Robin Hood

En verdad no es una buena comparación, aunque se decía que Robin Hood robaba a los ricos para dar a los pobres. El Gobierno aparentemente pretende usar como propaganda política esa leyenda y decir que actúa como un Robin Hood moderno, al quitar las utilidades a la Banca (y luego a los comerciantes, industriales y empresarios) y con ellas aumentar el bono a los más necesitados.

Robin Hood no robaba a los ricos, sino al Rey Juan, quien se había apoderado del reino de su hermano, el Rey Ricardo, y por medio del Sheriff de Nottingham, cobraba excesivos impuestos, ahogando a la gente del reino para enriquecerse él y su camarilla. El usar las utilidades de la Banca para aumentar el bono, es robar al que trabaja, al que invierte su dinero para generar riqueza y trabajo, al que paga impuestos, no al que se ha apropiado de algo ajeno, como era el caso del Rey Juan. Robin Hood nunca le robó a un vecino rico para darle a otro pobre. Le robaba al ladrón, al usurpador, al Rey Juan y al Sheriff fe Nottingham, por eso es el refrán que dice: “Ladrón que roba a ladrón, cien años ha de perdón.” En este caso el banquero es parte del pueblo.

Con esto, en vez de beneficiar al pueblo, se va a fomentar el desempleo, la ociosidad y la delincuencia, impidiendo la producción, el trabajo honesto y el desarrollo del país.

Convertir una nación rica en recursos naturales en un país de borregos zombis, que hacen cola para recibir un bono, otra cola para recibir una tarjeta de alimentos o leche, una más para ser atendidos en alguna dependencia u otra cosa, vegetando en vez de vivir, y quitarle a la gente el afán de superación, de progreso, de deseo de salir adelante por esfuerzo propio, es quitarle a esa república su más preciado recurso: su gente, su espíritu de trabajo, y el afán de mejorar su estilo de vida.

Esto va en contra de todas las doctrinas, no sólo de las religiones cristianas. En el Levítico, la Biblia lo pone claramente: “Siendo Juez, no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande; con justicia juzgarás a tu prójimo.” (Lv 19,15).

Creo que es hora de reflexionar. No estoy en contra de los bonos, ni de la ayuda a los necesitados, pero, como lo dice el Refrán de Fe y Alegría: “Es bueno darle un pescado a alguien, pero es mucho mejor enseñarle a pescar.”

Fomentemos el trabajo, la creación de industrias, la oferta de fuentes de trabajo, la inversión nacional y la extranjera. ¿Quién invierte un centavo para perderlo? Nadie está loco. Volver a la época del trueque, tampoco es la solución. Lo que importa es el hombre, y el hombre se diferencia de los demás animales por su intelecto, que lo lleva a aspirar a ser siempre un poco más, no un simple vegetal.

La demagogia, la montonera, el fanatismo, la acción de la turba que responde sin reflexionar, son causa de acciones viles y nefastas, como el asesinato de Alfaro, porque la gente que actúa en esa forma, piensa en forma egoísta sólo en sus intereses personales y en el momento y atropella las leyes, mata y destruye, sin reflexionar que en la mayor parte de los casos, el mayor daño es contra ellos mismos.