19 abril, 2024

Sentí tanta pena que lloré

Me encontraba con mi esposa y mis hijos, en la ciudadela Entre Ríos, en un cafesito familiar, celebrando el cumpleaños de una sobrina jovencita. Fue ahí donde nos cogió este temblor que por noticias televisivas, supimos luego, que se trataba de un TERREMOTO, en las provincias de Esmeraldas y Manabí.

Cuando vi las escenas de dolor, de casas destruidas, de edificios altos convertidos en escombros, de gente que lo perdió todo, de personas que aún se encuentran debajo de los escombros, si, lloré, frente al televisor!!

A los hombres no nos avergüenza llorar, cuando nuestras lagrimas son motivadas por el dolor de la perdida de un ser querido o por las tragedias que vivio y vive el Ecuador desde la noche del sábado 16 de abril del presente año (2016), por cuanto, las lágrimas limpian el alma.

Lo malo es, que nos quedemos en el llanto y no reaccionemos inmediatamente en favor de los perjudicados por esta brutal acción de la naturaleza.

De inmediato hable con mis condóminos, y el lunes, empece una colecta de ropa, víveres y agua. Obtuve una reacción positiva en mi pequeño conglomerado y lleve, en mi propio vehículo con la Srta. administradora, los viajes que fueron necesarios, en el cajón de mi vehículo, a las señoras de Snta. Teresita del Niño Jesus de Entre Ríos y por supuesto, gracias a esa “caja boba”, como le llaman los enemigos a la TV, a través de sus pantallas, pude apreciar la reacción inmediata de los ciudadanos del sector de Samborondón, con ciento de señoras y señores, junto a jovencitos de 14 a 20 años (de ambos sexos), ayudando a receptar alimentos, clasificarlos, encajetarlos, para enviarlos a través de La Curia metropolitana al Banco alimentos, (labor de aquellas personas de 8:00 am a 18:00 pm), sin descanso todos los días. .

Así reaccionaron todas estas ciudadelas, a las que el escritor de una columna de las Revista Vistazo, en su número anterior las califico como “Campos de Concentración”, a cuyos padres de los habitantes actuales, los señalo como los causantes de la descomposión de Montañita, por el asesinato de las chicas argentinas pretendiendo interpretar así, buscando un «chivo expiatorio», el horrendo crimen de aquellas dos jovencitas argentinas.

Yo lo invito al escritor Santiago Roldós, que visite estos lugares, donde se ha puesto y sigue poniendo de manifiesto, la SOLIDARIDAD con los hermanos de Manabí y de Esmeraldas, para que compruebe con sus propios ojos lo que hace la solidaridad humana, de estos sectores y que tenga los arrestos y la hombría de bien de rectificar en el próximo número de la Revista Vistazo en la que escribe. Si no lo hace ya tendremos una idea cabal de quien se trata.

A los donantes, me permito hacerles una respetuosa sugerencia: donar agua, velas y fósforos hasta que los servicios públicos de agua potable y luz eléctrica se normalicen, pero, adicionalmente, cientos de kits de primeros auxilios,como, curitas, esparadrapos, gasa, vendas, y también alicates, martillos, clavos, serruchos, etc, etc. para que al menos los que tenían o tienen viviendas de madera o de caña gadua, puedan repararla o levantarlas.

El Gobierno podría ayudar a las empresa, a los empresarios y a los trabajadores, suspendiendo por un año, las tasas, sobrepasas, e impuestos. Suspenderles el impuesto a la renta, por 5 años y permitir temporalmente el trabajo por horas -con todas las obligaciones de ley- por un año, y sufragarles a los empleadores, y, a los trabajadores, el aporte al IESS, con los prestamos que esta recibiendo el Gobierno, a fin de que tales empresarios, que a lo mejor lo perdieron todo, no pierdan el interés de continuar trabajando, empezando desde cero.

Todos los Gobiernos anteriores, en situaciones de desastres, han llamado a “SOLIDARIDAD INTERNACIONAL” sin reservas, de suerte que, por ejemplo, los Estados Unidos, envíarían a los puertos de Manta y Esmeraldas, los buques Hospitales para cirugías mayores.

Los americanos, los colombianos y los venezolanos, tienen sistemas de construcción rápida y podrián restablecerlos en menos de lo que canta un gallo, tanto viviendas de interés social perfectamente bien terminadas, de cemento, para las familias damnificadas, como pasos a desnivel , que pueden restablecerlas en 24, 48, o 72 horas y rehabilitar al menos, los daños en estos dos rubros en 30 días,. para beneficio de las familias afectadas y de los cantones.

La tragedia ecuatoriana no es cuestión de 30 días más, es de años, de suerte que en especial a estas dos provincias se deben dirigir los mayores esfuerzos, sin dejar de un lado a las otras 6 afectadas, para que vuelvan a ser un emporio de trabajo, de atracción turística y de producción industrial y agrícola exportable, como lo han sido tradicionalmente.

 

El país no estuvo preparadoy quien sabe cuando lo estará, para salir de una catástrofe como ésta, que hoy es el momento de empezar nacionalmente con una educación poblacional para casos de desastres.

Cuando visite Bahia hace un par de años, pude apreciar como estaban inclinados y semidestruidos altos edificios, consecuencia de los terremotos sufridos por Bahia hace 20 o 30 años a la fecha,vy continúan como mudos testigos de esa cercana tragedia a la que se suman ahora, Portoviejo, Manta, Pedernales y otras poblaciones mas pequeñas,

Crear fuentes de trabajo inmediatamente, en especial en esas dos provincias mas afectadas, por cuanto, como decían los abuelos “El hambre es mala consejera”.

Mis felicitaciones a los quiteños, cuencanos y guayaquileños -estos pese a los daños sufridos- y a los hermanos de otras provincias que están aportando de una manera extraordinaria y desprendida con los afectados de este flagelo universal, que hasta hora es predecible.

Roguemos a Dios que no se repita jamas.

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En su poema “Mucho más grave” (que me fascina) dijo Benedetti: “Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo”. Desde que era pequeña saliste a mi encuentro y yo te recibí con aquella inocencia propia de los que te ven. Y aunque no te seguí recibiendo de manera metódica y cronometrada, aunque muchas veces haya volteado la mirada, todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo. Recuerdo, por ejemplo, la temprana costumbre de las oraciones por la noche a mi ángel de la guarda y el minuto cotidiano en la capilla del colegio todas las mañanas para saludarte. Recuerdo también los sencillos sacrificios de la niña de mi infancia en su afán por agradarte, como ceder el puesto a alguien en la misa o permanecer de rodillas en el suelo empedrado durante la procesión del Corpus Christi; enseñar con paciencia a alguna compañera y soportar en silencio los dolores insignificantes.

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