25 abril, 2024

Conflicto Árabe-Judío (II)

No recuerdo bien pero debió ser en el siglo
XIX cuando el romanticismo se encontraba
en pleno apogeo literario, en que surgió el
“folletín”, publicaciones por partes o
capítulos cuyo atractivo fundamental era
suscitar la curiosidad del lector y por tanto,
su continuidad en la lectura. Y digo esto
porque el asunto que me concierne, el
conflicto árabe-israelí, va tomando
características folletinescas, aunque solo
sea por su presentación por capítulos,
bueno y quizás también, quién sabe, algún
lector despistado sienta un deseo ardiente
de saber cómo continúa.

Pues si es así, nos
quedamos en que Palestina quedaba
dentro del dominio británico. Luego
siguieron unos años en los que se vivió en
este territorio una continua inmigración
de población judía y más aún cuando Hitler
llega al poder y se toman las primeras
medidas antisemitas, que se produce un
incremento de la población judía que llega
a Palestina. No solo llegan de Alemania,
también de toda la Europa central. Así en
1933 está documentado que llegaron
37.000 judíos; en 1934, 45.000 y en 1935,
65.000. Los árabes no quedan muy
satisfechos que digamos al comprobar que
los británicos ni se inmutan ante la
avalancha de judíos que se establecen en
Palestina y reaccionan convocando huelga
general pidiendo el cese de la inmigración
judía; la huelga duró seis meses, durante
los cuales los enfrentamientos con las
fuerzas británicas fueron cotidianos
llegándose a decretar el estado de
excepción.

En esta situación tienen lugar los
primeros atentados contra
asentamientos sionistas y emplazamientos
británicos, pero aún no se habla en
Londres de terroristas y sí de bandidos y
asesinos.

Al gobierno de Londres no le
interesa que la opinión pública británica se
altere, y sí que esté orgullosa y complacida
de su gran imperio, así que envía refuerzos
a Tierra Santa para restablecer la paz y
todo arreglado.

Los que llaman bandidos y
asesinos no son más que un pequeño
ejército de campesinos y árabes de países
limítrofes. Y mientras la población judía se
militariza con ayuda de instructores
británicos, enrolándose los jóvenes en
movimientos paramilitares, bajo su líder
Ben-Gurion, los árabes se consumen en
una lucha desigual con el ejército
británico. Entre los judíos nace, en la
década de los treinta, el “Irgun”, una
organización paramilitar sionista que lanza
bombas y granadas sobre la población
árabe y que representa la mano dura del
sionismo y que los británicos acusarían de
terrorismo. Y llegamos a octubre de 1938
cuando los británicos lanzan una ofensiva
final contra los rebeldes árabes, siendo la
represión despiadada, los líderes
deportados y los rebeldes ahorcados; en
unos meses la gran sublevación queda
aplastada, ha durado casi tres años y los
palestinos la recuerdan como su primera
intifada. Está próxima la segunda guerra
mundial y los británicos en su afán de
quedar bien con todos, quieren asegurarse
la lealtad de sus aliados árabes,
procurando no romper con los judíos y
anuncian un cupo a la inmigración judía
proponiendo someterla al consentimiento
de los árabes; los sionistas están furiosos al
ver que los británicos se convierten en sus
enemigos justo en el momento en que la
situación de los judíos en Europa es
desesperada.

Nos encontramos ya en
plena guerra cuando Ben Gurion crea el
Mossad, antecedente de los servicios
secretos israelíes y que durante la guerra
se encargó del viaje clandestino de judíos a
Palestina, muchos de ellos salvarían sus
vidas gracias a esta red. Durante la guerra,
30.000 judíos de Palestina se enrolan en el
ejército británico. Los árabes palestinos
que escaparon de la represión británica

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Sobre el espacio público

“Deficiente uso de espacios públicos para la cultura” reza el titular del diario EL UNIVERSO del domingo 4 de Julio del 2010. No está alejado de la realidad. Pero y tampoco explica el porqué del no-uso de los mencionados espacios por parte de los usuarios citadinos.

Los entrevistados basan el poco uso en la falta o la limitación de los presupuestos de sus respectivas Instituciones. Cierto, muy cierto, desde su punto de vista. Aún se piensa que son las Instituciones Urbanas, Municipales o Gubernamentales, quienes a través de sus presupuestos logren activar una “cultura popular”. Visto así, no existe presupuesto que alcance.

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  1. (I) La presente síntesis de la historia contemporánea de los países árabes, va estrechamente vinculada con los afanes integracionistas que tales naciones han tenido, en forma particular luego de la Segunda Guerra Mundial y en las décadas sucesivas a ese conflicto, con motivo de la actitud expansionista y provocadora de Israel, que fue reconocido como Estado a partir de 1949, como ha quedado expresado en anteriores capítulos del presente trabajo.

    En la actualidad, los países árabes han pretendido implementar una serie de estrategias de carácter económico, que han desarrollado a la par del contexto de la producción, explotación y comercialización del trascendente recurso energético que es el petróleo. Esto supone la extrema profundidad que significa el Derecho Territorial, en cuanto soporte legítimo de las relaciones vitales de la sociedad humana, en el momento histórico en que ésta debe actuar, en uso incontestable de su soberanía, y como debe ser: La administradora momentánea de los recursos perecederos de la tierra, que en forma obvia no han de ser exterminados del modo impensado del utilitarismo comercial.

    Al interior de la actual problemática del llamado Oriente, existe una serie interminable de conflictos sociales, que en su esencia nos permiten apreciar la permanente lucha de los pueblos árabes en búsqueda de las oportunidades necesarias para lograr su autodeterminación. Territorialmente, las nacionalidades árabes, han sufrido de manera directa las intervenciones armadas de las diferentes potencias y Estados expansionistas a través de la historia.

    Los antecedentes inmediatos que han conformado la actual estructura político-jurídica y territorial del Medio Oriente, se encuentran en la persistencia de la creación o fundación del Estado Sionista Judío en los territorios de Palestina, cuya población originaria había de ser dispersada y posteriormente perseguida, para el logro de tal propósito. La comunidad sionista internacional contaba con el respaldo de las potencias imperialistas, en cuyos Estados el sionismo concentraba grandes intereses, que resultaban recíprocos con aquellos países, en especial Inglaterra.

    Pero tales intereses pasaban por alto que la presencia de los judíos en los territorios en cuestión, y como comunidad nacional, había cesado en el primer siglo de nuestra Era.

    De este modo, entraban en conflicto los derechos del pueblo palestino de manera predominante en la solución planteada por el ministro británico de Relaciones Exteriores en 1917, Artur Balfour, quien declaró que el gobierno británico veía favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, debiendo a la vez entenderse que no se afectarían los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en ese territorio.

    Empero, los judíos históricamente no eran ni los primeros habitantes ni los dueños de Palestina. La ocupación judía de Palestina en los tiempos bíblicos fue solo un episodio de la larga historia del país. Los modernos judíos sionistas, la gran mayoría de los cuales apenas pueden pretender ser descendientes de los antiguos hebreos, se aprovecharon de este episodio bíblico para reclamar un título político y jurídico veinte siglos después, sobre el territorio de Palestina. El hecho de que tal reclamación era incompatible con los datos históricos, sobre todo el momento de ser burlado el derecho de los habitantes del país, fue de todos modos ignorado.
    Sin embargo, la mencionada declaración Balfour, fue presentada aún en desacuerdo de ciertos círculos judíos, que entendían la necesidad de respetar los derechos del pueblo palestino. Es ejemplificativo y sintomático que la declaración se debió más a intereses de los Estados expansionistas que a las propias aspiraciones de las comunidades judías. C. G. Montefiores uno de los dirigentes judíos consultados en el asunto de la Declaración, había manifestado: Sin ser nosotros sionistas, objetamos las palabras ?El hogar nacional del pueblo judío?, negando que los judíos formaban todavía una nación, y no queríamos que se convirtieran en nación. Argumentamos y deseamos, como yo y mis amigos lo hacemos todavía, que debían ser ciudadanos libres e iguales en todos los países donde vivieran. Temíamos que el hogar nacional propuesto pudiera crear mucho más antisemitismo que el que podría curar.
    La declaración Balfour fue descrita como un documento en el cual ?una nación solemnemente prometía a otra el país de una tercera, sin embargo de que los árabes de Palestina vivieron bajo el dominio turco, pero han estado viviendo allí durante siglos, y sin duda el país era suyo en el sentido generalmente aceptado de la palabra.
    En el momento en que el gobierno británico hizo la Declaración Balfour, no poseía soberanía, dominio y otro título en Palestina, que le capacitara para reconocer cualesquiera derechos a favor de los judíos en esos territorios.
    El llamado hecho a la comunidad internacional con motivo de esta declaración, no podía significar de ningún modo que el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío, se convirtiera en la transformación de Palestina en Estado Judío; ni tampoco que la fundación de tal Estado Judío pueda lograrse sin la más grande violación de los derechos de las comunidades judías de Palestina.
    En este panorama, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, el territorio de Palestina se convirtió en mandato británico, y con posterioridad la Asamblea General de las Naciones Unidas, acordó la partición de Palestina, que provocó la oposición de las naciones árabes y consecuentemente los innumerables enfrentamientos armados que han conducido a la expansión territorial de Israel, aún contrariando las resoluciones de las Naciones Unidas que han dispuesto la reintegración de ciertos territorios ocupados.
    Sin embargo de lo expuesto, cabe reflexionar sobre la creación del Estado de Israel, o el reconocimiento que la Comunidad Internacional hacía poseer al pueblo de Israel un territorio determinado, donde justamente aquel pueblo había desarrollado su personalidad durante un enorme espacio de tiempo, y que en reiteradas ocasiones había sido despojado de su base geográfica por innumerables pueblos y gobiernos.
    En efecto, la Organización de las Naciones Unidas, conformó el denominado Comité Especial para Palestina, (UNSCOP) en Mayo de 1947, luego de que la Gran Bretaña hubo sometido el problema de Palestina a este organismo internacional. La mayoría de siete miembros recomendó la partición de Palestina en un Estado Árabe, un Estado Judío, y una ?Región Internacional Especial? para Jerusalén; los tres vinculados en una unión económica. La minoría propuso en cambio el establecimiento de un Estado Federal Binacional, mientras que el representante australiano se abstuvo.
    Las propuestas de la mayoría con leves modificaciones territoriales fueron adoptadas en una sesión especial de la Asamblea General celebrada el 29 de noviembre de 1947. El Estado Árabe había de comprender la Galilea Occidental, la región montañosa de Judea y la Samaria (excluyendo Jerusalén) y la planicie costera, desde Isdud (Ashdod) hasta la frontera del Sinaí. El Estado Judío habría de incluir: La Galilea Oriental, el valle de Jezrael, la mayor parte de la planicie costera y el desierto de Néguev. De este modo, cada Estado habría de comprender tres secciones, conectados por dos puntos de contacto. El enclave de Jerusalén debía quedar sometido a la administración fiduciaria de las Naciones Unidas.
    Empero, luego de esta resolución, se produjo el conflicto armado que determinó que las fronteras y extensiones territoriales antes descritas y definidas por la ONU, fueran violentadas en esa oportunidad y en el transcurso de las siguientes décadas, así se reconocieron fronteras de facto en el armisticio que suscribieron los Estados Árabes de Egipto, Líbano, Jordania, y Siria a favor de Israel, que a más de los territorios antes enunciados se sumaron la Galileo Occidental y un amplio corredor Este de la Costa hasta Jerusalén occidental. El régimen internacional especial para Jerusalén no pudo implantarse, y la ciudad quedó dividida a lo largo de las líneas del cese del fuego entre Israel y Jordania.
    Durante los cinco meses que siguieron a la resolución de partición de Palestina, adoptada el 29 de noviembre de 1947 por las Naciones Unidas, se suscitaron una serie de inconvenientes para la creación o establecimiento de Israel en la zona, fundamentalmente por los Estados árabes que se encontraban convencidos de que Israel es un pueblo de extrema beligerancia. Ben Gurión se opuso a que se delimitaran de manera exacta las fronteras y líneas de límites de Israel, sino que se debería tomar simplemente como referencia la base sobre la cual la ONU reconocía el derecho de Israel, es decir, no debía haber especificidad de fronteras, de este modo se favorecía a Israel que desde un comienzo no aceptó las líneas decididas por la ONU. Así, no se especificaron las fronteras y acto seguido se nombró una comisión judía que estaba encargada de redactar lo que Israel llamó el Acta de Independencia, y cuyas partes sustanciales son las siguientes:

  2. (II) ?La tierra de Israel fue la cuna del pueblo judío. Aquí se forjó su personalidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí vivió como pueblo libre y soberano. Aquí creó una cultura con valores nacionales y universales, y legó al mundo el eterno Libro de los Libros?.
    ?En el año 5657 (1897) se reunió el Primer Congreso Sionista respondiendo al llamado de Teodoro Herzl, visionario del Estado judío, y proclamó el derecho del pueblo judío a la restauración nacional en su propio país?.
    ?Este derecho fue reconocido por la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917 y ratificado por el mandato de la Liga de las Naciones, que acordó validez internacional explícita al vínculo histórico entre el pueblo judío y la Tierra de Israel, y al derecho del pueblo judío a reconstruir su hogar nacional?.
    ?El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución disponiendo la creación de un Estado Judío en la Tierra de Israel, y exigió a los habitantes que tomen ellos mismos todas las medidas necesarias para la ejecución de las misma. Este reconocimiento por parte de las Naciones Unidas del derecho del pueblo judío, como de cualquier otro pueblo: Desarrollar una existencia independiente en su Estado soberano?.
    ?Por consiguiente, nosotros, los miembros del Consejo del Pueblo, representantes de la población judía en la Tierra de Israel y del movimiento sionista, nos hemos reunido hoy, en el día de la terminación del mandato británico sobre Palestina, y en virtud de nuestro derecho natural e histórico, y de la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos la creación de un Estado Judío en la tierra de Israel: El Estado de Israel?.
    Si bien los factores que formaron la base de la creación del Estado de Israel y determinaron su carácter y su política, tenían profundas raíces en la historia y la experiencia judías, su forma fue forzada por quienes dedicaron su vida y sus esfuerzos directos a la iniciativa.
    La colonización judía que se emprendió desde el siglo XIX fue un factor que contribuyó a la creación definitiva del Estado de Israel, esos asentamientos fueron unificados por un idioma común, el hebreo, que pasó de ser un lenguaje de escritura y oración a ser una lengua viva de uso cotidiano. (En su forma inicial) Israel adoptó el carácter de una nación-Estado democrática moderna, en la que se garantizaron los derechos de los inmigrantes a quienes se concedió la ciudadanía por tal hecho, así como se respetaron aunque en forma restringida los derechos de los habitantes de origen no judío. De ahí la oposición de los árabes desde un comienzo a la aparición de un Estado diverso al suyo, en un territorio considerado en su totalidad como Árabe.
    En cambio, para el pueblo de Israel, su misión era sobrevivir, no únicamente para salvarse, sino también por que se creen instrumentos de un destino histórico, los guardadores del Pacto, los instrumentos de que se realizare la oración, repetida a lo largo de los años en toda las sinagogas, de que la presencia de Dios pudiera regresar a la Tierra de Israel.
    Sin embargo, hemos de mencionar que los derechos de facto sobre los cuales Israel sustenta su dominio territorial, no pueden ser aceptados por la comunidad internacional; la conquista militar no es fundamento para la adquisición de territorio. Este principio fue reconocido equívocamente por las Naciones Unidas durante la quinta sesión especial de emergencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas, convocada en el verano de 1967. El mismo principio fue también reafirmado por el Consejo de Seguridad en sus resoluciones del 22 de noviembre de 1967 y 21 de mayo de 1968, las cuales recalcan ?la inadmisibilidad de la adquisición de territorio mediante la conquista militar?.
    El instrumento legal de orden internacional que identifica con claridad la invalidez de las adquisiciones judías, se establece en la Resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del 22 de noviembre de 1967, que insta a Israel al retiro de los territorios ocupados durante el conflicto conocido como guerra de los seis días.
    De todo lo anteriormente expuesto, se ha ido configurando una política estratégica de los países árabes que tienden a consolidar un proceso de integración de mayor carácter político y militar, que de orden jurídico, que se refleja a través del manejo de los recursos energéticos, a pesar de lo cual, la llamada ?Gran Nación Árabe?, no ha logrado que la soberanía de la población árabe original de los territorios que hoy ocupa Israel, sea restaurada mediante derecho. Es decir, dicha soberanía ha sido anulada por la intervención militar israelí, país que recibe durante los anteriores conflictos armados, una decisiva ayuda de los países occidentales, que ha logrado crear algo que nunca se propusieron las Naciones Unidas al reconocer el derecho del pueblo judío a tener un territorio nacional: Y es la formación de un Estado en permanente beligerancia con sus vecinos, en cuyos procedimientos y objetivos se configuran en forma peligrosa, métodos condenables en el derecho y la política, tales como la expulsión de las mayorías nacionales no judías, la expropiación y despojo de los bienes de esa población, el expansionismo territorial mediante la fuerza, y la intransigencia más ortodoxa en política exterior.
    Los Estados Árabes han obtenido su autonomía en el presente siglo, en forma especial a partir de la Segunda Guerra Mundial, pues hasta entonces, la mayoría de ellos se encontraba bajo la dominación otomana. La situación estratégica de los grandes eriales de África y Asia, en donde se encuentran desde siempre las colectividades arábigas, han determinado a través del tiempo, su permanente conquista por otras naciones; situación social e histórica que ha influido en la configuración de un hondo sentimiento nacionalista que pretende canalizarse a través del poderío económico y militar, sin encontrar sin embargo, efectivos procedimientos que consoliden el inapreciable bien de la paz.
    La injerencia mundial de las grandes potencias en el Medio Oriente, crea permanentes conflictos aún entre los mismos Estados Árabes, aferrados a su ancestral cultura, que en la mayoría de los casos se encuentra en oposición a lo que ellos consideran agresión cultural de occidente, y por la que diversos grupos nacionales árabes permanecen en constantes enfrentamientos, que contribuyen a debilitar la unidad que ansía la población.

  3. A continuación enunciaremos los principales instrumentos y organismos de unión o alianza de los Estados Árabes:
    a. Según el Tratado firmado en El Cairo, el 22 de marzo de 1945 entre Arabia Saudita, Egipto, Irak, Jordania, El Líbano, Siria, y Yemen, fue constituida la Liga de los Estados Árabes, con el fin de promover la cooperación política, económica, cultural, social y sanitaria de sus miembros. Con posterioridad se adhirieron Libia, Sudán, Marruecos, Túnez, Kuwait, Argelia, Yemen del Sur, Qatar, Bahréin, Omán y la Federación de Emiratos Árabes del Golfo Pérsico.

    ?No siendo la Liga Árabe una organización regional, en el sentido de una región geográfica, y sí instrumento de realización de una comunidad pan-árabe, se incluyen también disposiciones sobre la participación de territorios árabes no soberanos: El anexo 1. del Pacto permite que un representante de Palestina participe en la labor del Consejo; el artículo 4. Y el anexo II se refiere a la participación de otros territorios árabes no soberanos (ejemplo, Argelia antes de la Independencia), en las distintas comisiones?.

    b. El órgano principal de la Liga es el Consejo, compuesto por representantes de los Estados miembros, asistidos de una Secretaría Permanente. Las decisiones unánimes del Consejo son obligatorias.

    c. El Consejo tiene una fundamental atribución, mediante la cual pueden resolver todas las controversias de los Estados Miembros, que no afecten a la independencia, soberanía, o a la integridad territorial, no teniendo las partes derecho a voto. (Art. 5).

    Adicionalmente se han firmado Convenios de asistencia recíproca en caso de agresión, de modo que se prevé acciones conjuntas de sus miembros.

    Alfred Verdross señala que las continuas divisiones políticas entre los Estados Miembros han impedido el funcionamiento efectivo de estas instituciones y han dificultado el desenvolvimiento mismo de la Liga. Pero reconoce la importancia de la ejecución estratégica conjunta en la política energética, tal como lo hemos señalado en forma anterior.

    En relación a lo anotado, seguimos a los autores de la ?Historia de la Humanidad? y podemos señalar que el Nacionalismo Árabe en el siglo XX, es la expresión de un pueblo que comparte un idioma común y un sentido de identidad común con un gran pasado, fueran cuales fuesen las unidades políticas que se encontraran dentro de él. El sentido de identidad árabe y las aspiraciones de quienes se consideran árabes, se fueron formando gradualmente durante el siglo, hasta alcanzar una culminación emocional en el decenio que siguió a la Segunda Guerra Mundial.
    El Nacionalismo Árabe obtendrá mucha de su fuerza e identidad emocional del hecho que se convertía cada vez más en bandera de unión para el antagonismo con las potencias coloniales de occidente. En ninguna parte el sentimiento anti-colonial une más fuerte y tiene más carga de resentimiento y desconfianza. En ninguna parte existía más acerba sensación de alevosía. En el clima de mediados del siglo XX, los esfuerzos de las potencias occidentales por proteger sus intereses en la región, parecían una afrenta especialmente intolerable a la dignidad de un pueblo orgulloso, y el nacionalismo árabe ofrecía una salida para esta indignación.

    Con respecto a la Liga de los Estados Árabes, los resultados de su creación son inciertos por múltiples factores, entre los que naturalmente se encuentran los nacionalismos de Estado o individuales, asimismo las rivalidades políticas, la heterogeneidad religiosa, que hicieron de la Liga una organización muy suelta de Estados soberanos.

    Sin embargo, como hemos indicado, el sentimiento nacionalista árabe se incrementa y fortalece a causa del problema con Israel. A pesar del atraso técnico, de la falta de desarrollo económico, de la mucha pobreza e ignorancia, y de todos los problemas que agobian a los países rezagados en el mundo moderno, el pueblo árabe transmite la impresión de que se encuentran experimentando un renacimiento espiritual, que ligado a su cultura, sueña con una Patria que se extienda a través de los continentes, desde el Golfo Pérsico al Océano Atlántico, y que se halla al umbral de una nueva era de grandeza.

  4. I PARTE (I)La presente síntesis de la historia contemporánea de los países árabes, va estrechamente vinculada con los afanes integracionistas que tales naciones han tenido, en forma particular luego de la Segunda Guerra Mundial y en las décadas sucesivas a ese conflicto, con motivo de la actitud expansionista y provocadora de Israel, que fue reconocido como Estado a partir de 1949, como ha quedado expresado en anteriores capítulos del presente trabajo.

    En la actualidad, los países árabes han pretendido implementar una serie de estrategias de carácter económico, que han desarrollado a la par del contexto de la producción, explotación y comercialización del trascendente recurso energético que es el petróleo. Esto supone la extrema profundidad que significa el Derecho Territorial, en cuanto soporte legítimo de las relaciones vitales de la sociedad humana, en el momento histórico en que ésta debe actuar, en uso incontestable de su soberanía, y como debe ser: La administradora momentánea de los recursos perecederos de la tierra, que en forma obvia no han de ser exterminados del modo impensado del utilitarismo comercial.

    Al interior de la actual problemática del llamado Oriente, existe una serie interminable de conflictos sociales, que en su esencia nos permiten apreciar la permanente lucha de los pueblos árabes en búsqueda de las oportunidades necesarias para lograr su autodeterminación. Territorialmente, las nacionalidades árabes, han sufrido de manera directa las intervenciones armadas de las diferentes potencias y Estados expansionistas a través de la historia.

    Los antecedentes inmediatos que han conformado la actual estructura político-jurídica y territorial del Medio Oriente, se encuentran en la persistencia de la creación o fundación del Estado Sionista Judío en los territorios de Palestina, cuya población originaria había de ser dispersada y posteriormente perseguida, para el logro de tal propósito. La comunidad sionista internacional contaba con el respaldo de las potencias imperialistas, en cuyos Estados el sionismo concentraba grandes intereses, que resultaban recíprocos con aquellos países, en especial Inglaterra.

    Pero tales intereses pasaban por alto que la presencia de los judíos en los territorios en cuestión, y como comunidad nacional, había cesado en el primer siglo de nuestra Era.

    De este modo, entraban en conflicto los derechos del pueblo palestino de manera predominante en la solución planteada por el ministro británico de Relaciones Exteriores en 1917, Artur Balfour, quien declaró que el gobierno británico veía favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, debiendo a la vez entenderse que no se afectarían los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en ese territorio.

    Empero, los judíos históricamente no eran ni los primeros habitantes ni los dueños de Palestina. La ocupación judía de Palestina en los tiempos bíblicos fue solo un episodio de la larga historia del país. Los modernos judíos sionistas, la gran mayoría de los cuales apenas pueden pretender ser descendientes de los antiguos hebreos, se aprovecharon de este episodio bíblico para reclamar un título político y jurídico veinte siglos después, sobre el territorio de Palestina. El hecho de que tal reclamación era incompatible con los datos históricos, sobre todo el momento de ser burlado el derecho de los habitantes del país, fue de todos modos ignorado.
    Sin embargo, la mencionada declaración Balfour, fue presentada aún en desacuerdo de ciertos círculos judíos, que entendían la necesidad de respetar los derechos del pueblo palestino. Es ejemplificativo y sintomático que la declaración se debió más a intereses de los Estados expansionistas que a las propias aspiraciones de las comunidades judías. C. G. Montefiores uno de los dirigentes judíos consultados en el asunto de la Declaración, había manifestado: Sin ser nosotros sionistas, objetamos las palabras ?El hogar nacional del pueblo judío?, negando que los judíos formaban todavía una nación, y no queríamos que se convirtieran en nación. Argumentamos y deseamos, como yo y mis amigos lo hacemos todavía, que debían ser ciudadanos libres e iguales en todos los países donde vivieran. Temíamos que el hogar nacional propuesto pudiera crear mucho más antisemitismo que el que podría curar.
    La declaración Balfour fue descrita como un documento en el cual ?una nación solemnemente prometía a otra el país de una tercera, sin embargo de que los árabes de Palestina vivieron bajo el dominio turco, pero han estado viviendo allí durante siglos, y sin duda el país era suyo en el sentido generalmente aceptado de la palabra.
    En el momento en que el gobierno británico hizo la Declaración Balfour, no poseía soberanía, dominio y otro título en Palestina, que le capacitara para reconocer cualesquiera derechos a favor de los judíos en esos territorios.
    El llamado hecho a la comunidad internacional con motivo de esta declaración, no podía significar de ningún modo que el establecimiento de un hogar nacional para el pueblo judío, se convirtiera en la transformación de Palestina en Estado Judío; ni tampoco que la fundación de tal Estado Judío pueda lograrse sin la más grande violación de los derechos de las comunidades judías de Palestina.
    En este panorama, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, el territorio de Palestina se convirtió en mandato británico, y con posterioridad la Asamblea General de las Naciones Unidas, acordó la partición de Palestina, que provocó la oposición de las naciones árabes y consecuentemente los innumerables enfrentamientos armados que han conducido a la expansión territorial de Israel, aún contrariando las resoluciones de las Naciones Unidas que han dispuesto la reintegración de ciertos territorios ocupados.
    Sin embargo de lo expuesto, cabe reflexionar sobre la creación del Estado de Israel, o el reconocimiento que la Comunidad Internacional hacía poseer al pueblo de Israel un territorio determinado, donde justamente aquel pueblo había desarrollado su personalidad durante un enorme espacio de tiempo, y que en reiteradas ocasiones había sido despojado de su base geográfica por innumerables pueblos y gobiernos.
    En efecto, la Organización de las Naciones Unidas, conformó el denominado Comité Especial para Palestina, (UNSCOP) en Mayo de 1947, luego de que la Gran Bretaña hubo sometido el problema de Palestina a este organismo internacional. La mayoría de siete miembros recomendó la partición de Palestina en un Estado Árabe, un Estado Judío, y una ?Región Internacional Especial? para Jerusalén; los tres vinculados en una unión económica. La minoría propuso en cambio el establecimiento de un Estado Federal Binacional, mientras que el representante australiano se abstuvo.
    Las propuestas de la mayoría con leves modificaciones territoriales fueron adoptadas en una sesión especial de la Asamblea General celebrada el 29 de noviembre de 1947. El Estado Árabe había de comprender la Galilea Occidental, la región montañosa de Judea y la Samaria (excluyendo Jerusalén) y la planicie costera, desde Isdud (Ashdod) hasta la frontera del Sinaí. El Estado Judío habría de incluir: La Galilea Oriental, el valle de Jezrael, la mayor parte de la planicie costera y el desierto de Néguev. De este modo, cada Estado habría de comprender tres secciones, conectados por dos puntos de contacto. El enclave de Jerusalén debía quedar sometido a la administración fiduciaria de las Naciones Unidas.
    Empero, luego de esta resolución, se produjo el conflicto armado que determinó que las fronteras y extensiones territoriales antes descritas y definidas por la ONU, fueran violentadas en esa oportunidad y en el transcurso de las siguientes décadas, así se reconocieron fronteras de facto en el armisticio que suscribieron los Estados Árabes de Egipto, Líbano, Jordania, y Siria a favor de Israel, que a más de los territorios antes enunciados se sumaron la Galileo Occidental y un amplio corredor Este de la Costa hasta Jerusalén occidental. El régimen internacional especial para Jerusalén no pudo implantarse, y la ciudad quedó dividida a lo largo de las líneas del cese del fuego entre Israel y Jordania.
    Durante los cinco meses que siguieron a la resolución de partición de Palestina, adoptada el 29 de noviembre de 1947 por las Naciones Unidas, se suscitaron una serie de inconvenientes para la creación o establecimiento de Israel en la zona, fundamentalmente por los Estados árabes que se encontraban convencidos de que Israel es un pueblo de extrema beligerancia. Ben Gurión se opuso a que se delimitaran de manera exacta las fronteras y líneas de límites de Israel, sino que se debería tomar simplemente como referencia la base sobre la cual la ONU reconocía el derecho de Israel, es decir, no debía haber especificidad de fronteras, de este modo se favorecía a Israel que desde un comienzo no aceptó las líneas decididas por la ONU. Así, no se especificaron las fronteras y acto seguido se nombró una comisión judía que estaba encargada de redactar lo que Israel llamó el Acta de Independencia, y cuyas partes sustanciales son las siguientes (pasa a II…)

  5. En algun lugar habia que situar a esa población de judios que estaba siendo exterminada en Europa. No todos los árabes que viven en suelo israeli estan descontentos con su situacion, al contrario, estan en mejores condiciones económica y politica que sus congéneres palestinos utilizados por las diversas facciones islamistas.
    Esperaré su próxima entrega, para seguir opinando.

  6. Sigue ud. sorprendiendome con su correccion y balance en el relato historico dejando ,en lo posible, al lector la interpretacion de los hechos.Saludos.

  7. Me gusta su repaso del conflicto del cercano oriente. Ademas de la revisión histórica observo objetividad, sin desviaciones subjetivas o interesadas, tal como lo hace un buen historiador. El tema es apasionante. La historia del pueblo judío y del Islam nos conduce a reflexionar sobre los procesos formativos de las naciones los que realmente poseen las mismas fundamentales motivaciones con las puntuales características de cada una de ellas.Continuare siguiendo sus lecturas con interés.

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