29 marzo, 2024

El renacuajo paseador

RiN rIn ReNaCuAjO

Voy a presentar por unas semanas, una serie de cuentos infantiles en verso de un poeta colombiano del cual ya hemos hablado antes, Rafael Pombo. Veamos ahora la triste historia del Renacuajo paseador:

El renacuajo paseador
Rafael Pombo

El hijo de rana, Rinrín Renacuajo
salió esta mañana muy tieso y muy majo
con pantalón corto, corbata a la moda
sombrero encintado y chupa de boda.
– ¡Muchacho, no salgas! – le grita mamá
pero él hace un gesto y orondo se va.

Halló en el camino, a un ratón vecino
que le dijo: -¡amigo!- venga usted conmigo.
Visitemos juntos a doña ratona
habrá francachela y habrá comilona.

A poco llegaron, y avanza ratón,
estírase el cuello, coge el aldabón,
da dos o tres golpes, preguntan: ¿quién es?

-Yo doña ratona, beso a usted los pies
¿Está usted en casa? -Sí señor sí estoy,
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón,
pero eso no importa; bienvenidos son.

Se hicieron la venia, se dieron la mano,
y dice Ratico, que es más veterano:
Mi amigo, el de verde, rabia de calor,
démele cerveza, hágame el favor.

Y en tanto que el pillo consume la jarra
mandó la señora a traer la guitarra
y a renacuajito le pide que cante
versitos alegres, tonada elegante.

-¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa.

Lo siento infinito, – responde tía rata,-
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular.

Mas estando en esta brillante función
de baile, cerveza, guitarra y canción,
la gata y sus gatos salvan el umbral,
y vuélvese aquello el juicio final.

Doña gata vieja trinchó por la oreja
al niño Ratico maullándole: ¡Hola!
y los niños gatos a la vieja rata
uno por la pata y otro por la cola.

Don Renacuajito mirando este asalto
tomó su sombrero, dio un tremendo salto
y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos noches muy felices.

Y siguió saltando tan alto y aprisa,
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón.

Y así concluyeron, uno, dos y tres
Ratón y Ratona, y el Rana después;
los gatos comieron, el pato cenó,
¡y mamá Ranita solita quedó!

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