8 diciembre, 2024

La confianza

Es uno de los más poderosos vínculos que tiene el ser humano. A pesar de su fortaleza es un sentimiento muy frágil.

La convicción que tenemos de que alguien sea confiable, depende de la seguridad que nos genere y de cuanto nosotros creamos en ella.

La confiabilidad que tengamos por un ser humano dependerá de la certeza que nos brinde y esta convicción será la resultante de la transparencia que veamos de sus actos.

Si se confía en alguien, esa confianza debe manifestarse en toda circunstancia. Sería una ofensa a la confianza si dijéramos que confiamos en alguien, pero le impusiéramos reglas de cómo debe actuar para nuestra tranquilidad.

Cuando se cree en alguien se lo debe hacer en toda la extensión de la palabra. Ese sentimiento de certidumbre que el otro nos genera, no puede estar supeditado a las dudas de quién dice confiar pero que duda.

Se confía o se desconfía. La confianza no es un sentimiento circunstancial. No se puede confiar en algo específico y desconfiar en todo lo demás. La lealtad es el resultado de la convivencia de distintas circunstancias con una persona. Es la consecuencia de cómo el otro ha sido con nosotros y cuál ha sido su manera de conducirse en lo que hemos compartido.

La solidaridad en el amor, dolor y enfermedad, son situaciones que generan sentimientos de fidelidad. En el caso de la confianza dentro del amor, las cosas son iguales pero diferentes. La confianza se mantendrá mientras las dos personas se amen. En el momento en que una de ellas no ama al otro, buscará su felicidad en otro. En este caso no es la pérdida de la confianza la causa, sino la pérdida del amor lo que propicia la traición.

Después compartir un intenso sentimiento si aparece la duda, es por la inseguridad de la persona que tiene la duda y no por lo desconfiable que sea la persona de quien se duda. La falsa confianza generada de manera temprana en base a emociones, deseos y suposiciones, no es confianza sino la ilusión de creerla, aunque el sentido común nos diga lo contrario.

A veces uno ve en las personas lo que quiere ver y no lo que debe ver. Por eso es tan frágil esta ilusión y tan fácil una traición en esta circunstancia. No era confianza lo que había, sino la esperanza de que la otra persona sea confiable como quisiéramos. Por eso el desengaño.

La confianza es el resultado del amor, la perseverancia y el razonamiento. Es la consecuencia del tiempo compartido y la experiencia. No sé qué será más doloroso; la duda ofensiva del que desconfía o el dolor sufrido por la traición de quien se confiaba.

La confianza no se pone a prueba. Así como se cultiva la amistad, se debe cultivar la confianza. Cuando se rompe la confianza, sucede lo mismo que cuando se rompe un vaso de cristal. Una vez roto el vaso se puede volver a pegar, pero siempre quedarán las señas de que se rompió y jamás volverá a ser el mismo vaso que antes de romperse.

Lo mismo sucede cuando se rompe la confianza. Por más que se quiera cuando esta se quiebra, quedará resquebrajada y nunca más será la misma de antes.

Uno de los sentimientos más necesarios de la humanidad es la capacidad que tengamos de creernos mutuamente.
La confianza es el pilar fundamental de todas las relaciones humanas.

Confiar es como amar.

No se puede amar y odiar al mismo tiempo. No se puede confiar y desconfiar al mismo tiempo…

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