29 marzo, 2024

Reconstruir la esperanza

Una docente de la Unidad Educativa donde trabajo me compartió un pensamiento que le ayudará a explicar a los padres de familia su ¨proyecto de vanguardia¨ para aplicar el inglés de manera diferente, verdaderamente innovadora y motivadora para sus chicos. Y señalaba a Benjamin Franklin como el autor de estos dichos: ¨Tell me and I forget/ Teach me and I remember/ Involve me and I Learn¨. No escribo en inglés por presumido, no lo domino, sino por respeto al lector, al autor de la frase, para quienes saben, las palabras en su texto originales suenan más rico y son de mayor impacto, ya que pueden tener mejor traducción de las que les puedo dar: ¨Dime y lo olvidaré/ Enséñame y lo recordaré/ pero involúcrame y aprenderé.
En los actuales momentos nuestro país está pasando situaciones muy duras, no solo por la gravedad de la crisis social, familiar, productiva, entre otros aspectos que ha originado la catástrofe del 16 de abril del presente año, sino por la propia dinámica del país en un año duro para nuestra economía por los problemas del petróleo, y de todo el aparato productivo que no termina de despegar, aunque hay varias señales de esperanza.  Las cosas son más complejas.
Al comenzar un nuevo año escolar muchos planteles de la costa, muchísimos alumnos no lo podrán hacer, y los que los hagan tendrán en su memoria y en su corazón algún sentimiento de nostalgia, pena por la pérdida de algún familiar, ser querido o la situación en que quedó dicha familia. Sin embargo, la vida continua.
Lo mejor que podemos hacer y en eso somos expertos quienes decimos tener fe de verdad, no por nuestra fuerza o sacrificio, sino por la historia y el testimonio de quienes nos han transmitido la fe. Nuestra Comunidad Creyente surgió de la nada. Profesamos que la creación surgió de la nada. Esa nada no está en disputa con los avances científicos que nos hablan de un caos, de una explosión inicial donde surge una energía creadora que fue dando orden y sentido a ese caos. Hoy es nuestro bello mundo, con sus radicales e injustas situaciones como con sus bellas y armoniosas posibilidades si lo cuidamos y aprovechamos.
La comunidad de fe dice valorar, creer en un hombre, que venía de Dios y lo llamamos profeta y algo más que profeta, el Mesías, el Señor. Lo cierto es que es un Hombre que se despojó de su rango y no hizo alarde de su condición de Dios, sino que se anonadó a una muerte en Cruz (Flp. 2). Este vaciamiento lo llenó de la fuerza de lo alto y hoy lo reconocemos como el Salvador. Pues solo en el despojo se manifiesta la entrega de un amor que al dar recibe la plenitud de lo que es, una energía dadora de vida, una fuente de esperanza, un amor incondicional. De este ejemplo nació la comunidad de fe. Hoy nos toca seguir sus pasos, hacer memoria de su proyecto. No estamos solos. Recordemos sus palabras: ¨No tiemble ni se acobarde tu corazón. Mi Padre enviará el Espíritu Santo que les enseñará y les recordará todo. Si me amas, mi Padre y yo habitaremos en ti¨(Jn 14: 23-31). Simple y profundo, quien cree ama, quien ama actúa, pues Dios es la energía profunda de nuestro ser que nos hace caminar, luchar, esperar, construir paz y alegría en el medio de la vida, para llegar  a la meta, la plenitud.
Dicen los expertos que se vive ¨la hora de los feelings¨ (G. Lipovetsky). Ya no existe la verdad y la mentira, la belleza ni la falsedad. Nada es bueno ni malo. La barbarie se está apoderando de nuestra cultura (A. Finkielkraut). Hoy nuestro pueblo ecuatoriano, desmiente semejantes afirmaciones que son verdad en el mundo de la opulencia y confort, para nuestro país está surgiendo el momento de la revelación de lo que realmente somos y podemos ser. No desaprovechemos esta oportunidad de creer en nosotros mismo, de fomentar esperanza.
Por ello, no da lo mismo ganar dinero sin escrúpulo alguno que desempeñar honradamente un trabajo digno, no es lo mismo dar gritos a favor del terrorismo, que defender los derechos de cada persona. No da lo mismo abortar que acoger la vida, ni es igual ¨hacer el amor¨ de cualquier manera que amar de verdad al otro.  No es lo mismo ignorar a los necesitados o trabajar por sus derechos. Lo primero es malo y daña al ser humano. Lo segundo está cargado de esperanza y es lo que hoy nos están enseñando todos esos corazones ardientes por lo humano, sensibles y solidarios con el que sufre para levantar a nuestro pueblo después del terremoto.  Lo más duro está por venir: mantener la solidaridad hasta el fin, hasta que todas las víctimas hayan sido atendidas y hasta que hayamos planificado mejor el país que queremos y deseamos habitar, cuidar, amar. Para los jóvenes que empiezan este nuevo ciclo escolar hay mucho que aprender y hay muchos motivos por qué estudiar: dar razón de la esperanza, buscar soluciones mejores a los problemas de la humanidad, de nuestra sociedad.

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