29 marzo, 2024

Daniel León Borja (II)

El otro poema de Daniel León Borja es una joya que atesoro y guardo con celo desde hace algún tiempo. Cuando Daniel León Borja estudió en Guayaquil fue compañero de estudio de brillantes Médicos guayaquileños, con los cuales tuvo una agradable y fraterna amistad. En un paseo que hicieron a la Hacienda Tornero, conocida también como la Puntilla, de propiedad de mi abuelo Don Luis Fernando Gómez Ycaza, ya que mi tío el Dr. Manuel Ignacio Gómez Lince era compañero de estudios de Daniel, escribió este “Delirio Alucinatorio”, en el cual describe hermosamente a varios de sus compañeros de estudio. Sus hijos y nietos pueden disfrutar de estas descripciones escritas con la delicadeza y musicalidad de tan genial y singular poeta. No creo que este poema esté publicado en ningún lado. Mi Tío Manuel y mi Padre, al hablarme sobre sus amigo y los Médicos de antaño, me describieron a Daniel, quien también escribió a mis abuelos, un hermoso poema en honor a sus bodas de plata, que pasó con ellos.

Disfrutemos de este precioso “Delirio alucinatorio”:

DELIRIO ALUCINATORIO

Entre nubes pasionales
que en espacios siderales
encierran las patriarcales
semillas de los mortales,
envueltos entre los tules
de los amores azules,
brotaron como abedules
nuestras almas de gandules.
Pululaban los coloides
de sentimientos negroides,
de percepciones falsoides,
de voluntades glisoides
y de impulsos demensioides,
que impregnando sin recelo
nuestras almas de buñuelo,
nos arrojaron del cielo
y cayendo en este suelo
no tuvimos ni el consuelo
de vivir como el mochuelo
libre de todo desvelo.

Somos las flores del campo
siempre negro y siempre blanco,
flores de un campo desierto
que da vida y está muerto,
bajo un sol tuerto y retuerto
que alumbra como un mamerto…

Somos muchos? Somos pocos?
Somos cuerdos? Somos locos?
sólo sé que un soplamocos
prendió luz en nuestros focos.
La luz de un fúlgido axioma
que las tinieblas desploma,
para hallar en la carcoma
las ternuras de un idioma
que las tristezas aroma
suavizando como goma
nuestros cráneos de redoma.

Sacrificando el reposo
de nuestro hogar cariñoso,
donde el amor delicioso
en un cantar melodioso
meció la cuna afanoso,
cada cual sintió el curioso
impulso de ser esposo
de la ciencia, y alevoso,
con perversión de goloso
exprimió el zumo jugoso
de un manjar que correoso
lastimando el hipogloso
llegando al pecho hizo un pozo
turbulento y venenoso.
Y esas bellas ilusiones
juntó nuestros corazones
para formar batallones
que empuñando los jubones
de científicos sermones,
limpiaremos los baldones
de las torcidas pasiones.

Que lo diga Carlos Peña,
el morlaco que se empeña
en correr tras la cedeña
melena de una trigueña,
que con su gracia cimbreña
sin compasión le despeña
por la romántica breña.

Que lo diga el negro Roca
que hasta las balas sofoca,
y sus pasiones evoca
con espasmos de una loca
cuando una mujer evoca.

Y Gómez Lince el niñero
que estudia el atolladero
del infante majadero,
pero que baila primero
con ansias de reverbero
cuando corre con esmero
tras unos ojos lucero.

Y el Capitán Molestina
boxeador de gracia fina
que entre sonrisas opina
que la mujer le alucina
con sus perfiles de ondina.

Y el macrófago Cabrera
barriga de lavandera
que con mansa paz espera
engullir media ternera
aunque comiendo se muera.

Y el Sargento Luis Uquillas
que se sienta en las rodillas
de las hermosas chiquillas
para hacerles las cosquillas
en sus bellas pantorrillas.

Y el famoso Mario Tama
con calzones de pijama
que con gran pose declama
con facha de monograma.

Y Rendón, el urinario
que se encierra en el santuario
de su mutismo estatuario,
mientras labra el calendario
de un porvenir refractario…

Y Salém, el razonante
que marcha siempre adelante
cual magnífico estudiante,
porque de allende el Atlante,
desde el Líbano distante,
algún abuelo atorrante
le aconseja a cada instante
que entre los libros se aguante.

A Macías, pobre Pollo!
se le derrite el Meollo,
por descifrar el embrollo
del costillar desarrollo
del Grillo, el campeón pimpollo.

El buen Rojas, que un momento
se quedó sin el sustento
de intelectual condimento,
para vivir sin aliento
fragmentando el pensamiento.

A Daniel León, el poeta,
pintor, músico y atleta
con alma de anacoreta,
cuando le den la museta,
dibujará en la receta
una pintura completa,
mientras la enferma coqueta
después de colgar la jeta,
se muera de una pirueta
sin darle ni una peseta.

A Ayala se le desahucia
porque está en la menopausia.
Quiso alumbrar el abismo
del cerebral cataclismo,
mas la locura se ensaña
con su diabólica maña,
en enredar más la entraña
de su intelectual maraña.
Y así como Don Quijote,
es posible que se agote
leyendo tanto librote
y al final no salga a flote
de la ciencia sobre el bote.
Pero alegre y con acierto
va enderezando el entuerto
del endiablado concierto,
porque en medio del desierto
de este vivir tan incierto,
nos enseña y no se ha muerto.
Caramba, que el Patituerto
me ha dejado boquiabierto!
Pobres nuestras existencias
impregnadas de demencias!

Después de tanto trabajo
Hipócrates nos atrajo
a vagar por un atajo
cuesta arriba y cuesta abajo.
Después de tanto trabajo
partidos de un solo tajo
tenemos alma de andrajo …!

El potente magnetismo
del científico erotismo
nos aplicó el sinapismo
de su oscuro fatalismo
y hundidos en el abismo
del demente modernismo,
cada cual consigo mismo
se bautiza en el bautismo
del mas doliente altruismo.

La corriente de la vida
que los misterios anida,
nos arrastró fementida
a iniciar la despedida
que oculta en risa fingida
el dolor de la partida
por senda desconocida
y en un éxodo suicida
nos aparta en loca huida
de la casona querida.

Pero en el fondo del alma
como en hojas de una palma,
vivirá siempre prendido
este recuerdo querido
y jamás podrá el olvido
descoser este zurcido
que ha dejado el pecho herido
de fraternal salpullido.

Y antes de ir por el ejido
por entre el mundo perdido,
cada cual el pecho henchido
de un dolor no contenido,
lancemos un alarido
mezcla de risa y gemido,
que resuene en nuestro oído,
para saber que hemos sido
almas que bien se han querido…!

Daniel León Borja
Guayaquil, noviembre de 1938

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Quiero llorar esta noche…
María Lorena

Quiero llorar esta noche,
debo llorar en secreto,
que sólo sientan mis lágrimas
esta alcoba y el silencio.

No hay comentarios

  1. Me gustaría agradecerle mucho el publicar este poema de mi padre, Dr Daniel León Borja.

    Es siempre reconfortante el saber que fue una persona muy querida y respetada.

    Maria-Soledad León

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