28 marzo, 2024

Cabello y El Aissami detienen a Maduro

Los ciudadanos quieren prosperidad económica, pero no a cambio de una guerra. La batalla comercial con China sobre acceso a mercados, la disputa con Corea del Norte sobre armas de destrucción masiva, el enfrentamiento geopolítico con Irán sobre acceso nuclear, la confrontación estratégica con Rusia sobre materias primas, son los conflictos modernos que los estadounidenses no quieren ver traducidos en enfrentamientos bélicos. Los intereses económicos son parte intrínseca de una globalización política que afecta la producción de commodities, el acceso que consumidores tienen a los productos manufacturados y los costos financieros relacionados a la distribución de los mismos.

Venezuela es la versión moderna de la crisis cubana de los 60. Maduro no es Castro y los intereses no son los de la realpolitik de entonces. Las presiones políticas y económicas impuestas hasta ahora no producen el efecto deseado, pero la situación de aparente indefinición tampoco podrá mantenerse como un de facto status quo. La mafia del narcotráfico ha demostrado su extraordinario alcance, pero el mismo es insignificante al enfrentar el poderío de los Estados Unidos. Maduro vale ya tan poco que no es sujeto de negociación, no así Cabello y El Aissami, para quienes el dictador es tan valioso que preservarlo en el poder se ha vuelto trascendental. Los tiempos se acortan rápidamente y la solución tienes visos extraterritoriales para evitar el uso de contingente estadounidense y cumplir con la máxima de precautelarlos salvo inminente peligro.

 

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Esa es la edad que acaba de cumplir mi hijo mayor, y creo que más que para él, es para mí una
sensación extraña, pero a la vez placentera, de haber tratado de cumplir a cabalidad los roles de
padre, y más que todo de ejemplo para alguien que se acerca a su mayoría de edad, y que según
la nueva Constitución, está muy próximo a poder decidir quién administrará su futuro, en lo que
políticas gubernamentales se refiere.

No temo por la decisión que él vaya a tomar en ese sentido, considero sin falsa modestia, que es
un joven tranquilo, mucho más de lo que yo era a su edad, y tengo la seguridad, que es bastante
maduro para la edad que aún tiene, gracias a Dios, tengo la oportunidad de darle una buena
educación, y más que todo, tratamos de darle un entorno familiar normal, sin lujos, pero con sus
posibilidades básicas, que le permitan desarrollarse en sus preferencias, aunque algunas de ellas,
no sean de mi especial agrado.

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