La historia del hacker australiano Julian Assange, se podría decir que es
rocambolesca; se inicia tras la divulgación de los cables de las embajadas de
los EEUU por parte de WikiLeaks; el entonces vicecanciller del Ecuador,
el uruguayo Kintto Lucas, dijo que el Ecuador estaba abierto a otorgarle
la residencia a Julian Assange. Pocos días después, el presidente Correa
expresó: “La declaración de Kintto Lucas fue a título personal, pues no
ha recibido la autorización del canciller, ni del presidente (…). Nosotros
jamás vamos a apoyar el rompimiento de la ley, así ese país haya actuado
equivocadamente”.
El 19 de junio Assange pidió asilo en la sede de la embajada de Ecuador en
Londres, para evitar una inminente extradición a Suecia, país que lo reclama
por presuntos delitos sexuales. De acuerdo a la Convención de Caracas de
1954, establece que el asilo se concederá solamente por delitos políticos,
excluyendo a personas enjuiciadas o sentenciadas por crímenes comunes; en
base a esta normativa el pedido de asilo de Assange no procede, porque está
procesado por delitos comunes; además, abandonó el arresto domiciliario
impuesto por las autoridades de justicia del Reino Unido.