25 abril, 2024

El “monito” de Lenín

Las inversiones en el primer mundo tienen altos costos debido al tamaño y la desregulación de sus mercados, el gran volumen de consumo o potencial exportable, la seguridad jurídica encajada en el largo plazo y los consecuentes reducidos precios al consumidor gracias a la competitividad. En el subdesarrollo, sin embargo, se comandan precios mayores a los consumidores pues la rentabilidad debe ser contemplada en el corto plazo debido a la volatilidad del mercado y los riesgos intrínsecos provenientes de la regulación del mismo y la falta de seguridad jurídica.

Los países pequeños como Ecuador necesitan que sus reducidos mercados sean atractivos a la inversión y que la calidad inherente a los bienes producidos y servicios administrados agregue un determinado valor que altamente supere los costos de sus materias primas y mano de obra. La inversión extranjera no llega porque el país no tiene mucho valor que ofrecer a cambio de la inyección de capitales. Es decir, otros países son menos riesgosos y por ende más atractivos.

Hace 12 años que ilusos e ingenuos votaron por un iluminado socialista que hizo del populismo una preventa como solución a nuestros problemas y transformó al Gobierno en un sistémico aparataje de corrupción que nos desangra hasta hoy. El Presidente poco entiende, pero da igual, le “importa un bledo el país”. Esperemos que las cosas algo cambien para cuando el “monito”, nacido con la Revolución Ciudadana, comience a ser alfabetizado y coma finalmente arroz con huevo. Seguro se acordará de Lenín.

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Como Gerente de la Autoridad Aeroportuaria de Guayaquil me preocupo constantemente que TAGSA, concesionaria del aeropuerto, preste el mejor servicio posible a los usuarios de nuestro José Joaquín de Olmedo. Viajar es una experiencia traumatizante. Por más que pensemos en las vacaciones de las que vamos a gozar luego, muchos creen que “si Dios hubiera querido que voláramos nos hubiera dado alas desde el principio” y hay un temor natural a subirse en un avión. Además, hay que cargar maletas y hacer colas en el “counter” de las compañías de aviación, a veces con largos minutos de espera y largas filas. Luego está el trámite un poco inquisidor de parte de inmigración y de la seguridad del aeropuerto. Por ello es imprescindible tratar de hacer que el ambiente del aeropuerto y el trato del personal del mismo se extreme en hacer la estadía del pasajero en sus instalaciones lo menos desagradable posible.

Con orgullo tengo que expresar que hemos tenido éxito en nuestro empeño, que TAGSA está cumpliendo a cabalidad con sus obligaciones contractuales de concesionario y que la AAG fiscaliza su desempeño de manera eficiente. Lo ratifican todos los premios internacionales que hemos recibido año tras año desde la inauguración del José Joaquín de Olmedo: Mejor Aeropuerto del Mundo en la categoría de 2 a 5 millones de pasajeros anuales en el 2011 y Mejor Aeropuerto de América Latina y el Caribe del 2007 al 2009 y siempre hemos estado entre los tres mejores en estas categorías en las encuestas de la ACI. Por otro lado ya van dos años seguidos que Skytrax nos reconoce como el Mejor Aeropuerto Regional de América del Sur.

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