25 abril, 2024

Óperas que fracasaron en su debut – II: La Traviatta

En 1848 Alexandre Dumas, hijo del autor de Los Tres Mosqueteros, El Conde de Montecristo y otras novelas de perenne popularidad, cuando no había cumplido aún los 25 años, publicó una novela, La Dama de las Camelias, que le hizo famoso de la noche a la mañana. Si como novela alcanzó un éxito enorme, cuando el propio Dumas la adaptó al escenario teatral, cuatro años después, la repercusión fue todavía mayor.

En ella se cuenta la historia de amor del joven Armand Duval por la cortesana Marguerite Gautier, quien a través de esa sana pasión quiere redimirse de su pasado. Pero el padre de Armand convence a Marguerite de que la rela¬ción compromete el futuro de su amado y ella, generosamente, se sacrifica, convencida de que la sociedad le ha pasado cuenta por su anterior con¬ducta sentimental. Muere en brazos de Armand, quien finalmente conoce la magnitud de su renun¬cia

El joven Alexandre no se inventó la historia, más bien recreó una aventura amorosa que acababa de vivir con una de las dames galantes más famosas de París, Alphonsine (nombre que no gustaba a la poseedora por lo cual lo cambió por el de Marie) Duplessis. La Duplessis muere con 23 años en 1847, pero la literatura y luego la ópera le darán una vida mucho mayor, imperecedera. En la actualidad, el encargado del cementerio parisino de Montmartre se siente orgu¬lloso de señalar a los visitantes la tumba de la céle¬bre Dama de las Camelias que había nacido el 15 de enero de 1824 en la Normandía. Siempre encontramos camelias en su tumba.

Marguerite se convierte en Violetta. En mayo 1852 Verdi firmó un contrato con el Tea¬tro de La Fenice por el que se comprometía a entregar en el mes de septiembre de ese mismo año una nueva obra para ser estrenada en ese escenario veneciano. En el contrato se especificaba que esa nueva obra se basaría en La Dama de las Camelias de Dumas hijo.

Con este nuevo proyecto, Verdi quería poner en práctica su idea de abrir el género operático a nuevos temas, más acordes con su presente histórico y que fueran verdaderos dramas humanos, como lo era de hecho Rigoletto, a pesar de su acción situada en el pasado. Como lo explicaba en una carta a su amigo Cesare de Sanctis:

“Deseo temas novedosos, nobles, grandes, variados y audaces. Audaces hasta un extremo nunca visto, novedosos en la forma, pero al mismo tiempo que permitan ser tratados musicalmente. Cuando un libretista me dice:”lo he hecho así porque así lo han hecho Romano y Cammanaro”, es imposible que nos entendamos. Precisamente porque así lo han hecho los grandes, yo quiero que se haga de otra manera. En Venecia espero hacer representar La dama de las camelias, que quizás se titule La Traviata. Es un tema de actualidad. Otros probablemente habrían renunciado a ponerle música por los trajes, la época de la acción o por cualquier otro pretexto estúpido. Yo lo hago con el mayor de los placeres. ¿Acaso no puso todo el mundo el grito al cielo cuando llevé a la escena a un jorobado? Pero yo soy feliz por haber escrito Rigoletto, y lo mismo puedo decir de Macbeth”

El libretista de La Traviata era el poeta oficial del teatro donde la ópera se representaría, o sea, Francesco Maria Piave que ya había colaborado con Verdi en Ernani, I due Foscari, Macbeth, Il Corsaro y Rigoletto y luego volvería a trabajar con él en Aroldo, La forza del destino y Simon Boccanegra. Verdi se encontraba muy a gusto con éste poeta: conocía su oficio, sabía construir muy bien las situa¬ciones dramáticas y se plegaba sumisamente a todas sus exigencias, que nunca eran pocas.

Piave cambió los nombres de la pareja protago¬nista: Marguerite Gautier se convierte en Violetta Valéry y Armand Duval en Alfredo Germont, y de otros como Flora, que en la novela se llama Julie, y de Ninette, la criada de confianza, que pasó en la ópera a llamarse Annina. Pero conservó la esencia de la obra de Dumas, reproduciendo incluso algu¬nas frases que figuran en el texto literario, aunque lógicamente en traducción italiana. Curiosamente, Piave elude cualquier cita a la flor que caracteriza a la protagonista dumasiana, la camelia. En la novela, Armand Duval que narra la historia en primera persona a su amigo Dumas, lleva diariamente a la tumba de su amada un rami¬llete de estas flores. Tiene, por tanto, la flor una presencia muy significativa en la novela. Parece ser que con ello quiso evitar Piave que se le acusara de plagio y de ahí también el cambio, inexplicable, de los nombres de los protagonistas.

Verdi estrenó Il Trovatore el 19 de enero de 1852, viajó a Buseto y pocos días más tarde salía para Venecia donde tenía que estrenar Traviata el 6 de marzo, exactamente dos semanas más tarde. Estaba exhausto, enfermo y no había podido trabajar en La Traviata el mes que pasó en Roma previo a la premier de Il Trovatore.

A pesar de que los ensayos habían comenzado una semana antes, Verdi no había orquestado una sola nota de la obra, los ensayos se hacían con una partitura para piano y voces. La Violeta elegida por La Fenice era una dama de 38 años significativamente poco atractiva y con sobrepeso, Fanny Salvini-Donatelli; Verdi pidió cambiarla, pero Los directivos de La Fenice le observaron que contractualmente la fecha para observaciones al elenco había pasado por muchos días. Verdi aceptó que legalmente tenían la razón. Pero Piave escribió que los directivos estaban: “…artísticamente equivocados, porque la soprano y todo el elenco no son dignos de un gran teatro. Bien, que cante la Salvini, pero declaro que si la opera se estrena, no tengo en absoluto fe en el éxito. Por el contrario será un completo fiasco.”

“El día de la premier el preludio fue muy bien y el público obligó a Verdi subir a la escena para recibir su tributo de admiración. Tuvo que volver a subir luego del “Brindis” y luego del dueto Violetta-Armando. El primer acto fue recibido con entusiasmo, empujado por el calor de la impresión favorable de la obertura y la música del brindis. Verdi y la Salvini-Donatelli fueron llamados a escenas innumerables veces”. Así lo describe Tomasso Locatelli un conocido crítico Veneziano que escribía en la “La Gazzetta Uffiziale di Venecia”

Pero la desgracia vino en el segundo acto. Cada vez que la piel-rosada, voluminosa y poco atractiva Madame Fanny Salvini-Donatelli tosía dando señales de una inminente partida de este mundo por consunción, la audiencia rugía y se convulsionada con carcajadas cada vez más estruendosas e interminables. Así cuando el apenado doctor Grenvil soltó esta frase a Annina: “La tisis no le concede más que unas horas”, la sala no pudo más y las convulsivas carcajadas llevaron al público al paroxismo. El tenor, Ludovico Graziani, estaba ronco, y el barítono, Felice Varesi, aborrecía todo lo referente a Germont padre. Verdi tenía un fracaso entre sus manos, según su estricta opinión.

Al día siguiente al estreno, Verdi escribió a su amigo, alumno y secretario privado Emanuel Muzio del 7 de marzo de 1853: “……La Traviata anoche……un fiasco. ¿Ha sido mía la culpa o de los cantantes?….. El tiempo lo juzgará. Siempre tuyo G. Verdi”.

A su publicista y amigo Tito Ricordi: “Siento tener que darte una muy mala noticia, pero no puedo ocultarte la verdad. La Traviata fue un fiasco. No hablemos sobre las causas. Esta es la historia”

Al escultor Vincenzo Luccardi en Roma:

“No te estoy escribiendo después de la primera presentación de La Traviata, Estoy escribiendo luego de la segunda. ¡Fue un fracaso! ¡Un fiasco absoluto! No se de quien es la culpa; es mejor no hablar de ello. No diré nada sobre la música y permíteme que no diga nada sobre los cantantes. Dale la noticia a Jacovacci (empresario del Teatro Argentina de Roma) y dile que esta es mi respuesta a su última carta, en la cual me pregunta sobre uno de los cantantes que tuve en Traviata”
A Cesare De Sanctis en Nápoles: “La Traviata fue un fracaso; es inútil tratar de preguntarse porqué. ¡Es un fracaso y eso es todo lo que hay que decir!”

Finalmente a Angelo Mariani, director, en esa época del teatro Carlo Felice en Génova: “La Taviata fue un inmenso fiasco, y peor, la gente se carcajeó. Sin embargo ¿que esperabas? No me molesta. Ellos están equivocados o yo lo estoy. Pero creo que la última palabra sobre la Traviata no fue dicha anoche. ¡La van a ver de nuevo y veremos que pasa! ¡De cualquier forma, querido Mariano, apunta que fue un fracaso!”

Sin embargo, cuando Varesi, el cantante que había desempeñado el papel de Germont, que consideraba por debajo de su dignidad la representación de este personaje, vino a ver a Verdi para darle el pésame, Verdi se negó a aceptarlo. “Diríjase el pésame a sí mismo y a sus compañeros, que no han comprendido mi música.”

El comentario del ya mencionado Tomasso Locatelli en la “La Gazzetta Uffiziale di Venecia”continúaba: “La música fue magníficamente interpretada por la orquesta, a tal extreme que el delicioso preludio del tercer acto fue unánimemente aplaudido y vivado…El publico estaba embelesado por las más bellas y vivas melodías que por mucho tiempo no se habían escuchado en el mundo de ka opera.…El que no encuentre belleza en ‘Un dì, quando le veneri’; quienquiera que no se haya emocionado por esos ‘Piangi’, ni tocados ni cantados, pero hablados por la orquesta; quien no haya sentido el alma agitarse por ese suspiro musical de ‘Pietà, gran Dio, di me’; cualquiera que no haya sido tocado en su corazón por esos momentos musicales no tiene derecho de hablar de música”

En el lado negativo anota: “…tres cosas son necesarias para el arte de la música: voz, voz, y voz. Verdaderamente Verdi ha creado algo bello, a pesar de no contar con un artista que entienda esto y pueda interpretar su creación. Anoche Verdi tuvo la mala suerte de no tener esas tres cosas que menciono, y todas las piezas que no fueron cantadas por Mme. Salvini-Donatelli dejaron mucho que desear. Algunas interpretaciones del tenor y el barítono fueron mediocres. El tenor no estuvo a la altura par a las difícil aria del principio del Acto Segundo”.

La Traviata fue repetida 10 veces durante su primera temporada en La Fenice –solo 4 presentaciones menos que Rigoletto tuvo en 1851. Si un crítico tan respetado no vio a La Traviata como un fiasco, ¿Porque lo duro de la autocrítica de Verdi?

La mejor explicación es que Verdi estaba tratando de lograr algo totalmente nuevo con La Traviata, moldeando una historia personal y emotiva en un drama musical coherente y bien estructurado. Por lo tanto, una representación que ni tenga mucho de lo que él intentaba obtener debió haberle parecido un total fracaso a pesar de la reacción favorable del público a casi toda la opera y la opinión favorable de la crítica. Podríamos hasta decir que Verdi puso muchas expectativas en este nuevo tipo de opera y ante la ausencia del efecto que el había planificado y estructurado vio la premier como un fiasco y se preguntó si la culpa era de él o de los cantantes,

Pero un grupo de venecianos pidieron a Verdi que vuelva a presentar Traviata esta vez en el teatro San Benedetto, más pequeño que La Fenice, asegurándole buenos cantantes, ensayos suficientes y a Francesco Piave como responsable de la producción. Verdi finalmente accedió y el 6 de mayo de 1854 se produjo el reestreno de la obra con la aclamación del público asistente. Verdi estaba en Paris y se enteró del éxito por una carta de Ricordi:

“En pocas palabras te tengo que decir que nunca ha habido un éxito tal en Venecia como el de La Traviata. En la tercera presentación el estallido de aplausos fue ensordecedor y perdurable e inclusive Antonio Gallo, el productor tuvo que subir de su asiento al escenario aclamado por el público; algo inédito, pero eso es lo que realmente pasó y me da una inmensa alegría porque tus temores sobre la calidad de la Traviata han sido apagados”

Verdi, al enterarse del extraordinario éxito expresó, con su ironía de siempre y su quemimportismo de la crítica y las reacciones del público: “…Prácticamente la misma audiencia de hace un año y la misma opera. Antes un fiasco, ahora un increíble éxito…”

Nosotros digámosle al maestro Verdi que ha seguido teniendo un extraordinario éxito hasta nuestros días y lo tendrá mientras exista el público amante de la opera

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