23 abril, 2024

¿De Dónde Pecatas Meas?

El dicho: “Sacristán que vende cera sin tener cerería de dónde pecatas meas si no es de la Sacristía” El sacristán ostentaba más de lo que su escaso sueldo le permitía, ante lo cual la gente consideraba que la única fuente de sus recursos sería lo que robaba de la sacristía.

La cifra que el Gobierno quiere “invertir” en gastos de publicidad pagada en los medios de comunicación con dinero nuestro es la mayor de la que se tiene memoria.

La Pro forma presupuestaria contempla USD 129 millones en publicidad, pero hagamos unas comparaciones.

Todo el mercado publicitario del Ecuador, que incluye publicidad de empresas privadas: automotores, bancos, turismo, tarjetas de crédito, electrodomésticos, telefonía celular, maquillaje… Suma anualmente US$ 260 millones. El Gobierno pretende gastar nada menos que la mitad de ese monto.

No obstante, ahí no queda la cosa, hay muchos más gastos escondidos: El propietario mayoritario de El Telégrafo, el Ministerio de Telecomunicaciones, dice que las pérdidas hasta fines del 2010 sumarían alrededor de $ 30 millones.

Esa cifra sale de un informe de auditoría realizado al diario “público”, que nadie quiere, entregado en enero ante pasado a la Junta General de Accionistas de ese medio impreso.

Escucho con preocupación que el Ministerio de Minas ha contratado por US$180 000 “para que monitoreen su ‘imagen´ en los medios sociales”. Por favor ¿alguien le encuentra otro sentido que no sea político y de persecución?

Debe de haber alguna clase de lío con los pen-drives que llevan la contabilidad.

Carpinterías expertas en instalación y equipamiento de sistemas de televisión antiguos “pero con los que enseñarán la tecnología digital que será obligatoria en dos años.”

El dicho “de dónde pecatas meas”, viene como anillo al dedo a propósito de las incontables riquezas que se forjan, de la noche a la mañana y aparecen en manos de gente sin oficio, sin capacidad empresarial ni profesional.

Nunca recibieron herencias ni recibido un premio de la lotería. Y que hace menos de un año sólo comían arroz con jugo en papel periódico. (¡Que rico en el Rey Sar!)

En menos de tres meses en cargos públicos, y por arte de magia, han logrado una voluminosa suma en su nuevo patrimonio.

Estudios internacionales demuestran que una administración honrada empeñada en investigar y parar las riquezas forjadas por las madrugadas, resolvería muchos problemas que redundaría a favor de la población que sufre de sempiternos problemas sociales acumulados.

Aprendan de las últimas Alcaldías de Guayaquil. Al que lo sospechan de ratas les sueltan los gatos: ¡No los protegen!

Los de la justicia sobre todo, se empeñan en desorientar a la desinformada opinión ciudadana, subrayando que es imposible probar los delitos cometidos en agravio del Estado porque, según afirman, los delincuentes no otorgan recibo por los sobornos o por las llamadas comisiones en las transacciones.

Intencionalmente saben que todo lo que sostienen no es verdad, pretenden así confundir a la ciudadanía sin explicarles que una cosa son los delitos de peculado, concusión, corrupción de funcionarios, malversación y otros, que no dejan huellas. Cosa totalmente diferente es el típico caso del delito cuyas pruebas se hallan a la vista de todos, hasta por el modo de vivir.

Desgraciadamente, esto es lo que los fiscales y jueces se resisten a cumplir. Acaso la resistencia a profundizar sus investigaciones se deba a curarse en salud, porque en verdad muchos viven dentro de casas con paredes y techo de cristal.

A la hora de las indagaciones no aparecen en la documentación los nombres de los presuntos autores del delito, porque, hábilmente se cuidaron de no registrar los bienes a sus nombres y escogieron el camino de utilizar testaferros o demostrar que son “mingas” de “amigos” colaboradores, que desean ser anónimos.

Pero cuando la policía recibe la orden de llevar a cabo una investigación de los “complots del ciego o cojo” contra la seguridad o egolatría de Su Majestad… No tiene limitaciones y “cataplúm pa’ dentro inquieto anacobero, a mi comisario no le gusta el bolero.”

Este gobierno resulta: “Más pesado que portavión a remo”

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Cuentos de antaño y de hoy

He llegado a la conclusión de que no podríamos vivir, cualquiera que fuere nuestra edad , sin cuentos y sin juegos. Vibraba mi espíritu al escuchar en la escuela la heroicidad de Abdón Calderón , quien, sin brazos, aferraba con sus dientes nuestra bandera en el fragor de la batalla final del Pichincha. Juraba repetir su ejemplo si esas mismas circunstancias se me presentaban.

Luego comencé a distinguir entre la realidad y la posibilidad de las cosas y, ya en mi adolescencia, vislumbré que en el país existía una especie de hemiplejia intelectual de la que se aprovechaban políticos e historiadores. Comprendí, incluso, que la historia no había sido narrada – peor interpretada – con sobriedad y aseo mental y que la fantasía había primado sobre la verdad y trascendencia de los hechos. Con el pasar del tiempo, alteré mi particular diagnóstico: la distorsión de la historia no obedecía sólo a razones intelectuales sino principalmente éticas. Respondía a intereses regionales, a las subjetividades y ópticas de sus relatores.

SI o NO

No me gusta el NO. Suena feo, restrictivo, aburrido. El SI tiene su dosis de aventura, de divertido y de optimismo. Posiblemente viviríamos mejor aprendiendo a decir SI a toda nueva oportunidad que se nos brinde, a toda invitación que se nos haga, a cada apetencia que nos de la vida. Quienes acumulan más SI durante su existencia seguramente la habrán pasado mejor, habrán sido más intensos y experimentado más sabores que aquellos que tuvieron el NO en la punta de la lengua. Claro que el NO se identifica mejor con la prudencia y suele repeler las tentaciones que nos atacan con tanta furia y menuda frecuencia. Digámoslo en sencillo, el SI es la sal de la vida, su condimento y su picante, mientras el NO equivale al estar a dieta. Más saludable aunque aburrido y monótono.

Repasando mi biografía que la estoy redactando lentamente como para evitar terminarla, he comenzado hacer el inventario, y creo que los NO vencen con la largura. Una pena me he dicho. Hubiese querido que al menos se produjera un mejor equilibrio.

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