28 marzo, 2024

Romance de los ojos verdes

Rafael de León, al menos por su poesía, tenía una fijación por los ojos verdes. Por eso no quiero dejar pasar, al hablar de él y de su poesía, este romance de los ojos verdes, que vale la pena recordar.

Romance de los ojos verdes
Rafael de León

-¿De dónde vienes tan tarde,
dime, di, de dónde vienes?
–¡Vengo de ver unos ojos
verdes, como el trigo verde!

El sueño juega y se esconde
en la plaza de mi frente…
caballo por las ojeras
de unos ojos en relieve.

El cuarto se va llenando
de mar, de barcos, de peces;
acuarium improvisado
sobre el barniz de los muebles,
mientras que la media luna
de junio, roja y solemne,
se suicida sobre el filo
de la mañana que viene.

-¿De dónde vienes cantando,
dime, di, de dónde vienes?
-¡Vengo de ver unos ojos
verdes como el limón verde!

Por el río de la siesta,
pasa un pregón hecho nieve,
persianas atravesando:
“¡Chumbos frescos! ¿Quién los quiere?”

La sábana de la cama
en silencio se defiende
amortajando suspiros
bajo la cal de sus pliegues,
contra mi cuerpo desnudo
que está de cuerpo presente,
con cuatro velas de pena
y cuatro cirios de muerte.

-¿Donde naciste?… -En Tarifa.
¿Y tú? –En Sevilla. Mis sienes
están preñadas de olivos,
como tus ojos de verde.

El silencio apuñalado
vuelve a llenar las paredes,
y un sueño de torres altas
y de relojes ausentes,
sobre la cama cansada
echa su capa de nieve.

-¿De dónde vienes, borracho,
dime, di, de dónde vienes?
–Vengo, vengo de la viña
y del olivarito verde.

-¿Qué mala yerba pisaste?
¿Quién te atravesó las sienes
con ese mal fario, dime?
–Son las cosas de la suerte.

Unos la encuentran de espaldas,
otros, la encuentran de frente
y yo me encontré sus ojos
verdes, como el trigo verde.

-¿Quieres que te haga una taza
de hierbabuena caliente?
–¡Quiero su voz, luna y plata,
diciéndome que me quiere!

-¿Quieres que busque un pañuelo
y te lo anude a la frente?
–¡Quiero sus brazos de trigo
y su cintura de aceite!

-¿Quieres que cante una nana,
para ver si así te duermes?
–¡Quiero sentir en el cuello
su aliento de flauta breve!

-Entonces mi corazón,
dime por Dios, lo que quieres…
-¡Quiero sus ojos, sus ojos,
verde como el trigo verde,
como el limón y la albahaca,
como el mar y los cipreses,
como las almendras nuevas,
el romero y los laureles!
¡Si no me traes sus ojos,
dile que venga a la muerte!

Artículos relacionados

De lo que no es mi propia sangre…

Necesito tu aliento para respirar…

Vivir o morir resultan sinsentidos si no está tu sentir

Mi conciencia solo es conciente si percibe para ti

Eres mi despacio espacio del sonido quedo…

Cada cosa que empiezo o termino, comienza y acaba por ti

De mi jardín eres el árbol más amado y desconocido

Eres una quimera de oquedades pardas que corono con ensueños y sueños

Otro poema con eco

José Ángel Buesa (Cienfuegos, Cuba 2 de septiembre de 1910-Santo Domingo, República Dominicana, 14 de agosto de 1982) fue un poeta romántico con un claro tono de melancolía a través de toda […]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×