28 marzo, 2024

¡Hasta cuándo, Vargas!

Vargas cree, porque así le han dejado que sea, que vive en un Estado paralelo y como si fuera poco, que tiene la capacidad de liderazgo para opinar con solvencia sobre cualquier tema del acontecer nacional. Lo cierto es que sus comentarios tan solo representan a un grupo cerrado de personas que han permitido que sea su cara más visible. No construye, más bien deforma el debate local, haciendo innecesario escucharlo o que sirva de fuente de consulta sobre economía, derecho y más. Todo esto sucede a vista y paciencia del Gobierno, que no pasa de hacer alguna declaración y recordar, recursiva y recurrentemente, que somos un país de paz.

En octubre, en el calor más intenso de las manifestaciones, Vargas secuestró a un grupo de policías y periodistas, llamó “patojo de mierda” al presidente, insistió a las fuerzas del orden a que le retiraran su apoyo e incluso, amenazó con “cerrar las llaves del petróleo”. Horas más tarde, en las “negociaciones” entre Gobierno y dirigencia indígena, le pidió a Lenin que derogue el Decreto 883, que remueva a sus ministros; y, como es costumbre, amenazó con seguir con las paralizaciones. El presidente tan solo atinó a pedir respeto y sin liderazgo, aceptó todas las exigencias de Vargas y los suyos, dejando para después cualquier posibilidad de reforma económica.

En noviembre, Vargas se ha mostrado escéptico frente a las millonarias pérdidas del país como resultado de las paralizaciones, pues, ahí “está guardado el petróleo”, no se ha consumido, porque es “como cerrar una llave de agua”. En estos días, impidió que una brigada del “Plan toda una vida”, que otorga asistencia social, atravesara la comunidad de Tigua en Cotopaxi. Una vez más el gobierno, de palabra y no de obra, se limitó a aclarar que no quiere dividir a las comunidades indígenas y que Vargas debía “ubicarse”. Pero, ¿alguien realmente lo ha “ubicado” hasta el momento?

 

Como dice Correa, ¡cuánto desgobierno el de Moreno! Su capacidad de liderazgo se ha reducido a sus niveles más bajos y ni siquiera ha podido controlar, con ley en mano, el accionar delictivo de Vargas. Debe encontrar la fórmula, así sea cuántica, para deponer las actitudes de un personaje que le hace daño al país. ¿Tanto miedo político le tiene?

 

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Es muy usual entrar a un ascensor saludar a las personas y que nadie te conteste. Saludar ya no está de moda ni se obtiene nada saludando. La creencia es que siendo cortes no se gana plata. En una ocasión caminaba por el centro de Guayaquil y un joven empleado de un almacén limpiaba el portal e indebidamente había cerrado el paso a los peatones. Una persona mayor decidió cruzar por el sitio cerrado lo que origino el reclamo del joven quien con un palo de escoba agredió al ciudadano, lo tumbo al suelo, lo vejo y cuando intervenimos las personas para defender al hombre maltratado, nos insulto e intento violentarse contra nosotros también. ¿Y no es qué los jóvenes deben respetar a los mayores? Así era antes, evidentemente ya no es así. Vivimos la decadencia de la urbanidad, de respetar al otro por el respeto mismo, respetar porque yo también quiero ser respetado. La falta del buen trato entre nosotros crea ira y ansiedad como forma de relación social. Digo: la ira, el insulto, la procacidad es lo normal para vivir. Estos son tiempos de grosería.

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