25 abril, 2024

El «Yaku» se rebajó en 50% del sueldo

El sueldo de un Prefecto Provincial, se designa por Ley. La Ley que regula las remuneraciones de los servidores públicos. No es fijada por el propio funcionario. Esa es, una partida presupuestaria que consta en el Presupuesto General del Estado y es distribuida por el Ministerio de Finanzas.

Lo que sí pueden hacer tales funcionarios públicos, (Alcaldes o Prefectos) es, donar, la totalidad o parte de su sueldo a una institución de carácter social y humanitaria, (ONG), sino requieren de ese sueldo para su subsistencia personal, o por tener ingresos extraordinarios propios o ahorrados a lo largo de su vida.

El «Yaku», que no es indígena, sino mestizo, por ser hijo de padre blanco y de madre indígena, quiere mantenerse pobre y parecer ahorrativo. ¿Será que ha decidido no bañarse, para no utilizar jabón, no usar desodorante, ni pasta de dientes, ni usar zapatos, ni terno?, ¿utilizará el mismo poncho el año entero y andará en bicicleta?.

Por supuesto olera muy mal. Es un atentado a su propia salud y sera muy incomodo trabajar con él, en el Consejo Provincial y en la Prefectura del Azuay.

Parce que el «Yaku» ama la pobreza y quiere convertir en pobres a todos los habitantes de su provincia.

Ya lo demostró con una insólita «Consulta Popular» (ilegal), con la cual «se opuso» a la explotación del cobre en alguna comunidad azuaya.

Explotación que demandará mucha mano de obra a sus congéneres y muchos beneficios familiares a las comunidades indígenas del sector.

A los indígenas no les gustas ser pobres. Fueron sometidos a una injusta pobreza por los Conquistadores españoles, en las Mitas, con jornadas de 12 horas diarias, prácticamente esclavos que trabajaban por la comida, que no pasaba de un poco de machica con capulí. Lo logrado en tiempo extraordinario, lo ahorraban para comprar su propia parcela, un cuarto de hectárea a lo sumo, o los telares.

Fueron los frailes de la época de la Colonia primeramente, (Fray Bartolomé de las Casas), luego los movimientos liberales de la etapa alfarista y la misma revolución de Alfaro, los que abolieron la esclavitud, y muchos de ellos, (indígenas y negros), formaron parte de las huestes alfaristas (montoneros y otros grupos similares), los que lograron su liberación final.

Después, fueron “esclavos” de los Gamonales y de sus propios dirigentes indígenas, cuando “amito patrón”, abandonó el campo y se retiró a las ciudades. Hasta principios del siglo pasado (XX), las haciendas de la Sierra, se vendían con animales e indios.

El «Yaku», Pérez Guartambel, es dirigente indígena y su nombre de pila es Carlos. Se lo cambió para congraciarse con el indigenado y logró su cometido. Fue electo Prefecto Provincial del Azuay.

Gran luchador en favor de los derechos de los indígenas, sufrió atropellos, del gobierno del ex Presidente Correa, al igual que su esposa, una académica francesa. Se ganó el cariño del indigenado, presidió el brazo político de la Conaie, con influencia política en las provincias de Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Azuay, por ello, su merecido triunfo electoral.

No convirtamos el ejercicio del poder político en demagogia barata. Busquemos el diálogo y el buen entendimiento con el gobierno Nacional y con las empresas transnacionales, que quieren invertir en el Ecuador.

Que hay riesgo, en la explotación del Cobre, es innegable, en cuanto su explotación manual y artesanal.

Los ejecutivos de la empresa adjudicataria, han indicado públicamente que tendrán el mejor cuidado, en NO contaminar los páramos y los ríos que nacen en las cumbres andinas del sector, con tecnología de punta.

Estén las autoridades atentas, que eso no suceda. Podrían nominar una veeduría técnica, que controle adicionalmente los cuidados del suelo y de las aguas, pero no se pueden oponer al progreso económico y social, por supuestos, que en el mejor de los casos no se darían.

La compañía Chilena que se encargará de la explotación, tengo entendido, tiene una gran experiencia en tales actividades. Chile es uno de los países de mayor explotación cuprífera del mundo.

No despreciemos la experiencia ajena, por supuestos.

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