20 abril, 2024

Desterrados

¿A dónde está Dios cuando lo que es malo nos sucede?

¿A dónde está Dios cuando hay una tragedia natural, comunitaria o personal,
un dolor, una pena insoldable?

¿¡A dónde estás Dios!, cuando el alma se doblega, cuando no podemos ver la
luz, absorbidos por la oscuridad de las tinieblas?

¡¿A dónde?! Es el grito desgarrador de mucha gente, en distintas
circunstancias de la vida, pues cada quien tiene sus circunstancias.

En muchas ocasiones de mi vida me he hecho la misma pregunta, y he
reclamado al aire, he dicho: ¿A dónde estás? ¿Por qué me dejas tan sola?
¿Cuál es tu juego? ¡Sal de dónde estés! ¡Ven, te necesito! Y no hay palabras
que contesten mis preguntas, mis reclamos, mis súplicas. Simplemente, ahí, a
dónde lo busco, Dios no está.

Solo está el silencio. Es entonces cuando percibo que si la respuesta es el
silencio, es que Dios está en el silencio…hay que dejar de gritar, bajar el tono,
olvidar los reclamos y sencillamente, callar.

Dios está ahí. En ese silencioso lugar de nuestra alma, nos habla en la paz,
en la calma y también, tantas y tantas veces, en el absorbente sonido de la
naturaleza.

Pero no podemos ser tan ilusorios, es verdad. Porque los problemas son
problemas, las preocupaciones son preocupaciones, las penas, penas y la
injusticia, injusticia. Será que Dios calla ante todo. Pienso que sí, porque tal
como Él mismo lo dijo, Su Reino no es de este mundo. Deberíamos entonces
empezar a buscar las soluciones y reconciliarnos con la vida por nuestra
propia convicción. Buscándolo, ¡eso sí!, porque mientras actuamos nuestro
papel, por desagradable que sea, siguiendo las instrucciones que Él mismo

nos dejó, el resto, ese Reino que no es de este mundo, vendrá a nosotros por
añadidura.

No podemos ser ciegos ni sordos ni indolentes, ante los hechos que enlutan
a la comunidad, pero tampoco debemos dejar a un lado la esperanza. Dios
puede tardar, si acaso, pero no olvida.

Una alerta para todos, hacer el mal, no es un recurso perdurable.

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El Lugar

Tomar decisiones importantes, ser determinados. Todos tenemos un lugar al que deseamos ir en algún momento de la vida. Solemos postergar el viaje, reprimir ese deseo. Ponemos pretextos y aparentes prioridades, miedos y angustias, sin darnos cuenta que solo hacemos que el tiempo se extienda en vano, y permanezca en una innecesaria espera.

En mi caso, ese lugar de mis sueños es Calcuta. Tuve que decidir que ya era hora de estar ahí, creo que mi alma lo pedía. Dije que si a la invitación de una amiga y viajé a la India con un grupo de yoguis y yoguinis (hombres y mujeres que practican yoga), nueve personas en total. Solo tres eran conocidos míos, al resto los había visto unas cuantas veces, e incluso a dos del grupo no los conocía. Pero Dios tiene su plan perfecto y Él sabe y decide con quien debes estar cuando se trata de compartir experiencias inigualables como las que he vivido.

No hay comentarios

  1. Maravillosos razonamientos sobre la presencia de Dios en la vida del ser humano, tejidos con palabras de manera tan sutil por esta Tejedora Manabita que escribe para levantar el espiritu de todos los seguidores de Desde mi Trinchera.
    Que agradable seguir sus editoriales tan buenos, gracias

  2. Dios nos ha dado talentos para sabernos enfrentar a las cosas dificiles y cuando lo llamamos, silenciosamente carga nuestros cuerpos para solucionarnos nuestros problemas. Dios tarda pero no olvida, necesita que te arrepientas y que seas generoso, mientras más das, más bendiciones recibes. En el nombree de Jesús. Amén

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