25 abril, 2024

El Bhagavad Gita

También conocido como la canción Divina de Dios. Es un precioso poema Hindú. Vale la pena leerlo y meditarlo:

“¿Por qué te preocupas sin motivo?
¿A quién temes sin razón?
¿Quién te podría matar?
El alma no nace, ni muere.
Cualquier cosa que pase, pasará por tu bien;
lo que esté sucediendo, está sucediendo para bien;
lo que vaya a pasar, también pasará para bien.
No debes lamentarte por el pasado.
No debes preocuparte por el futuro.
El presente está sucediendo…
¿Qué pérdida te hace llorar?
¿Qué has traído contigo?
¿Qué crees que has perdido?
¿Qué has producido?
¿Qué piensas que se ha destruido?
No has dado nada,
no has traído nada contigo,
cualquier cosa que poseas, la has recibido aquí.
Cualquier cosa que hayas tomado, la tomaste de Dios.
Lo que sea que hayas dado, se lo has dado a Él.
Llegaste con las manos vacías y regresarás con las manos vacías.
Cualquier cosa que poseas hoy, pertenecía a otra persona el día de ayer
y pertenecerá a otra el día de mañana.
Erróneamente has disfrutado de la idea de que eso te pertenece.
Esta falsa felicidad, es la causa de tus penas.
El cambio es la ley del universo.
Lo que consideras como muerte es en realidad vida.
En cualquier momento puedes ser un millonario
y en el siguiente puedes caer en la pobreza.
Tuyo y mío, grande y pequeño; borra esas ideas de tu mente;
Entonces todo te pertenecerá y serás dueño de todo.
Este cuerpo no te pertenece, tampoco eres de ese cuerpo.
El cuerpo está hecho de fuego, agua, aire, tierra y éter,
y se volverá a convertir en estos elementos.
El alma, mientras tanto, es permanente.
Dime entonces: ¿Quién eres tú?
Dedica tu ser a Dios. Él es el único en el que debes confiar.
Quienes conocen esta verdad son para siempre
libres de temor, preocupación y dolor.
Hagas lo que hagas, hazlo como una ofrenda a Dios.
Esto te llevará a experimentar la alegría, la libertad y la vida por siempre.”

Esta preciosa poesía de meditación de Dios, de la filosofía Hindú, demuestra lo cercanas que están todas las religiones del planeta.

Dios es uno, llamémoslo Dios, Alá, Buda, Visnú, Jehová o como queramos llamarlo.
El hombre es también el mismo, sea de la religión o del país que provenga.

¿Por qué nos peleamos? ¿Por qué discutimos? ¿Por qué actuamos con fanatismo?
¿Qué pretendemos con ese orgullo y con esa prepotencia? ¿Qué nos diferencia a unos de otros? Todos somos iguales y todos hemos sido creados por el mismo Dios. Como dice esta canción, ¿Qué trajimos? ¿Qué nos podemos llevar?

“Desnudo viniste, desnudo te irás,
de Dios has venido y a Él regresarás”.

Me dan pena las personas que atesoran lo material y ponen sus metas en las posesiones de la tierra.

El paso del hombre por la tierra es efímero. Lo que vale es lo que viene después, o al menos, como acertadamente dice Amado Nervo:

“Si nadie sabe ni por qué reímos, ni por qué lloramos.
Si nadie sabe ni por qué vivimos, ni por qué nos vamos;
si en un mar de tinieblas nos movemos,
si todo es noche en derredor y arcano,
¡AL MENOS AMEMOS!
¡QUIZÁ NO SEA EN VANO!”

El amor es la respuesta a toda interrogación sobre la vida, porque Dios es amor.

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Los pecados capitales

José Antonio Ochaita, de quien ya hablamos, tiene otras hermosas poesías que merecen recordarse.
Vamos ahora a recordar otra de ellas. Vamos a ver “Los siete pecados capitales”:

Los siete pecados capitales
Autor: Jose Antonio Ochaita

Lo mismo que un San Jerónimo,
hueso, pellejo y raigambre,
llorando estoy en tu puerta
mis pecados capitales.

Los siete no…, los catorce,
que a catorce cientos saben,
que cada uno de los siete
que en el catecismo se abren,
se hicieron siete y setenta,
y setecientos azares.
Solo por tí, por el gozo
pecador de aprisionarte.

Aún más

Perdón por continuar con Buesa, pero incluso en sus poesías fuertes lleva una melancolía escondida que le da ese tono de ternura que inunda el alma cuando se lee sus versos.

Voy a presentar ahora su Soneto I

Soneto I
José Ángel Buesa

Como quien boga contra la corriente
aún comprendiendo que su afán es vano
y el remo se le cae de la mano
y se siente arrastrado nuevamente,

así mi amor se aleja indiferente,
pero, al recuerdo de tu amor lejano,
reverdece el deseo en su desgano
y regresa mi sed hacia tu fuente.

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