28 marzo, 2024

El amor, ese niño caprichoso

La fábula lleva a pintar a Cupido como un hermoso niño alado, armado con arco y flechas y que está vendado, de modo que no sabe a quien puede herir con sus mortales flechas.

El amor es un sentimiento que se anida en el corazón y nos lleva sentir afecto, deseo, ternura, o al menos simpatía hacia otra persona.

Amar es un verbo transitivo. El narcisismo, el amor a uno mismo, no es amor. Amar es dar. Es el deseo de dar. Mucha gente confunde el amor con la posesión. Eso es parte del querer. Yo quiero que esto sea mío. Es el deseo de poseer. Esto es narcisismo, no amor. Amar es buscar la felicidad de la persona amada, aún por encima de nuestra propia felicidad. Un hermoso pensamiento oriental dice: “Si amas en verdad algo, déjalo en libertad. Si vuelve a ti, será tuyo para siempre. Si no vuelve, es que nunca fue tuyo.”

Hay algo triste en esto: las cosas no siempre se dan con la reciprocidad que se esperaría. A veces uno ama, pero no es amado con la misma intensidad. Un precioso vals argentino dice con gran verdad: “Yo bien sé que entre dos que se quieren / el cariño distinto ha de ser / mientras uno le entrega su vida / la otra sólo se deja querer.”

Otro aspecto que hay que tomar en cuenta es el aspecto individual de cada ser humano. Cada persona tiene su forma de pensar y actuar. No podemos pedir que alguien piense o actúe como nosotros lo hacemos. Si aceptamos que somos seres maravillosamente individuales y no máquinas programadas, nos será mucho más fácil aceptar las diferencias entre nosotros. Muchas veces no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Cuando el amor se aleja o se pierde, se siente ese vacío que nos hace reflexionar, y en ese entonces, ya es demasiado tarde.

No existe un ser humano perfecto. Todos tenemos una mezcla de cosas buenas y de cosas malas, pero nuestro Creador, infinitamente sabio, no permite que nadie tenga un porcentaje mayoritario de defectos. En todo análisis, la persona analizada tiene más de positivo que de negativo. Es factible que en mis prioridades la parte negativa de alguien pueda pesar más, pero también es verdad que desde la forma de pensar de otro, eso puede ser al revés. Es necesario valorar individualmente a cada persona, apreciar sus puntos positivos y minimizar los negativos, para poder apreciar el valor intrínseco de cada ser humano.

Volviendo al amor, no hay nada más triste que confundir sentimiento con sensación. Enamorarse de algo físico lleva a la larga a hacernos perder el encanto del verdadero amor. Cuando una pareja encuentra el verdadero sentido de la palabra amor, empiezan a mirar los dos juntos en una misma dirección, que indefectiblemente, mira a Dios.

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