8 diciembre, 2024

Aún no acaba mi año

Es una práctica común el hacer un repaso de lo hecho, bueno o malo, en el año que termina, y lo pendiente que queda o nuevo que se planifica para el año que comienza. Un estudiante de secundaria puede hacer lo mismo, pero todavía le falta otro año por terminar: el año lectivo. Este escrito no trata exactamente de eso, sino de como seguir luchando el día a día cuando se acerca el ocaso de la batalla. La “batalla” puede ser la familia, el trabajo, los estudios, el proyecto que se tiene.

Cuando se acerca el final de un largo tiempo de esfuerzos, muchas veces estamos tentados a decir basta, porque nos frustra no haber alcanzado nuestras metas, porque ya pensamos que pensamos que no ya hay nada más que hacer o que ya hemos hecho lo suficiente, o simplemente porque se nos acabaron las ganas. Dejarnos llevar por eso es una gran derrota. Por más insignificante, o por otro lado, imposible que parezca seguir peleando hasta el último momento, es vital seguir en pie de lucha, con valor, alegría, entrega a los demás y siempre, siempre honestidad. Paso por paso, hay que analizar estos casos.

Cuando viene la frustración, nos podemos volver pesimistas. Pensar en que algo es imposible puede ser solo el desánimo pasajero, o una excusa. Más adelante podríamos estarnos arrepintiendo de no haber seguido adelante. Ahora ya es tu lucha. Eso sí, hay que dar un orden a las metas, paso a paso pero con firme constancia que se hace más fuerte ante las dificultades. Hay que animarse con lo que vamos logrando, pero no hay que ser conformistas, sin llegar al desequilibrio y darle demasiado valor a lo que perseguimos. Es importante tener en cuenta que lo material es un medio y no un fin. Siempre hay que guardar sana moderación al trabajar o estudiar, dándole prioridad a la familia y espacio claro y justo al descanso, al deporte y la cultura.

Para los casos en el otro extremo, cuando nos confiamos, hay que recordar que cuando hicimos las cosas bien es porque pusimos esfuerzo, pues al llegar el final se va tratar de hacer lo mismo, no de lo “bacanes” que creemos ser. Y también es importante pensar en esos casos, y la verdad en todos, en el valor de las cosas pequeñas. Lo pequeño, sumado hace mucho, y aunque parezca que no, es importante y bello. Se trata ante todo de ser buenos, no de cruda y llanamente conseguir nuestros objetivos, pues eso sería vacío. Hay que tratar de servir con nuestro esfuerzo siempre a los demás, y muchas veces podemos hacerlo en lo pequeño.

Cuando se trata de que ya no hay ganas, hay que ponerse en pie con alegría haciéndonos la pregunta: ¿Acaso pienso quedarme echado cuando podría estar haciendo algo bueno (y puede que divertido) ahora mismo? Seguro que podemos empezar con algo. Organicémonos bien y “cojamos la viada”.

La verdad que hasta escribir esto es un buen ejemplo, ya lo terminé, una cosa menos en la lista y hasta yo me puse optimista. ¿Qué sigue adelante?

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LA NAVIDAD debería estar siempre presente en nuestros corazones. Cada vez que estrechemos una mano con cariño. Que escuchemos el reír de un niño. El consejo y el abrazo sincero de un amigo.

Que se sienta presente cuando trabajemos por los demás desinteresadamente así como cuando busquemos una mejor sociedad no solo para nosotros sino para todos los que nos rodean.

Entonces, y solo entonces, descubriremos que la NAVIDAD no es el árbol o el nacimiento que adornamos en casa, ni los regalos que intercambiamos, como tampoco las fiestas desenfrenadas a las que asistimos, sino el calor y el amor que otorguemos a las personas, así como la generosidad de compartir la esperanza de seguir adelante.

Los insultos

Definitivamente estamos en un tiempo en el que las susceptibilidades hacen que las personas se sientan insultadas a veces sin que se les haya dicho nada que pueda ser considerado insulto, otras veces por interpretar en forma errada lo dicho sobre ellos.

Hay un decálogo sabio que recopilé hace un tiempo con el título “cómo evitar las riñas familiares”, que en uno de sus puntos dice: “¿Lo que te dijeron es verdad? Ponte furioso. Si no es verdad, considera que nunca fue dicho.” Esta es una verdad tan absurdamente simple que se cae por su peso. Sólo cuando te dicen algo cierto, te puedes sentir herido.

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