25 abril, 2024

Estatismo

Para justificar el intervencionismo del Estado los mal llamados gobiernos” progresistas” argumentan que los mercados no pueden garantizar objetivos sociales. La propiedad pública, proclaman, da al gobierno libertad de alcanzar objetivos que el mercado ignoraría, como metas de equidad social, por ejemplo. La inevitable tendencia de ciertos mercados al monopolio, ha justificado la presencia de empresas estatales. Se tiende a considerar la electrificación, la telecomunicación y la radiodifusión inclusive, como monopolios naturales. Finalmente, la maravillosa expresión de «Intereses Estratégicos» ha justificado la estatificación de la industria petrolera, la existencia de Tame, Flopec y otras.

La empresa pública tiene problemas muy graves. Políticos interfieren en aspectos administrativos y financieros; los ejecutivos de nivel fugazmente pasan sin intención u oportunidad de fijar acciones a largo plazo; están mal pagados algunas veces, mal supervisados en las muchas y hasta algunos se tornan en atracadores. Los sindicatos presentan diversos problemas.

Las empresas públicas no han alcanzado la eficiencia distributiva suplementaria que se esperaba de ellas. Al perseguir sus metas personales, políticos, administradores y trabajadores diluyen los objetivos prioritarios de las mismas. Estos factores reducen eficiencia, eficacia y producción.

Los propulsores del estatismo aducen ser realistas por excelencia. «El mercado no es perfecto, especialmente en países en desarrollo». La solución: «El gobierno tiene que intervenir». Estos «realistas» efectivamente lo son en cuanto a su apreciación de los mercados. Hasta allí su argumento es válido. Pero, su realismo no es extensivo al análisis de los gobiernos. Al defender que el Estado debe intervenir en toda deficiencia del mercado, cometen el mismo error del cual acusan a los economistas liberales: confunden teoría con realismo. Estos «realistas» deben entender que nada en este mundo es perfecto: ni los mercados, y peor los gobiernos.

¿De quién nos conviene depender: de Mercados Imperfectos o de Gobiernos Imperfectos?

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Gkill City

Creo en la libertad. Sin libertad la vida sería monótona, llana y plana. El arte en todos sus aspectos no tendría sentido. La fantasía moriría. El amor tendría una sola postura. No habría moda, piercing, hilo dental ni siliconas. No habría sorpresas y el ser humano quedaría degrado al nivel de simple manada. Sería aburrido vivir sin imaginación y que quede claro que, la imaginación, es la hija mayor y predilecta de la libertad con el poder creativo.

Con estos pensamientos en mi cabeza este sábado 30 de agosto fui a esa inmensa mansión derruida que está a la salida del puente del Albán Borja, donde estos rebeldes de GKILL CITY exponían, entre otros, los desechos del Salón de Julio. No fui por cierto a la exposición organizada por el Municipio guayaquileño ya que por principio no me atrae ver concursos donde la prohibición de algo, empaña. Fui a la Expo Inmundicipalidad a ver hasta donde la imaginación de los jóvenes se organiza, se divierte y se desarrolla en repulsa a las prohibiciones. Un espacio libre donde, aun un zapado olvidado del que cuelga un teléfono, merece un premio. Fui a ver la libertad, y libertad sobraba.

1 comentario

  1. LOS GOBIERNOS DEBEN PROTEGER AL CONSUMIDOR Y LA MEJOR MANERA DE HACERLO ES: NO COMPRAR, NO CONTRATAR, NO INTERVENIR Y SOLAMENTE CONCESIONAR.
    AHORA, SI LA EMPRESA PRIVADA DEL PAÍS
    A ABUSA DEL CIUDADANO, EL ESTADO DEBE LIBERAR LA IMPORTACIÓN DE LOS BIENES Y/O SERVICIOS QUE OFERTA EL QUE ABUSA.
    ESE SERÍA UN GOBIERNO PARA TODOS, YA QUE TODOS SOMOS CONSUMIDORES.

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