28 marzo, 2024

Bolt

El hijo no consumido de la vía láctea se escapó de los dominios de sus poderosos padres y se vino a esconder entre nosotros. Entró corriendo porque lo buscaban en toda la galaxia y no lo encontraban. Así se hizo humano y está aquí, nada de oculto, ni de incognito. Se engendró como Único de la velocidad  y  es Ser de las carreras. Es fuego hirviendo y se esparce en llamas cuando corre. ¡Corre Usain Bolt corre que te buscan en las estrellas para que les enseñes a saltar y huir así delos acosos de los soles y los mercurios!

Estas Olimpiadas nos han traído de nuevo a Bolt y sus hazañas atléticas impresionantes. Impecables. Admirables. Geniales. Cuento hasta diez y este súper hombre ya corrió cien metros. Quien escribe termino de inhalar y él ya tiene oro tras oro. “Dichosos los  campeones que nos enseñan a vencer nuestros límites”.

Usain Bolt es un hombre inolvidable. Verlo correr es velocidad pura. Es derrotar los sonidos de las palabras. Es el parpadeo de una luna roja tratando de seducir al monte Olimpo. Es la velocidad de la luz llegando hasta más allá de la mirada de Dios. Es mirar con boca abierta el color del viento mientras ves nacer las hadas celestes que florecen libertad en las cumbres de las montañas de caramelos y leche derretida.

Usain Bolt, mariscal de todas las marchas. Emperador de las competencias que acogen tus maravillas. Hombre superior de negra estirpe, que viajas en los pétalos de la rosa de los vientos. Cada salto tuyo eleva una gratitud hasta el Monte Everest y derrite las nieves del Chimborazo esperando un nuevo record, una nueva marca, una nueva medalla que nos recuerde que has nacido para ser recordado por tu origen galáctico que un día huyó de sus creadores para crear, rápido y furioso lo que ahora nos muestras en las Olimpiadas.

Bolt, hombre Apolo, hombre piernas de águila, conquistador del acantilado de rocas que golpean el mar de las ilusiones. No te retires no abandones las pistas, tu corres para verte arrancar y hacernos felices mientras no creemos lo que vemos.  Contigo no es ver para creer, es verte correr y no creer que puedas correr como el gran Zeus corría huyendo de la furia del cancerbero.

Gracias amigo por tu gran exhibición de talento, disciplina y orden. Tan parecidos los humanos en nuestros sueños y limitaciones, pero  apareces tú, que nos recuerdas nuestra condición de seres excepcionales, capaces de elevar oraciones a Dios mismo, el creador, pidiendo piedad y ayuda y también negarlo porque nos creemos más Dioses que toda la creación misma. Apareces Usain y nos haces ver la derrota del viento, de la luz; la fragilidad del movimiento que puede ser cambiado en segundos y en micro instantes. Hay que verte correr con los ojos abiertos, sin ninguna idea de loque nos vas a ofrecer porque apareces en la cancha, sobre la tierra mojada y verde y ya, saltas, corres para no olvidarte jamás.

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