28 marzo, 2024

El "Hombre nuevo" de siempre

Aparentemente la exigencia por un “hombre nuevo” que esté más allá de las fronteras de las sociedades, que hoy sienten pisoteados sus derechos e insatisfechas sus necesidades básicas, y que defina lo que debe ser con su presencia actual ¿es, en verdad, algo inusitado.? ¿Cómo así? ¿De dónde acá? ¿Es posible lograrlo pese a las cadenas del mundo de los consumos inútiles, de la perversa publicidad politiquera, de la red de inseguridad social impertinente? ¡Quién sabe! Pero el “hombre nuevo” que debe aparecer tiene que ser luz en la oscuridad de donde proviene. En su responsabilidad está la marginación a todo lo que impida una solidaridad abierta, libertaria y en plenitud de justicia. El hombre nuevo, sin embargo, preconcebido en su apología mesiánica para ahora, en realidad es de ayer… De un ayer muy lejano. No sólo en los tiempos. También en los vericuetos de sus razones por mostrarse… Por cierto, todo apunta al hombre nuevo sinónimo del hombre ideal. Esto es, al permanente camino de la utopía!

Es que el hombre nuevo es de todas las instancias históricas que, de alguna manera, han dejado, las huellas de su destino. Cuando algún santuario, de cualquier religión, bautiza por vez primera a sus adeptos, abre para estos las puertas de la iniciación de sus sagrados secretos. Una nueva vida comienza. Es la pureza, la inocencia, la redención que está presente en este encuentro del pasado que queda con el ahora que llega. Así, al menos, lo reconocen los ritos sagrados de las culturas hasta hoy conocidas. Dice uno de los cantos de los Upanishads: “Que el hombre malo sea bueno, y que el hombre bueno tenga paz. Que en la paz se libere de sus lazos, y que el hombre libre dé libertad a otros”. Es un hombre nuevo, por la pureza, con pasos de santidad, que existe a partir de tal momento. Para los griegos de la antigüedad la belleza desnuda y el conocimiento expresado libremente dieron paso, en convergencia unitaria, a un ser hasta entonces no existente. El hombre nuevo, pletórico de alegría, por la consciencia de sus cualidades naturales. La exultación de Protágoras de Abdera sintetiza esta razón de ser: “El hombre es la medida de todas las cosas”.

La rebelión contra los dioses, para no seguir ya sirviendo a los cielos como esclavos, prendió en la esperanza de los pueblos de la Caldea oriental de más de cuatro mil años atrás, la necesidad de tomarse, por asalto, el trono divino. El objetivo del reconocimiento como un ser libre engendró, entonces, la idea del hombre nuevo, ahito de energía, por la inmortalidad. Gilgamesh, uno de los más antiguos mitos por la querencia de no dejar la tierra, es el maravilloso sabor de esas angustias. Cuando Pico de la Mirandola, en la plenitud de los días conocidos como Renacimiento, entrega su afamado Discurso sobre la Dignidad Humana, exhorta también la inmortalidad mediando, eso sí, no la permanencia física eterna, sino las posibilidades infinitas en expansión indetenible de la racionalidad humana. Ciencia. Arte. Finanzas. Tecnología. Todo lo puede la razón, la inteligencia, el conocimiento. “Que tú mismo seas tu propio modelador…Puedes renacer en ti mismo…Eres capaz de evolución, llevas en ti el germen…”. En el Juicio Final de la Capilla Sixtina pintado por Miguel Angel quedó para siempre plasmada esta idea, más allá de la concepción del filósofo… Ese Hijo de Dios, atleta globalizador, ajeno al Jesús de Tiberiades y al Cristo paulino, que cual Horus moderno inculpa y perdona, según la fe y según las obras, es la expresión viviente de eclosión socio cultural con personalidad propia, especialmente económico política de la burguesía naciente. Es el nuevo hombre, por la razón del saber, en apertura del desarrollo de la ciencia.

Con la revolución francesa de 1789 los tronos están en la cuerda floja y los explotados se alzan contra el feudalismo eligiendo vivir libertariamente su destino. La responsabilidad así escogida define el hombre nuevo, por los derechos, capaz de realizar una sociedad sin desigualdades ni amos. Todo momento histórico eje de apreciaciones novedosas, contestatarias de un modo de vida determinado existente, conlleva implícito cuando no expresamente el descubrimiento del mundo y del hombre de ese instante. Cada teoría, cada plan para gestionar una práctica, una idea, un conocimiento genera también en una génesis especial un hombre nuevo. Para Confucio, allá en la China de hace 2.500 años, el hombre nuevo significó el orden por el cumplimiento de las normas burocráticas, en defensa de la divinización del trono. Acá, muy cerca de la vida moderna actual, Nietzsche inaugura, en la tónica del pensamiento de Buda, el hombre nuevo configurado por la ausencia de Dios y la presencia única del ser humano. En el decir de Zaratustra, que al ir por Dios a la montaña, sólo encuentra al hombre, no queda explicación pendiente.

El hombre nuevo no es más que el hombre de siempre. El hombre de siempre pretendiendo en sus aspiraciones ser distinto. No contento ni satisfecho con la temporalidad de su vivencia. Todo hombre nuevo conjura para sí la divinidad por el poder, sin dejar que cese de latir su corazón!

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  1. Todas las formas de vida superiores se organizan de manera piramidal , gerarquicas . Los hombres no somos distintos ni iguales como individuos ,de ahi que dos hermanos pueden (y en muchos casos lo son) ser distintos viniendo del mismo hogar y del el mismo entorno.Los hombres tan solo deseamos ser iguales FRENTE a la ley y ser libres de escoger el camino o los caminos que deseemos. Por desgracia ,la utopia comunista aun tiene adeptos y algunos ni siquiera lo saben ,la sociedad se encuentra tan permeada por esta ideologia ,que muchos repiten sus ideas como resultado del acondicionamiento ideologico y no lo saben. De ahi que los ecuatorianos sean preza facil de los cantos de sirenas de los propagandistas y manipuladores de la opinion publica. En un mundo donde la polaridad desaparece y el area gris lo abarca casi todo, las ideologias tienen que luchar por el espacio gris que todo lo ocupa y permea y la libertad de escojer se traduce al acto del voto. Con el numero del voto logrado con el discurso hecho a la medida ,la realidad se presenta como la dictadura de la mayoria (mayoria manipulada y acondicionada y, algunos dirian aborregada)y asi la «legalidad» puede dar rienda suelta a todas las ilegalidades de que somos testigos.

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