29 marzo, 2024

La ansiedad

En la actualidad todo el mundo habla de stress.

No conozco una sola persona de cualquier condición o capacidad intelectual, que no reconozca en esta palabra una situación cómo la consecuencia nerviosa de algún tipo de presión sobre su vida.

Desde el punto de vista médico, el stress es una respuesta de movilización de sustancias químicas  cerebrales, que producen una respuesta emocional a las circunstancias que producen esta ansiedad en el ser humano.

Para entender este fenómeno, la palabra clave es la ansiedad.

La ansiedad en sí misma es una condición natural de cada ser humano frente a una circunstancia que la produzca.

Traduce la movilización química de unas sustancias llamadas neurotransmisoras cerebrales que originan un estado de ansiedad, angustia o stress, como respuesta a una situación específica.

Para entender este fenómeno, imaginemos que estamos disfrutando de un baño en el mar de  Salinas.

Súbitamente la gente que está en la playa me comienza a gritar: ¡tiburón!- ¡tiburón!…

Mientras esto sucede yo veo una aleta que rápidamente viene en mi dirección.

Mi adrenalina comienza a desprenderse a borbotones en el interior de las células de mi cerebro, la boca se me seca, tengo taquicardia y padezco una sensación desagradable de angustia extrema por el peligro.

Esto hace que comience a nadar más rápido que nunca en dirección a la playa para salvar mi vida del tiburón que me quiere devorar.

Hay dos niveles de presentación de la ansiedad.

Una es la ansiedad consiente y otra la inconsciente.

La ansiedad consiente es normal y saludable.

Está producida por un estímulo reconocible como su causa, nos genera una sensación de inquietud que nos obliga a ejecutar una acción como su consecuencia.

El ejemplo del tiburón es perfecto para entenderlo.

El estímulo es el tiburón, la noradrenalina es el neurotransmisor que se libera, la sequedad de la boca y la taquicardia son los síntomas físicos que me da la ansiedad y el nadar más rápido para salvar mi vida es la acción positiva que ejecuto gracias a esta ansiedad producida conscientemente por la amenaza del tiburón.

La ansiedad inconsciente es anormal y patológica.

En este caso no existe una causa externa identificable que la produzca.

Se la experimenta como una sensación desagradable de desasosiego, angustia extrema y miedo.

Se debe a una descarga incontrolada de los neurotransmisores, que impide cualquier tipo de acción como respuesta y se somatiza con síntomas físicos como: dolor de cabeza, rigidez de nuca, hormigueo de las manos, taquicardia, sensación de ahogo, sudoración de las manos, estreñimiento, diarrea, sensación de tener un infarto, frigidez, etc.

En este caso la angustia patológica es causada por razones que no son reconocibles.

Las mismas inhiben a la persona para efectuar una acción como respuesta, ya que quienes padecen este desasosiego prefieren encerrarse en su casa para no salir a la calle por miedo a que les pase algo.

La ansiedad consiente es beneficiosa y necesaria para que el ser humano actúe.

Un corredor la experimenta antes de su carrera, como una sensación de inquietud que hará que cuando suene el disparo en el momento de su partida, corra más rápido y gane.

La ansiedad inconsciente o patológica es una enfermedad que debe ser tratada como un problema médico en la especialidad de psiquiatría.

No puede ser tratada por un psicólogo y tampoco se cura con hipnosis.

Mientras la ansiedad consiente no necesita tratamiento por ser normal, la ansiedad inconsciente debe ser tratada con el apoyo de fármacos ansiolíticos y psicoterapia para identificar las causas  que producen los terribles momentos de crisis por las que pasa quien la experimenta.

Conozco mucha gente que ha gastado fortunas visitando a cardiólogos, endocrinólogos, neurólogos, gastroenterólogos, urólogos, clínicos, psicólogos y doctores de todas las especialidades, que no sabían que todos los síntomas físicos que padecían solo eran causados por la somatización de la angustia que se las produce.

Cuando la angustia no se trata a tiempo o es mal tratada por quienes no saben de este problema, el cuadro clínico termina convirtiéndose en un ataque de pánico.

El ataque de pánico es el grado máximo de la ansiedad anormal.

Es un cuadro angustiante que cursa con un desasosiego tan extremo, que quién lo padece cree que se va a morir y es llevado de emergencia a cualquier clínica.

En la sección de urgencias es examinado por un montón de galenos, que después de sacarle mucho dinero por exámenes, sueros, atención y uso de la infraestructura hospitalaria, comprueban que todo está normal y le aplican una inyección de Valium, para luego darle una pastilla de xanax y mandarlo a que lo examine un psiquiatra.

Los ataques de pánicos son solucionables cuando se han presentado en pocas ocasiones.

Un ataque de pánico repetido con años de evolución no es curable, sino controlable.

Por esa razón es que toda persona con stress o que haya sufrido un ataque de pánico debe ser sometida a una evaluación neuropsiquiátrica para determinar la causa, el nombre y el nivel del problema, para saber cuál es el tratamiento, porque tiempo y de qué forma.

Pero lo más importante de todo debe ser el saber cuál es el pronóstico de esa persona con esta enfermedad.

En mi profesión hay médicos inescrupulosos para los que estos pacientes constituyen su gallina de los huevos de oro.

Muchos de estos sufridores pacientes, hicieron crónico su problema porque fueron mal diagnosticados y muy mal tratados por profesionales inescrupulosos que les ofrecieron una milagrosa curación sin haberlos evaluado previamente.

Muchos de estos seudo psiquiatras creen que solo con oír media hora al paciente, ya saben lo que tienen y cómo curarlos.

Estos malos profesionales solo son comerciantes que ven en este padecimiento una forma de enriquecimiento a largo plazo.

Las personas que padecen este problema merecen comprensión y respeto.

Comprensión para entender el martirio que padecen y respeto para evaluarlos correctamente y poder ofrecerles una solución que vaya de acuerdo a sus reales posibilidades.

La conducta terapéutica en quienes padecen los trastornos de ansiedad, debe ser el resultado de una investigación ética, científica, honesta y planificada del problema bajo los parámetros médicos establecidos en los protocolos internacionales.    

 

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