28 marzo, 2024

Si tan solo volviera quince minutos…

Desde que era chico mi papá me decía que estas fiestas no le gustaban porque lo ponían melancólico. Yo no lo entendía porque siendo niño, era beneficiario de los regalos que le pedía. Sin embargo y desde hace muchos años le doy la razón, ya que con el tiempo he llegado a ser como él.

Muchos dirán que estas fiestas son bonitas porque son familiares o porque se recuerda el nacimiento del niño Jesús. Yo creo que las misma son buenas para los que tienen dinero y malas para los que carecen de él. Para los pudientes, estas navidades son sinónimo de juguetes caros, regalos costosos, celebraciones con comidas exóticas y licores finos. Sin embargo, en los barrios marginales se la vive con agua caliente endulzada por azúcar o canela y un pan.

Estos contrastes marcan la injusticia social de una sociedad que nos divide, a fuerza de obligarnos a festejar un acontecimiento cuyo mayor beneficiario es el comercio. Todos los almacenes venden más y el aparato productivo hace que la economía se reactive. La gente saca dinero de donde sea y las tarjetas de crédito son infladas a más no poder. Es imposible decirle a un niño de clase media para arriba, que esta navidad se la va a celebrar solo acudiendo a misa para recordar el nacimiento del niño Jesús. No existe forma de explicarle a un menor de edad que no hay dinero para los regalos, ya que la propaganda y la publicidad es tan fuerte, que su mensaje real y subliminal es claro y contundente: si te quieren, te darán regalos y mientras más te quieran, deberán ser más caros.

Incluso la presencia de Papa Noel en nuestro país es una contradicción resultada de un sometimiento de la cultura europea sobre la nuestra. La misma vestimenta de este personaje no va de acuerdo con nuestro sofocante calor invernal del trópico. Mucho menos la presencia de unos renos que no existen en nuestra fauna y una nieve que jamás hemos tenido. Este personaje fue el fruto de nuestra conquista como pueblo sometido, por los intereses económicos de potencias más grandes, que necesitaban de una fecha para comerciar a nombre de una festividad que fue inventada por el hombre para su propio beneficio.

Muchos dirán entonces que lo que se festeja es el nacimiento del niño Jesús. Esa es otra ilusión que se nos ha vendido a través de los siglos. La misma iglesia católica y todos los historiadores han llegado a la conclusión que Jesús nació en el mes de Agosto, aproximadamente por el diez y siete del mismo mes. Se sabe históricamente que varios siglos después de la crucifixión y para unificar las celebraciones paganas, la comunidad judía junto con los romanos instituyeron al mes de diciembre como la fecha para celebrar el ritual que en esa época estaba desorganizado e iba desde diciembre a Agosto, por lo que se decidió hacerlo en Diciembre. Esto fue hecho con la finalidad de organizar las celebraciones indiscriminadas de ese entonces, dándoles unos días de asueto controlado, para luego exigir que regresen a trabajar.

Incluso hay mucha gente que se dedica al pedigueñismo cultural de “pedir las pascuas”. El cuidador de carros, él portero etc. Te las pide. En otros países no te las piden si no que te las desean. Yo creo que cada uno y de acuerdo a sus posibilidades debería proporcionársela a sí mismo y eso sí, deseársela a todos los demás.

Hay personas que me dirán que es una fiesta familiar etc. Es que si se tratara de verdad de algo familiar, no habría razón de los regalos, papa Noel, o la cena con pavo etc.

En mi caso personal tengo la enorme suerte de vivir una fiesta de Navidad familiar todos los días de mi vida. Cada semana almuerzo con mis hijas y sus hijos.

Lo que si me gusta de la navidad es ver la carita de mis nietos cuando abren sus regalos. Ese momento es mágico y la razón para seguir en un festejo de una fecha que realmente no existe.

Para mí lo hermoso de estos días no es el espíritu navideño, ya que les digo que a mí me pone melancólico, especialmente por la ausencia de mi abuelita, mi padre y mi hijo Ricardo. Desgraciadamente los recuerdo mucho más en esta época y su ausencia me entristece.

Hace muchos años había regresado de mi preparación académica en el exterior. Había logrado una especialidad y una maestría en mi profesión. Era muy inmaduro y me creía un ser sobre dotado de inteligencia y conocimientos que me hacía no valorar a los profesionales de nuestro país que no habían tenido la suerte de salir al exterior.

Era el mes de diciembre y mi papa me invitó a una conferencia que daba en el colegio Vicente Roca fuerte. Por mi preparación me creía el mejor conferencista del mundo y menospreciando el acto, me fui a la conferencia de mi papá. En el auditorio había una cuatrocientas personas, yo estaba en la última fila. Mi papá comenzó a hablar y a los pocos minutos dijo su primera mala palabra…me quedé mudo y me avergoncé de ello. Yo me creía muy culto y superior, por lo que oír a mi padre hablar de esa manera me parecía una herejía que no era propia de un personaje como yo que era tan sabio, tan refinado y sobretodo de modales tan esquicitos. Sin embargo, el pueblo que estaba congregado en el auditorio deliraba. Cada vez que mi padre decía un carajo o algo así, la multitud gritaba, se reía y lo aplaudían.

¡El único equivocado era yo!.

Mi padre era un representante de ese pueblo y hablaba para el pueblo. El tonto que no creía que era del pueblo era yo. Con mi arrogancia y superficialidad adquirida, me había transformado en un hombre arrogante y “culto”, pero sin serlo. Mi estúpida superioridad estaba solo en mí y sacaba a relucir mi complejo de inferioridad de tratar de ser lo que no era.

Hoy ya no necesito de esas superficialidades para ser quién soy. Gracias a mi padre pude despojarme de todas esas tonterías que no sirven para nada.

Les cuento esto porque cada mes de Diciembre me acuerdo de esto. Lloro y extraño a mi padre. Lo extraño este día y todos los días, pero por esta época mucho más.

Daría mi vida a cambio de que él regresara solo por quince minutos para que dé una conferencia. No me importaría que la dé con malas palabras, desnudo, borracho o como sea…. ¡pero que regrese para darla!

No me importaría morir si ese es el precio para hacer vivir a mi papá y que hable lo que sea.

Hoy he recordado lo que habló en el Vicente y me puse a llorar.

Es más, al escribir esto estoy llorando y tengo un nudo en la garganta porque lo extraño. Daría mi vida para que volviera aunque sea por quince minutos.

Lo quiero y lo necesito…cada día sin su vida dentro de la mía es un vacio imposible de llenar. Los aplausos y los éxitos que cosecho no tienen importancia.

Lo importante es el amor que mi padre me dio y el amor que le profeso.

Por eso estas fiestas son tristes para mí. Son épocas de melancolía por los que perdí.

Estas festividades son días que el hombre ha inventado para ganar más dinero.

Sin embargo y pese a mi tristeza, la sonrisa de mis niños y su felicidad cuando abren sus regalos, bien justifica que no importe mi felicidad ni las fechas, para que ellos sean felices.

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No hay comentarios

  1. Estimado doctor, lo que usted narra sucede comúnmente, claro que cuando se madura paralelamente a los años vividos, entonces hay oportunidad de reconocer que en algún momento de nuestras vidas hemos estado equivocados.
    Lamentablemente hay excepciones que confirman la regla y eso generalmente sucede cuando los ?jóvenes? se pasan obteniendo cartones, o en el otro extremo entre la vagancia y el vicio, que los hace prepotentes e insolentes, por haber ingresado con mucho atraso a la Universidad de la vida.

    A mí me deprime también estos tiempos de navidad, pero siento, como usted, inmensa satisfacción de ver como disfrutan nuestros 9 nietos, siempre pienso en mis padres y les agradezco por haberme formado como soy.

    Cada vez que se trata este tipo de temas, recuerdo algo que leí cuando era muy joven y con mi mesada me compré mi primer libro de frases célebres, que dice así:

    A los siete años: «Papá es un sabio; lo sabe todo».

    A los catorce años: «Me parece que mi padre está equivocando muchas veces».

    A los veinte años: «Mi padre vive atrasado. No es de esta época».

    A los veinticinco años: «Mi padre no sabe nada, ya se está haciendo viejo».

    A los treinta años: «No sé si ir a consultar esto con mi padre, tal vez él podría orientarme».

    A los cuarenta y cinco años: «¡Qué lástima que papá se haya ido!, él me hubiera aconsejado».

    A los sesenta años: «Pobre mi padre, era un sabio, lástima que lo haya comprendido demasiado tarde».

    Que tenga usted y su familia una feliz navidad

  2. Creo que lo he tenido en un pedestal muy grande, pero se ha caído del mismo, porque pienso que su vida sin la verdadera presencia de Dios en la misma, es lo que lo lleva a pensar así, es una pena, pero nunca es tarde.
    Cuando Dios, con todas sus enseñanzas, sus verdaderas enseñanzas, no las interpretaciones que les demos, realmente sea el centro de su vida, no es no habrán momentos melancólicos, si no que los mismos realmente hasta los disfrutará.
    Déle algo más de espacio a Dios en su vida, y realmente podrá de allí en adelante gozar de verdad la navidad, porque cada uno debe disfrutarla, cada uno debe hacerla y merecerla, nunca es tarde. Los acomodos que haya dado la humanidad a las fiestas, es lo de menos, es el sentido que le demos, lo importante, y por supuesto trasmitirlo a la gente que nos sigue.
    UN FUERTE ABRAZO
    NACHO JARRIN

  3. El nacimiento de Jesús no discrimina a nadie sean pobres oricos quienes lo festejan a su modo con pavo o sin el, con relleno o no
    Dios mando a su hijo unigenito y primogenito para que todo aquel que crea en EL sea salvo.
    Yo tambien como Ud recuerdo mucho a mi padre PABLO NEY VELA RENDON un hombre inmaculado nunca le vi un acto de agravio contra nadie y sabiduria me sorprendia todos los dias pero a ver la ingratitud de este pueblo guayaquileño para con mi padre me causa una reflexión
    mi padre siempre nos decia que la ingratitud es el majar de los malditos y mejor ejemplo ahora con el monumento da Pte. Leon febres Cordero.

  4. Hermoso. Muy hermoso y sobrecogedor.
    Yo tambien daria cualquier cosa por ver de nuevo a mi padre. Es un privilegio que no todo el mundo tiene. Desgraciadamente nadie vuelve del mas alla, y tenemos que aprender a vivir sin ellos.
    Me siento afortunada de haber aprendido mucho de mi padre. Jamas le llegaré ni a los talones.

    La Navidad en nuestro medio, asi como en ciertas partes de Europa y los Estados Unidos, es comercial; no asi en los paises escandinavos, donde sigue siendo una celebrecion religiosa y familiar. Fueron ellos quienes la llevaron a los EEUU, y desde alli se desvirtuo a favor del mercantilismo.
    El Papa Noel tambien es escandinavo, y no trae juguetes ni regalos, como se cree aqui. Él es un personaje de leyenda que se encarga de cuidar las haciendas, sus dueños y los animales. Desde alla nos ha llegado la tradicion, pero con la distancia y el comercio de por medio, ya nos llego desfigurado en todos los aspectos.

    Es una delicia leerlo Dr. Palacios. Aprovecho para desearle una Feliz Nochebuena en union de todos aquellos que Ud. ama.

    Igualmente a todos los lectores de este magnifico blog. Feliz Navidad para todos!

  5. Miguel, la verdad que me hizo llorar. No sólo por el hecho de extrañar a mis padres, sino por lo que de hacer y hoy daría mi vida también para dar marcha atrás y enmendar la falta de valor que tuve por no seguir lo que mi corazón mandaba, pues la herida se me hace más profunda con el tiempo. Como dices, es un hueco difícil de llenar. Gracias por expresar sus tan humanas experiencias y hacernos sentir partícipes de la vida misma con aciertos, dificultades y alegrías.
    Muchas gracias.

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