista del que lo mirara.

El Príncipe que recibió el obsequio, quedó admirado por la belleza del cofre y lo guardó como un tesoro, puso a un lado el anillo con el brillante, del cual rápidamente se olvidó y todos los días admiraba fascinado la belleza, las líneas delicadas, los bellos grabados de la hermosa caja.

Pasaron los años, y el cofre, hecho de madera suave y hermosamente tallado, empezó a apolillarse y luego de otros años, prácticamente se deshizo un día en sus manos. El Príncipe entonces se acordó del anillo con diamante y por más que lo buscó, nunca pudo encontrarlo.

3 comentarios

  1. La pandemia cambio toda mi forma de ver la vida ahora la Familia es lo primordial para mi y dar gracias a Dios porque estoy viva pues todos nos infectamos con coviv y gracias a el tengo la dicha de tenerlos conmigo a mi familia completa.

  2. Karyna una revisión de nuestras etapas y la fiesta
    Toda etapa tiene su encanto
    Usted describió cada una
    Y la última tan diferente
    Excelente conclusión la fiesta es disfrutar vivir dentro lo que te da la vida
    Depende de ti que la vida sea una fiesta
    Buena conclusión la FARRA y todo es momentáneo y no te llena

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