18 abril, 2024

Un ángel irremplazable…

Hay seres humanos que son únicos.

Hombres privilegiados que nacieron predestinados para trascender.

Nicolás Castro Benítes fue uno de ellos.

En su cristalina trayectoria, fue recto, honesto y sobre todo un patriota que entendió su razón de vivir como el desprendimiento del servicio social entregado a los demás.

Lo recuerdo desde la época de mi colegio.

Padre de mis hermanos escogidos de la vida, era un hombre cuya talla y pulcritud, marcaba la diferencia con los demás.

Dueño de una hermosa oratoria que se caracterizaba por ser pura, franca y sobretodo intelectual, poseía un acervo cultural propio de una enciclopedia viviente.

Como padre fue un modelo a seguir para cada uno de los que tuvieron la inmensa fortuna de tenerlo como su progenitor.

Su proyección profesional y el contenido social que desplego en cada acto en los que tuvo que participar, lo convirtieron en un ícono de lo que todos los ecuatorianos deberíamos ser.

El doctor Castro fue un ungido de Dios.

Un bendecido por los dones que le fueron otorgados.

Hay seres que son como los ángeles; son irremplazables.

Son los inimitables, los especiales, los únicos.

Nicolás Castro Benítez fue uno de ellos.

Su cuerpo físico ha partido y su partida nos partió.

Se lleva todo el amor que a raudales generó y nos deja un espacio vacío imposible de llenar.

 

 

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