28 marzo, 2024

Riesgo /Riesgos

El diccionario edición de hace 40 años define al riesgo como: “Posibilidad o proximidad de un daño”. Un diccionario de años recientes define el riesgo como: “Peligro, contingencia de un daño.”

Prácticamente dicen lo mismo, pero el segundo al incluir la palabra contingencia, que significa posibilidad al igual que la primera definición, le añade en sus opciones los conceptos y sinónimos de: eventualidad, casualidad, probabilidad, suerte, azar fortuna, necesidad, aventura, peligro y circunstancia.

Para esta reflexión he considerado necesaria la introducción, en razón de las múltiples variables de los riesgos.

Comenzamos desde la concepción del ser humano. La madre puede tener un embarazo normal pero si adquiere una enfermedad, el bebé y ella pueden estar en riesgo de complicaciones de todo tipo. El bebé en su genética puede tener riesgos de enfermedades hereditarias.

Si la madre vive en países que sufren problemas de higiene, alimentación, etc., los riesgos que tiene de sufrir enfermedades, taras y un futuro incierto, son altos.

¿Por qué parto desde la concepción y el nacimiento? Para poner énfasis de que todo en nuestra vida, desde nuestra concepción, está marcado por los riesgos y ello no debe paralizarnos o condicionarnos, pues no podríamos vivir prisioneros del mismo y la incertidumbre.

Las mujeres en Honduras – Centroamérica, viven en permanente riesgo de muerte. Las últimas noticias indican que cada 15 horas muere una mujer asesinada, esto es triste y desolador. ¿Deben por ello abandonar Honduras las mujeres?

En China millones de niñas fueron asesinadas en diferentes formas, por las leyes del hijo único y la preferencia por los varones. Felizmente la ley se ha flexibilizado autorizando dos hijos. Esta norma puso además en riesgo el equilibrio social con una desproporción de hombres versus mujeres con todas las consecuencias consiguientes.

Ser mujer en los países musulmanes fundamentalistas y/o tribales del Medio Oriente, Asia, África, etc., es un riesgo en muchos campos incluido el de sus vidas.

Pero cambiemos la lectura de los riesgos. Tomamos riesgos al elegir pareja, trabajos, profesiones, inversiones, viajes, salud, vivienda, adquisiciones de todo tipo, por ello el riesgo es una constante diaria en nuestras vidas, hay que saber administrarlo para reducir sus consecuencias negativas y para no vivir con “estrés”, al sentirlo todos los días.

Hay personas que prefieren actuar sin meditar sobre los riesgos y por ello entre los sinónimos expresados en el inicio están: el azar, la aventura, la suerte, los peligros y las circunstancias que le ponen el marco a los riesgos que asumimos todos los días, esto significa decisiones que significan responsabilidad y consecuencias.

Esto último nos lleva a los campos políticos y económicos empresariales. Por ello, los empresarios y ejecutivos que corren riesgos y toman decisiones ganan más que los empleados que cumplen instrucciones.

Los riesgos marcan nuestras vidas, así escuchamos por ejemplo que un empleado y compañero de trabajo renunció y tomó el riesgo de poner su empresa y le puede ir bien o mal, ese es el riesgo.

En conclusión, si no tomamos riesgos nos paralizamos en cierta forma. Detallo para reflexión, algunos de los riesgos de todos los días:

Riesgos de salud, riesgos de accidentes, riesgos de inseguridad y crímenes, riesgos naturales, riesgos sentimentales, riesgos profesionales, laborales, educativos, académicos, de inversiones y un largo etcétera.

Vivir sin riesgos es no vivir, no hay que temer pero si hay que analizarlos, evaluarlos de manera que los riesgos se minimicen y logremos nuestras metas y objetivos.

Este es un tema que demanda mucha reflexión y espacio, por ello este escrito aspira únicamente a plantear una reflexión general.

Sin asumir riesgos el mundo se paralizaría.

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3979. Stop the world

El cuento de los lemmings esos pequeños roedores que en una película de Walt Disney, allá por 1958, se suicidaban arrojándose al mar desde un acantilado, es basada en un libro infantil inglés, la “Children´s Encyclopaedia”, de Arthur Mee (1908) que relata que “avanzan en línea recta, por montañas y valles, a través de jardines, granjas, pueblos, manantiales y estanques; envenenan el agua y provocan fiebre tifoidea (…) continúan hasta el mar y provocan su destrucción metiéndose en el agua (…) Es triste y terrible, pero si ese éxodo funesto no tuviese lugar, los lemmings habrían dejado Europa pelada hace mucho tiempo”.

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