9 diciembre, 2024

Sociedades deseables… ¿Sociedades Posibles?

“Vamos a la guerra los unos contra los otros en dirección a las mismas tierras prometidas… Cuando la contradicción se hace tan urgente hay que apresurarse  a superarla”. Antoine  De  Saint-Exupéry.

Desde  tiempos inmemoriales  el ser humano  ha buscado  convivir con sus semejantes  en espacios sociales  donde la felicidad  no sea esquiva. Leyendas, mitologías, tradiciones  cuentan  que,  tan maravilloso  objetivo, alguna vez ya fue una realidad. La Atlántida  recordada por Platón ha dado  rienda suelta  hasta hoy a  muchas especulaciones, y estas han sido base para fantasiosos textos exultados como históricos. Pero es el paraíso bíblico  el que más clientela tiene aun y que, incluso, está pendiente  de su retorno y recuperación. Lo cierto es, sin embargo, que la  humanidad  viene en su recorrido histórico  pretendiendo  convertir  las sociedades deseables en sociedades posibles. Pero, como que en este recorrido,  su práctica vivencial  no ha pasado, en general,  de soportar,  continuamente  su angustia existencial…

No hay mejor sociedad, tal cual lo  proclaman  millones de gentes,  que  la  conformada por  los caminantes  de los senderos de Dios. Las religiones universales  insisten, cada una  a su manera  y según  sus particulares principios, que la  oración y la fe  son suficientes  pilares de fortaleza para  sostener  los pueblos en paz, bienestar y armonía. Pero la historia  no lo ha confirmado  en ninguna época, pese al ánimo conventual  del medioevo en Europa y  del lamaísmo en  el Tibet. En todo caso, después  de la República de Platón y  la Ciudad de Dios de San Agustín  las utopías sociales, comunistas, monárquicas, socialistas  o anárquicas  no han  dejado de aparecer  tratando de  topar, por fin, con  sociedades más humanas. ¿Ha sido logrado?  Protegiéndose con el nombre  de Marx, definidos como marxistas, pero  sin responder en la práctica a los  verdaderos criterios de su filosofía, los resultados  de su interpretación, en 100 años de una esperanza expectante,  son hasta ahora fallidos. ¿O queda alguna prórroga  pendiente?

¿Qué se quiere sin embargo  como deseable en una sociedad? Todos, desde cualquier perspectiva  socio política, pretenden un bienestar colectivo, que apunte  a favor de una identidad creativa  individual. Claro, que esto significa, en verdad, la existencia estable de una sociedad,  relacionada     mediante la afluencia de libertades, en un contexto de plena justicia. Libertades, por supuesto, en  que solo  el daño a terceros  sean sus límites y  una justicia que, más  allá del aparataje legal, sea sinónimo de equidad  en todas las alternativas del  vivir humano. ¿Difícil? Quizás complejo… Pues  hay quienes  lo  ven posible  con protección de un Estado, bajo cuyo  paraguas cada ciudadano puede establecer, para sí, su vivencia socio cultural como factible.  Aunque también hay quienes no  creen válido  semejante protección  que, casi siempre, ha concluido  absorbiendo las libertades y justicia, que debía  proteger por encargo  ciudadano.  Hay muchas más huellas en los senderos del hacerse del humano,  de desprecios,  por tiranías y despotismos…

¿Cómo mismo usar el aparato estatal, fuera de un militarismo  que exige en su creencia de ser necesario, más gastos en armamentos y favores, sin caer  en algún tipo de autoritarismo expresado, en  general, en arbitrariedades  incluso antihumanas? En esta  interrogante reside, quizás, en gran medida, la confrontación  de siglos en la lucha por el poder  político que, hasta hoy, solo ha  conseguido  grandes desgarramientos sociales. ¿O es que este mundo social no sigue sufriendo, como avatar maldito, en variedad tipológica, crímenes  de lesa humanidad? Ocurrencia tanto para las llamadas democracias de libre mercado como para las llamadas socialistas. En una y otra la miseria social  sobrepasa  en la práctica la teoría  del bienestar, tan alardeada, y la explotación persiste como  base  para cada destino personal…

Es que, tal cual  es percibido desde lo cotidiano, ambos  extremos  promueven su existencia  a través del manejo del poder por la violencia… ¿Por qué, entonces, gritar  por la defensa de  la paz  con  cañones, bombas, y  soldados especialistas en matar?  LA CIENCIA OFICIAL, TAMBIÉN JUGANDO  AL MEJOR POSTOR,  DE LA MANO DE UNA TECNOLOGÍA,  CASI CON EXCLUSIVIDAD, DEPENDIENTE DE GRANDES FINANZAS USURERAS, ES CLAVE EN MANTENER  E INSUFLAR LAS CONTRADICCIONES, BLOQUEANDO A QUE LAS SOCIEDADES DESEABLES  PUEDAN, ALGÚN DÍA, SER POSIBLES…

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Pep

Pep Guardiola

No soy ni he sido fanático del fútbol. Soy socio jubilado del Club Sport Emelec, porque cuando era joven era el único Club que tenía cancha de hand ball, deporte que me gustaba practicar , pero el fútbol es un deporte que reconozco que es apasionante y que provoca reacciones de fanatismo entre los seguidores de los diversos clubes.

Siempre insistí en broma ante mis amigos barceloneses que yo no podía ser barcelonés por cinco motivos: 1.- Barcelona es pueblo… y hay que distinguirse. 2.- Barcelona ha estado con muchas dudas. En un tiempo, hace un par de años, quiso ser un equipo de Pichincha, luego un equipo de la Provincia de Santa Elena y yo soy guayaquileño. 3.- “Amarillo como el sol…” ¿Qué es más grande? ¿El sol que es amarillo o el cielo que es azul? 4.- ¿Cuál es el símbolo de Barcelona? El toro. A mí no me gustan los cachos. ¡Allá los cachudos! , y 5.- Es cuestión de definición. Cuando yo era chico, no había ecografías y si el bebé que nacía era varón lo vestían de azul, si era mujer, de rosado y si no se sabía por dónde iba a despuntar, de blanco, amarillo o verde.

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