29 marzo, 2024

Triquiñuelas de la Política en Venezuela

Después de un reciente e histórico evento electoral en la Venezuela de Chávez, cuyos orígenes datan desde la instauración de un sistema altamente totalitario y salvajemente represivo, hasta la promulgación de leyes hechas a la medida del tirano, las mismas que parcializadamente obedecen a sus insaciables apetitos por el poder, logran con descaro y facilidad absoluta que los venezolanos; de lo que se supone fue un acto netamente democrático, absurdamente tengan que aceptar resultados como los publicados hasta el día de hoy, y que dicen: “Chávez perdió en las urnas, pero ganó en el reparto de curules”

No existe peor afrenta para un pueblo que la de insistentemente dejarse ver la cara de tonto. No existe peor sumisión de ese mismo pueblo cuando; sin querer salir del letargo perverso en el cual lo tienen sumido, observa con cierto grado de complacencia como, de a poco y a hurtadillas, se le van sustrayendo su propia identidad y se le conculcan sus derechos.

Acorde las constantes triquiñuelas que Chávez ha venido utilizando como plataforma política en su país, y debido a los amarres hechos en el parlamento venezolano, producto de un infalible libreto elaborado antes, durante y después de sustentarse en el poder la oprobiosa revolución del siglo XXI, solo así, el tirano logra que los resultados obtenidos a través de las recientes elecciones parlamentarias, y luego de un respetable triunfo de la oposición, los resultados del mismo reflejen en la practica un amplio triunfo del oficialismo, debido a la aplicación de “formulas mágicas electorales” concebidas con antelación por el actual y corrupto parlamento liderado por Chávez.

Aquello, y a pesar de que la oposición haya triunfado legítimamente con aproximadamente el 52% de la votación (5’779.129 de votos válidos), obtiene apenas 65 de un total de 165 diputados, mientras que el oficialismo, con el 46% de esa misma votación (5’259.998 votos), obtiene 98 diputados. Eso, sin contar de pronto con cualquier tipo de fraude previamente hecho, nada raro en Chávez.

Y todo esto, gracias a la mañosa y artera legislación anticipadamente ejecutada por las huestes de Chávez en un parlamento cómplice y realmente indigno. La simple aritmética nos dice que 2 es más que 1. Pero claro, como en política todo se vale, no es nada raro que quien gane las elecciones; tal cual es el caso de la oposición venezolana, resulta que obtenga menos diputados en ese parlamento. Esto me hace recordar el famoso y gracioso chiste de la pelea en el estadio romano entre el gladiador indefenso y el feroz tigre. Lo recuerdan..?

No quiero pecar de pesimista, además de que esa no es mi naturaleza humana, pero veo difícil entonces que aquella oposición logre contrapesos políticos al interior de ese congreso. Pues allí sí, los votos se suman 1 a1.

¡DIOS SALVE A VENEZUELA!

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No hay comentarios

  1. ¿Qué opina del sistema electoral usado en Estados Unidos?. ¿También son amarres, triquiñuelas, oprobiosa revolución?
    No soy chavista, simplemente es un ejercicio intelectual.
    Pienso que el Sr. Ramírez debería criticar a los gringos en los mismos términos que a Chávez, pero seguramente encontrará alguna explicación «racional».

  2. Sr. ?Donje?, empiece usted por entender que la constitución de ese país no obliga a ningún ciudadano a sufragar en épocas de elecciones. Por tanto, existe una abismal diferencia entre lo uno y lo otro.

    Una de las cosas que más caracteriza al pueblo norte americano, aunque no comparto ciertas cosas del sistema, es precisamente su intencional apego a convivir bajo un sistema democrático. Al menos veo que de forma recurrente viven intentándolo. No recuerdo además haber analizado en la historia republicana de ese país que algún momento se haya instaurado algún tipo de gobierno totalitario, tal cual es el caso de Chávez en Venezuela. Eso no lo digo yo, eso lo dice el mundo entero.

    Por tanto, tampoco podemos comparar contenidos respecto de si los norte americanos han protagonizado o no algún tipo de oprobiosas revoluciones. Sus problemas internos, relacionados con su sistema político, lo resolvieron hace rato en siglos pasados.

    Aunque usted me quiere inducir a que critique a los gringos en los mismos términos que a Chávez, y aun respetando su forma de pensar, no veo razón alguna para que en este caso yo deba hacerlo.
    Eso si, es fácil entender que la verdadera democracia se construye desde los cimientos. Aquellos que la predican y la practican, son aquellos que conllevan a toda una sociedad a vivir en libertad y en exactas condiciones de igualdad. Eso, distinguido señor, es lo que gringos, europeos, venezolanos, ecuatorianos, sudamericanos, etcétera, aspiramos y anhelamos por el bien de nuestras familias.

    Si anticipadamente usted ya ha consideró mi explicación como ?racional?, que bueno. Las comillas en este caso no cambian para nada los fundamentos de la razón.

    Saludos,
    RAUL RAMIREZ ORELLANA

  3. (donje)

    La ironico del tema es que Chavez critico la forma como se manejan las elecciones en USA cuando Bush quedo electo con un panorama similar (IGUAL) al ocurrido en las elecciones Venezolanas.

    De ahi se parte en este articulo. Sin esta informacion se llegaria a entender porque usted no entiende el articulo.

  4. Hace bien ud. Sr. Ramirez Orellana en evitar caer en la trampa que le quieren tender los igualados, que creen que lo que hay en Venezuela podría compararse con la gran trayectoria de la democracia norteamericana.

    Poner en un mismo plano a la democracia norteamericana, y a la pantomima del chavismo venezolano, equivale a revolver los trapos de cocina con las toallas. Así de simple.

  5. Con el permiso del Sr. Raúl Ramirez Orellana:

    Aquí les pongo la última columna del laureado Mario Vargas Llosa, publicada en el Diario El País, el domingo pasado. Ese periódico se frota las manos por poder contar entre sus columnistas a tan prestigioso literato. Es algo larga, pero les aseguro que una vez que comiencen a leerlo, no se saltarán ni una sola línea. ¡Buena lectura!

    1. La derrota de Chávez
    A pesar de la grotesca manipulación del voto, las elecciones del pasado domingo en Venezuela han supuesto un serio revés al comandante bolivariano. Pero la oposición no debe cantar victoria
    La derrota de Chávez en las elecciones parlamentarias del domingo 26 de septiembre es mucho más significativa de lo que indican las cifras electorales, pues, al mismo tiempo que muestra la creciente impopularidad del caudillo venezolano y su régimen, saca a la luz pública la grotesca manipulación del voto popular amañada preventivamente por el chavismo para convertir en victoria lo que esperaba sería una recusación rotunda de su política y sus pretensiones.
    La ha sido y sin atenuantes. El comandante Chávez presentó la consulta como un plebiscito en el que el pueblo de Venezuela debía legitimar torrencialmente a su ?socialismo del siglo XXI? y su jefe de campaña, Aristóbulo Istúriz, profetizó con arrogancia: ?Podemos perder ganando si no obtenemos los dos tercios de la Asamblea Nacional?. Pues bien, el resultado menos fraudulento de las elecciones, el voto por los 12 representantes al Parlamento Latinoamericano, dio a las fuerzas reunidas de la oposición una mayoría de cerca de 400.000 votos.
    Esta diferencia se reduce en el voto para la Asamblea Nacional a 242.553 -resultados oficiales: 5.642.553 contra 5.399.574-, porque allí, la ingeniería electoralista de Chávez, con la complicidad de sus parlamentarios y del Poder Electoral, había enmendado la ley para dar una elefantiásica representación a las circunscripciones rurales, donde tenía fuerte arraigo, y encogerla en las urbanas donde la oposición era mayoritaria. Se ha calculado que con esta disparatada desproporción el régimen necesitaba apenas 30.000 votos para obtener un diputado en tanto que la Mesa de Unidad Democrática requería 140.000. Eso explica que la oposición, habiendo obtenido un 52% del voto, cuente sólo con 65 diputados, y el chavismo con 98 pese a alcanzar sólo el 48%. Esos son los milagros matemáticos que produce el socialismo del siglo XXI. No es extraño que, para comunicar estos datos, el Consejo Nacional Electoral tardara ocho horas más de lo previsto y que Chávez, siempre tan lenguaraz, enmudeciera cerca de veinticuatro horas antes de salir a dar la cara a la prensa. Esta vez no se atrevió a decir, como en diciembre de 2007, cuando el pueblo venezolano rechazó su reforma constitucional, que se trataba de ?una victoria de mierda?. Más bien agradeció, con aspavientos que desmentía su cara avinagrada, al ?pueblo revolucionario? la ?victoria? que le otorgó.
    Un aspecto interesante de la consulta es que los Estados más castigados por el caudillo (por haber elegido en el pasado a gobernadores y alcaldes hostiles al régimen) retaceándoles el presupuesto, cancelando programas sociales y defenestrando -a veces encarcelando- a sus autoridades, en vez de dejarse intimidar, han redoblado su oposición. Así ha ocurrido en Miranda, Táchira y Zulia, y en la propia Caracas: en el Distrito Capital la oposición derrotó al oficialismo por primera vez en 12 años en votos emitidos.
    Con los 65 diputados en la Asamblea Nacional, la oposición tendrá la fuerza necesaria para frenar las reformas constitucionales que Chávez preparaba -se necesitan para ello dos tercios de los diputados- a fin de acelerar la estatización y el dirigismo de la economía, acabar con las empresas privadas y la prensa y la televisión independientes, cerrar los limitados espacios críticos que aún quedan en los ámbitos político, sindical, social y cultural. El avance del régimen hacia un modelo cubano, de dictadura marxista leninista integral, tendrá muchos más escollos para materializarse ahora que el propio pueblo venezolano ha comprobado que, con la civilizada y simple acción de depositar un voto en un ánfora, se podía infligir una seria advertencia a un gobierno en cuyo prontuario figura haber convertido a Venezuela en el país con la más alta inflación de América Latina, el de más alto índice de criminalidad, uno de los más corruptos e ineficientes del planeta y donde el desplome de los niveles de vida de los sectores de clase media y popular es más rápido. Este año Venezuela será el único país de América Latina con crecimiento negativo.
    Las fuerzas de la oposición a Chávez no deben cantar victoria ni confiarse por este excelente resultado. Ni volver a cometer errores como el del año 2005, cuando, por abstenerse de participar en el proceso electoral, regalaron a Chávez una Asamblea Nacional servil y autómata (La Casa de las Focas) que todos estos años no ha sido más que una dócil sirvienta de los desafueros constitucionales y legales del Comandante. Es imprescindible que la unión de los partidos, movimientos y personas de la oposición que es La Mesa de Unidad Democrática se mantenga y se afiance, porque de esta manera seguirá ganando adeptos y sumando a sus filas a los venezolanos que, abrumados o atemorizados por las represalias del régimen, se abstuvieron de participar en esta contienda. A muchos de estos abstencionistas escépticos, la victoria electoral de la resistencia tiene que haberlos sacudido y demostrado que todavía hay razones para la esperanza. Cuando lo que está en juego es la libertad de un pueblo, el riesgo de que el oscurantismo de una dictadura totalitaria se abata sobre él y viva quién sabe por cuántos años -los cubanos la padecen hace más de medio siglo- las pequeñas rivalidades de doctrina, de matiz o personales, deben desaparecer a fin de no debilitar la primera de las prioridades: resistir el proyecto autoritario de un caudillo demagogo que ha sumido ya a Venezuela en la miseria, la violencia y el caos y podría seguir hundiéndola en formas todavía más infames de desvarío ideológico.
    Se reprocha a la oposición venezolana carecer de líderes, no tener al frente a figuras carismáticas que arrebaten a las masas. Pero, cómo, ¿todavía hay que creer en los caudillos? ¿No han sido ellos, esos horripilantes payasos con las manos manchadas de sangre, embelecos inflados de vanidad por el servilismo y la adulación que los rodea, la razón de los peores desastres de América Latina y del mundo? La existencia de un caudillo carismático supone siempre la abdicación de la voluntad, del libre albedrío, del espíritu creador y la racionalidad de todo un pueblo ante un individuo al que se reconoce como ser superior, mejor dotado para decidir lo que es bueno y lo que es malo para todo un país en materia económica, política, cultural, social, científica, etcétera. ¿Eso queremos? ¿Que venga un nuevo Chávez a librarnos de Chávez?
    Yo discrepo. Estoy convencido de que América Latina sólo será verdaderamente democrática, sin reversión posible, cuando la inmensa mayoría de latinoamericanos esté vacunada para siempre contra la idea irracional, primitiva, reñida con la cultura de la libertad, de que sólo un superhombre puede gobernar eficazmente y con acierto a esas mediocridades que somos el resto de los seres humanos, esos rebaños que necesitan buenos pastores que los conduzcan por el camino debido. Los venezolanos lo creyeron así cuando apareció el Comandante de marras, con su voz tonitronante y sus desplantes bolivarianos y sus monólogos farragosos, y votaron por él de manera masiva, descreyendo de la democracia. Así les ha ido. Lo han pagado carísimo. Ahora han aprendido la lección y una de las buenas cosas que vienen haciendo, mientras con gallardía se enfrentan a la semi dictadura que padecen, es haber renunciado a los caudillos. Ahora tienen dirigentes que merecen respeto, no adoración religiosa, pues trabajan en equipo, buscan consensos y toman acuerdos a través del diálogo y la persuasión, es decir, comienzan a practicar ya esa cultura democrática que volverá a ser la de la tierra de Bolívar cuando el comandante Chávez no sea sino una más de esas figuras borrosas de una tradición de vergüenza y atraso.
    Los meses y años que tiene Venezuela por delante no serán fáciles. El régimen ha avanzado demasiado en la construcción de unas estructuras dictatoriales y mucha gente medra ya de ellas como para que Chávez, acatando la voluntad popular, rectifique su política y esté dispuesto a retirarse del poder si así lo mandan las urnas. El peligro mayor es que, después de esta golpiza pacífica que acaba de recibir, se embravezca y quiera conseguir, mediante ucases y matonerías represivas, lo que no ha podido conseguir a través de las ánforas. E instale la censura, la liquidación de la prensa no alineada con el régimen, la abolición de toda forma de oposición política y la estatización generalizada de la economía. No le será fácil, desde luego. Ya ha perdido ese estado de gracia del caudillo mesiánico de que gozó algunos años y ahora no sólo él, también el pueblo venezolano sabe que es falible y vulnerable. Se avecina un período tenso, en el que, una vez más, como hace dos siglos, se decidirá en tierra venezolana el futuro de la libertad en toda la América Latina.

    © Mario Vargas Llosa, 2010. © Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2010.

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